![Cientos de pasajeros afectados en el aeropuerto de Loiu por las cancelaciones.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/10/09/aeropuerto-U190495014315UQ-U220145671680616B-758x531@El%20Correo.jpg)
![Cientos de pasajeros afectados en el aeropuerto de Loiu por las cancelaciones.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/10/09/aeropuerto-U190495014315UQ-U220145671680616B-758x531@El%20Correo.jpg)
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Árboles arrancados, tejados desprendidos, coches aplastados por contenedores de transporte marítimo, retrasos en el metro... El paso de la profunda borrasca 'Kirk' ha dejado este miercoles rachas de viento huracanadas en Bizkaia (los anemómetros llegaron a registrar sacudidas de 189 kilómetros por hora en Orduña), ... así como un rosario de incidencias en casi todos los municipios del territorio. El fuerte viento sembró el caos en el aeropuerto, que vivió uno de los peores días que se recuerdan, con más de medio centenar de vuelos afectados por cancelaciones o desvíos, y fue un quebradero de cabeza constante para los Bomberos y SOS Deiak, que recibieron más de 389 avisos por pequeños daños, bajos inundados o carreteras cortadas.
El martes, las autoridades habían advertido a la población de la virulencia del temporal que se aproximaba por el Atlántico. El Gobierno vasco había decretado la alerta naranja por viento en zonas expuestas. Se esperaba el azote de una borrasca que había sido en su origen un señor huracán, de nombre 'Kirk'. Afortunadamente, el fenómeno meteorológico llegó a Euskadi debilitado, pero todavía con una fuerza inusitada. De lo contrario, las consecuencias habrían sido mucho mayores.
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El día amaneció ventoso, seco y caluroso, con temperaturas por encima de los veinte grados. Nada hacía presagiar lo que después sucedería. De hecho, en el aeropuerto se vivió el arranque de la jornada con cierta normalidad. Los primeros vuelos pudieron despegar sin problema y, a las siete menos cuarto, llegó el único avión que había sido desviado en la noche previa a Barcelona. No salió el primero de Air Europa a Madrid, que había sido cancelado en la víspera en previsión de lo que se aproximaba. Esta aerolínea fue quizás la más prudente y previsora.
Para los ocho de la mañana, los Bomberos habían registrado 42 avisos, una docena de ellos tuvieron como escenario Bilbao. La mayoría de las llamadas estaban relacionadas con la caída de ramas o árboles, como en Jardines de Albia, donde un ejemplar de gran porte quedó tronchado por la mitad. Algunas carreteras resultaron afectadas, como la de Barazar. Y la Diputación recomendó circular con precaución por vías próximas a zonas arboladas. También se vinieron abajo ejemplares en Gazteluzarra y Bizkerre (Getxo), Santi Mami (Leioa-Erandio) o en Atxondo y Balmaseda.
La situación empezó a complicarse a media mañana. El goteo de avisos se convirtió en un torrente que amenazaba con ahogar a los Bomberos. Cayeron señales de tráfico en Bilbao, volaron trozos de tejados en Barakaldo y en el Puerto se desplazó un contenedor marítimo, destrozando dos coches. Sobre las once de la mañana, el Ayuntamiento de Getxo decidió anular el deporte al aire libre. Una medida que otros ayundamientos también secundaron de cara a la tarde, cuando los escolares salen del colegio y afrontan las extraescolares. Incluso el Athletic suspendió entrenamientos y la actividad en Lezama. También hubo que cancelar varios trenes de Euskotren y Renfe por daños en las catenarias.
Para el mediodía, el aeropuerto de Bilbao era ya una ratonera de la que cientos de personas trataban en vano de escapar. Había más de 4.000 pasajeros afectados por un aluvión de desvíos y cancelaciones que dejaron en tierra, al final del día, a más de 8.000 usuarios que volaban desde o hacia 'La Paloma'. Un desastre que todavía tardará tiempo en solucionarse ya que muchos de los damnificados han sido recolocados en vuelos que partirán hoy e, incluso, mañana.
«El gran problema es que el viento no ha soplado uniforme, sino que ha sido racheado y fuerte, complicando mucho las aproximaciones», comentaba un empleado implicado en el seguimiento de las operaciones. Lo nunca visto. Entre las nueve y las doce de la mañana solo pudo aterrizar un avión. Ayer había programados en el aeródromo vizcaíno 149 movimientos. Para las dos de la tarde solo se habían podido operar 25. Finalmente, fueron 42 las cancelaciones y 18 los aviones desviados.
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Blanca Carbonell
Pablo Ariza Martín
Ante los retrasos, cancelaciones y desvíos, la solución propuesta por algunas compañías fue el transporte por carretera en autobús. Hubo viajeros que optaron por alquilar coche, lo que derivó también en colas en las oficinas de las compañías dedicadas a este negocio en el aeropuerto. Y a muchos pasajeros que volaban por razones de trabajo ya no les merecía la pena despegar. Era el caso de Lucrecia González, una asturiana que iba a un evento de su empresa en Roma, con escala en Barcelona. «Me volveré para casa porque en autobús no llego al enlace».
Detrás de cada vuelo anulado hay siempre decenas de historias personales impactantes. Como la de Andrea Presa, que se dirigía al funeral de un familiar a Sevilla. «No voy a llegar y no me lo voy a perdonar nunca», se lamentaba. Junto a ella, un grupo de cinco amigos de San Sebastián trataban de buscar una alternativa desde Madrid para su viaje soñado a Indonesia. Abrazaban sus tablas de surf, deseando una solución. «Ibamos a volar a Amsterdam y luego a Doha para llegar después a Yakarta. Hemos invertido mucho dinero e ilusión en esto», decía uno de ellos.
Lo peor de 'Kirk' pasó entre las dos y las cuatro de la tarde. El viento se intensificó y causó más problemas: más árboles caídos, fachadas tocadas o contenedores que volaron. 2.000 familias se quedaron sin suministro eléctrico en Las Encartaciones, en Carranza y en el barrio baracaldés de El Regato. A las 16.00 horas, el viento roló y trajo una cortina de agua. La mezcla de viento y lluvia hizo imposible sujetar un paraguas y muchos vizcaínos acabaron calados.
El cambio en la dirección de las rachas de aire fue providencial en el aeropuerto y permitió que los aviones comenzaran a entrar con relativa normalidad. Uno de los primeros beneficiados fue el enlace que llegaba desde Dublín, que pudo tomar tierra tras casi una hora de esperas sobre Burgos, Cantabria y Asturias. Varios pasajeros que ayer pudieron desembarcar en el aeropuerto no pudieron ocultar su «agobio» por los momentos pasados en la aproximación. «Ha sido espantoso; el avión se movía como una lavadora centrifugando», comentaba Irati Rodríguez, una joven navarra que volvía a casa desde Bruselas.
Pero 'Kirk' no quería despedirse sin hacer un poco más de ruido. Sobre las cinco de la tarde, una avería en Bolueta relacionada con el temporal causó importantes retrasos en toda la red de metro. Según avanzaba la tarde, Bizkaia recuperaba poco a poco la normalidad, tras una jornada accidentada y muy poco habitual.
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