El cuerno ha sonado esta mañana en la cima del Oiz, como manda la tradición. JJ.GG de Bizkaia

La cima del Sollube acoge la fiesta de los montes bocineros

Cientos de mendizales participan en la cita anual que evoca el método utilizado hace seis siglos para convocar las Juntas Generales

O. igea

Sábado, 15 de junio 2024, 15:58

La cima del Sollube ha acogido la mañana de este sábado una nueva edición de los montes bocineros, jornada festiva con la que se evoca el modo en el que se llamaba a los miembros de las Juntas Generales a participar en sus reuniones. Ha contado con la participación de varios cientos de personas que se han animado a ascender al monte por alguna de las dos rutas habilitadas, una más larga que empezaba en Bermeo y otra más asequible desde Arrieta.

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La comitiva de mendizales ha estado encabezada por la presidenta del Parlamento vizcaíno, Ana Otadui, el vicelehendakari primero Josu Erkoreka, la diputada de Euskera, Cultura y Deporte Leixuri Arrizabalaga, y el alcalde de Arrieta, Aitor Agirre. A eso del mediodía ha llegado el momento más simbólico de la jornada, cuando se ha hecho tañir los cuernos para emular la llamada a los antiguos junteros del territorio, un protocolo a medio camino entre la leyenda y la realidad. «Nosotros ahora llamamos a que se conozca la labor de las Juntas, en las que se toman decisiones muy importantes para la ciudadanía», ha dicho Otadui.

Junto a los representantes institucionales han ascendido los representantes de los diferentes grupos de montaña del territorio que se ocupan de organizar la cita rotatoriamente en función del monte al que toca subir cada año. Son cinco las cimas bocineras: Sollube, Oiz, Gorbea, Ganekogorta y Kolitza.

Se relata en las escasas referencias históricas existentes que la actividad de los «voceros» se remonta a los siglos XV y XVI. El sistema que empleaban era sencillo. Con los primeros rayos del sol, y para avisar de la inminente asamblea, se hacía sonar un cuerno desde cada uno de los cinco montes. Unas horas antes, de madrugada, se encendía una hoguera. Era el aviso luminoso que llegaba a aquellos rincones que el sonido del cuerno no alcanzaba. Informados los vecinos, partían hacia Gernika, donde la reunión comenzaba un día después.

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