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El 10 de junio de 2022, el Gobierno vasco declaraba como Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Conjunto Monumental, dos pastillas de ... terreno de la antigua La Naval, en Sestao. Se trata de dos parcelas en las que aún hay algunas naves industriales de gran valor histórico, así como cuatro grúas, un dique seco y otro similar, aunque con un cierre que regula la entrada de agua de la ría: un caisson realmente singular que data de 1891. Siete meses antes, la compañía belga VGP había comprado la totalidad del suelo del astillero (280.000 metros cuadrados), con la promesa de establecer allí un nuevo y moderno parque empresarial. Un proyecto al que aún le queda mucho camino por delante.
En la actualidad, dos años después del paso dado por el Ejecutivo autonómico para la conservación de determinados vestigios de La Naval, los chatarreros y los ladrones han comenzado a hacer su particular agosto en la parcela de Sestao en la que aún no se ha empezado a construir. En las últimas semanas, varios desconocidos han penetrado en algunas de las estructuras de los edificios que se deben preservar (son los únicos que no han sido demolidos) y se han llevado, sobre todo, piezas de metal y cableado, causando daños también a unas estructuras que están catalogadas como monumento.
El pasado viernes, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) presentó una denuncia ante la Ertzaintza para alertar de que se había abierto un agujero en el perímetro de seguridad. También se había practicado un butrón en las paredes del antiguo taller de maquinaria y calderas. AVPIOP ha pedido a la Policía autonómica que actúe y que acuda a chatarrerías y negocios de recuperación de metales para intentar localizar todo lo que los ladrones se hayan podido llevar. A su juicio, se está produciendo un robo continuado que preocupa por «su rápida evolución e intensidad».
Los boquetes en el vallado seguían ayer abiertos, tal y como pudo corroborar EL CORREO. No era difícil acceder a la vieja nave de maquinaria y calderería, que presentaba un aspecto desolador. Lo que en el pasado fue un espacio de trabajo, orgullo del pujante pasado industrial y naval de Bizkaia, es hoy un lugar sucio y esquilmado. Los cacos se han llevado todo el cableado y las herramientas. No queda nada de las oficinas y la recepción. Un par de lámparas cuelgan del techo y hay tres extintores tirados por el suelo. Del resto de elementos que debían estar en su interior no hay rastro. El pabellón está totalmente vacío. Y lo que es peor, según la asociación que trabaja por preservar el patrimonio industrial, los buscadores de metales se están preparando ya para desmontar vigas y hacerse con todo el hierro y el acero que sujeta la enorme cubierta. También se habrían puesto manos a la obra para desmontar las grúas puente que hay en la nave y que están protegidas.
«No son una ni dos personas, nos consta que hay todo un ejército de especialistas dispuestos a seguir con este expolio silencioso si nadie le pone remedio», advierten desde AVPIOP. En el exterior del taller de calderería, las cuatro grúas que se deben preservar (las número 20, 22, 23 y 25) también han sido objeto de hurtos. «Se están sacando piezas de los motores y el destrozo puede ser ya irrecuperable». Lo que está sucediendo en Sestao es «una gran pérdida patrimonial, además de un delito grave al tener el astillero la máxima protección legal».
¿De quién es la responsabilidad de su cuidado? La normativa es clara: del propietario. Los terrenos y todos los elementos históricos pertenecen a VGP, que ayer no dio respuesta a este diario. El Departamento de Cultura del Gobierno vasco, por su parte, afirmó que conoce la denuncia y espera que la Ertzaintza «investigue lo sucedido». No obstante, Cultura precisa que «se trata de una propiedad privada» y «son los dueños los responsables de su custodia». La Diputación, por su parte, se muestra abierta «a colaborar» para salvar «todo ese patrimonio».
La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública teme que La Naval se convierta «en una segunda entrega» de lo que pasó con la Babcok Wilcox, otra fábrica histórica de la Margen Izquierda que se quería preservar y que acabó colapsando después de que los buscadores de metales se llevaran vigas y buena parte de la estructura de los edificios. Aquella época estuvo caracterizada por una gran conflictividad en el entorno de la factoría, con continuos incendios y algunos accidentes de las personas que se dedicaron a expoliar talleres, oficinas y otras dependencias.
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