Chacinas, perros y pétalos en Sopuerta

Con todo, la lluvia dio cierta tregua hasta poco antes de las dos de la tarde y aunque quienes tienen memoria histórica del evento dicen que se notó menos afluencia que en otras ediciones, lo cierto es que hubo mucha animación. La música festiva y pachanguera creaba buen ambiente desde las diez de la mañana de este domingo en torno al medio centenar de puestos y las seis txosnas instaladas en el barrio de San Ana. Acorde con la naturaleza de la cita, el protagonismo prioritario era para los stands de productos chacineros (reinaron, claro, el chorizo y la morcilla, que corrieron en abundancia arropados por talos), pero también había dulces, hortalizas, miel, txakoli, quesos...

Queso bueno ofrecía Gorka Flores, de Poxtiñeneko Gazta, hombre muy expresivo y de perfil comercial muy eficiente: entusiasta pero no intrusivo. «¡Sí, yo en las ferias doy caña!», reía al tiempo que tendía un plato con cubitos de su producto. Lleva más de una década montando el puesto en citas como la de Sopuerta y en este tiempo aprecia que se han producido ciertos cambios sociales. «Antes la gente compraba sin probar, más alegremente; ahora quiere probar antes, y hasta hay que animarla para que lo haga». Como que estamos un poco más apocados y necesitamos de pequeños estímulos adicionales para animarnos a sacar la cartera. Pero, en términos generales, los negocios que se acercaron a Santa Ana para ofrecer sus productos hacían un balance positivo de las ventas registradas.

No era todo comer y beber. En el frontón próximo y azul, espacio cubierto y por lo tanto a ratos muy cotizado, hubo herri kirolak con harrijasotzailes y lanzadores de fardos (lasto botatzea). Cuando la lluvia se volvía amenazante, llegaban olas de gente con sus talos y con sus vasos de plástico en busca de refugio. Y ahí se encontraban con los deportistas y también con los niños que, en un taller de repostería, hacían minitartas muy coloridas y fragantes cubiertas con frutas y pétalos de flores.

Particularmente espectacular y llamativa fue la exhibición de pastoreo, con muestras de obediencia y manejo con perro pastor. Pasma la agilidad del animal, sus movimientos rápidos, con quiebros y requiebros, desplazándose con ese gesto como agazapado y con precisión de cirujano. Antes de dominar a grupos de ovejas lo hizo también con grupos de ocas y el espectáculo era extraño y algo cómico. Lo detectó un niño que estaba allí: «Eso no son ovejas». «No», respondió el padre. «Entonces, ¿no es un perro pastor? ¿Cómo se llama el perro que lleva pájaros?». Ahí llegó una explicación compleja y enrevesada y posiblemente algo absurda.

Alrededor de las 13.30, cuando todo apuntaba a que la tormenta más seria y copiosa estaba a punto de llegar, el personal, cargado de bolsas, comenzó a desfilar hacia los coches, más encajados que aparcados en cada rincón de las inmediaciones. Y poco después, bajo el aguacero, a partir de las 14.00, se entregaron los premios a los profesionales del mundo porcino. El principal, el que corona al Chacinero Mayor de Euskadi, se lo llevó Joaquín Félix Lezama, que ya sabe de ediciones anteriores lo que es triunfar en esta plaza, que es la suya, y que la gloria se quede en casa, en Sopuerta.