La radical transformación de la Plaza Circular de Bilbao: del centro de la City a plaza comercial

La antigua City ha variado el paso para sacar mayor provecho de la llegada de cada vez más turistas, solo interrumpida por la pandemia. Algo que Roberto San Salvador del Valle, experto en transformaciones urbanas, comprende porque, a su juicio, el uso de los inmuebles «varía según las texturas de la ciudad».

Esta nueva configuración explica que edificios que en su momento acogieron sedes bancarias se reconviertan en complejos residenciales y hoteleros o ubiquen en sus bajos comerciales hamburgueserías, tiendas de Thermomix, lencería y perfumerías. O que en estos locales se levante el segundo centro más grande de Primark en España. La multinacional irlandesa, que desembarcó la semana pasada en la villa, compartirá el antiguo rascacielos del BBVA con el Centro Internacional de Emprendimiento promovido por la Diputación y el Ayuntamiento.

A los nuevos usos se apuntan empresas privadas y públicas. El Consistorio de Bilbao se adelantó en 2011 al adquirir el antiguo edificio de la BBK por 19 millones para centralizar en el número 1 las sedes de un gran número de sociedades municipales. Paulino Martín, uno de los principales agentes inmobiliarios vizcaínos, cree que la Plaza Circular, enganche entre el Casco Viejo y el Ensanche, no es, por el momento, «excesivamente comercial», pero considera que la llegada de Primark modifica las reglas del juego y generará un «movimiento de gente mucho mayor que el actual», al estilo del que provocó en su día El Corte Inglés en la Gran Vía. El mayor tránsito de transeúntes, augura, se traducirá en «un incremento de los alquileres» comerciales en calles como Navarra.

Nadie cuestiona «el poder de atracción» de la firma de bajo coste. Tampoco Pedro Campo, presidente de la patronal del comercio vizcaíno: «Supone un revulsivo en aquellas ciudades donde se implanta», reconoce. Sin embargo, el máximo responsable de Cecobi advierte de que establecimientos como Primark, que intentan atraer «con bajos precios», cambiarán el «corazón de la capital» a costa de «dañar su imagen porque la calidad no es el elemento diferenciador».

A Iñaki Aurrekoetxea, arquitecto que se encargó de la Intermodal y las viviendas protegidas de Garellano, entre otras intervenciones, tampoco le extraña el nuevo perfil de la Plaza Circular. Sostiene que las ciudades, en general, «tienden a una transformación», aunque advierte de la «pérdida de calidad urbana», al reemplazar viejos cafés como La Granja por tiendas de electrodomésticos. Y, si bien juzga «enriquecedora la mezcla de usos», alerta de que la «vida urbana» consiste en «algo más que ir de compras». También le inquieta que la renovación de la restauración se canalice a través de «modelos de comida rápida dirigidos a los jóvenes». Entiende que Bilbao se enfrenta al peligro de «perder el carácter de elegancia y calidad» y asistir a «un triste empobrecimiento» de su comercio.

Frente a análisis de tintes pesimistas, Xabier Ochandiano, concejal de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo, se muestra convencido de que la 'nueva plaza' ayudará a rescatar «flujos de personas y consumidores» y que marcas como Thermomix o Primark contribuirán a «recuperar la centralidad y capitalidad» que siempre tuvo. «Las ciudades van basculando según los hábitos de consumo, aunque solemos pensar que la historia empieza con nosotros», razona el edil jeltzale.

San Salvador del Valle, catedrático de la Universidad de Deusto, echa en falta en este nuevo escenario la presencia de espacios que sirvan de «punto de encuentro» donde «la gente coincida, como hacía en La Granja. Me ocupa y preocupa la economía de proximidad, a pie de calle. Se corre el riesgo de convertir estas calles en poco apetecibles y que la plaza solo sirva para transitar por ella», concluye.