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Hace ya tres años que la Diputación rompió moldes en la búsqueda de la inclusión de las personas sin hogar. Fue cuando decidió subirse al carro del 'Housing First', una innovadora metodología originaria de Estados Unidos también vigente en los Países Nórdicos y ... en ciudades españolas como Madrid, Barcelona y Málaga, que da la vuelta al proceso tradicional de inserción para que la concesión de una vivienda estable en un entorno normalizado en comunidad no sea el último paso, sino el primero. Desde entonces 21 ciudadanos en situación de grave exclusión –siete en 2016, diez un año después y tres el pasado ejercicio– se han beneficiado del programa 'Habitat Bizkaia' que gestiona el departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad.
La diputada del área, Teresa Laespada, ha comparecido este lunes a petición propia en las Juntas Generales para presentar la evaluación externa de esta iniciativa que han realizado los investigadores y doctores en Psicología Mikel Montero y Manu González. Un trabajo que confirma su «eficacia» y concluye que la mayoría de los objetivos de incremento de calidad de vida, integración y apoyo social de estas personas en exclusión residencial severa «se están alcanzado». «Porque ya no se sienten como un despojo, sino como personas normales», su percepción de apoyo social «se ha visto reforzada, han mejorado su higiene, alimentación y cuidado», igual que sus habilidades sociales, y se han ganado el favor de sus vecinos, según explicaron los expertos. Por poner un pero, los autores del informe advierten que no se ha producido «un acercamiento al empleo, porque no tienen hábito», explican.
¿Cómo funciona 'Habitat Bizkaia'? Los requisitos del programa son pocos y muy claros. Pagar un alquiler –el 30% de los ingresos de los beneficiarios, si los hay–, abrir al menos una vez a la semana la puerta a los educadores de Zubietxe –entidad que participa en la gestión del plan foral– y no causar problemas en el vecindario. Y la mayoría de los usuarios cumple con nota, según ha destacado Laespada. 'No parece el mismo chaval', 'Son buena gente con mala suerte', 'Me ayuda con las bolsas de la compra', 'Siempre con una palabra amable'... Son algunas de las frases que dedican a los nuevos inquilinos en sus comunidades.
En la actualidad, quince hombres y tres mujeres se benefician del programa y residen en viviendas de propiedad foral situadas en Bilbao, Erandio, Leioa, Getxo y Berango, sin que puedan coincidir dos de ellos en el mismo portal. Su selección no se realiza al azar, sino atendiendo a los criterios de definición de la situación de la exclusión social: llevar al menos tres años sin hogar antes de acceder al programa, sufrir enfermedades mentales severas, desorden recurrente y patologías físicas crónicas. «Se elige a quienes peor se encuentran en situación de calle, quienes no encajan en ningún otro servicio, tienen problemas de salud mental y/o adicciones», ha apuntado la diputada. En 'Habitat Bizkaia' tendrán un hogar sin fecha de caducidad.
TESTIMONIOS
A David el programa 'Habitat Bizkaia' le ha «cambiado la vida. Mucho», subraya. Porque antes de acceder a él estaba «en la calle, tirado. Mala vida, vaya». Cuando llegó a su nueva casa se entristeció «un poco», porque ya no iba a ver «a Begoña», la asistenta que le atendía antes en otro servicio foral. «La iba a echar de menos». Pero ahora está contento, porque lo que tiene, dice, «lo he conseguido yo mismo, con mis propios medios. «Con un poco de ayuda –reconoce–, pero lo he hecho yo. Tenía una meta y la he alcanzado».
A los 18 años su padre la echó de casa y le tocó sufrir la calle, «muy dura, y para una mujer... no duermes». «Mucha gente me ayudó, pero me rechazó también mucho», cuenta. Siempre soñó con tener un hogar. «Veía a la gente en sus casas con las luces y los árboles en Navidad y decía '¿cuándo me tocará a mí?». Y le tocó. Fue un 11 de diciembre. «Me dijeron ¿quieres un piso? Claro, contesté. ¿Entro en un mes? No, mañana mismo, me dijeron». Y ahí está, encantada, en su casa, que es su «familia, por eso la mimo y la cuido».
En agosto de 2017, Jorge entró en su nueva casa y empezó a dejar atrás la pesadilla que había vivido. «Siempre de aquí para allá. Con miedo continuamente. Quería salir del albergue de Elejabarri, no aguantaba más», explica. Porque antes de 'Habitat Bizkaia' «no tenía vida». «Todos tenemos debilidades, lo que pasa es que no las queremos ver. Ese el problema. Ahora estoy mucho mejor», cuenta emocionado. Y se nota. «Escribo –presume–. Soy poeta, y eso me da libertad. Me da la vida y me saca de la oscuridad en la que estaba».
Cambiar «no es fácil». No es algo que se consiga «de un mes para otro». Pero Luis está avanzando, y creciendo «como persona». Siempre había querido tener una vivienda, «ser responsable de ella», y ahora la tiene, desde hace dos años y medio, cuando entró en el programa con el que la Diputación busca la inclusión social de la gente que duerme en la calle. «Estoy encantado, me han ayudado y el cambio ha sido total», asegura el hombre. Y lo que es más importante, «por primera vez puedo decir que estoy limpio».
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