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La primera idea fue celebrar la metamorfosis de Vista Alegre al calco de la corrida inaugural del 19 de junio de 1962. Seis toros de ... seis ganaderías diferentes. Solo la de Juan Pedro Domecq ha sobrevivido al paso y desgaste del tiempo y, aunque mutada y multiplicada, sigue siendo señuelo de las grandes ferias. Para la próxima edición de las Corridas Generales se cuenta con una de Juan Pedro y de Juan Pedro tendría que haber sido uno de los seis toros de la reinauguración. Rastrear la pista de las otras cinco ganaderías del estreno, dispersas o disueltas, suponía armar un puzle más que montar una corrida de garantías. Se desechó la idea de remedar el seis por seis original. Y entonces circuló una alternativa: que de cada una de las seis ganaderías que en agosto desfilarán de lunes a sábado de Aste Nagusia se lidiara un toro en la corrida reinaugural. Jandilla, hierro fijo en Bilbao, sería de la partida con tanto derecho como el que más.
No se sabe cuándo saltó por los aires el plan de las seis ganaderías, que iban a ser en todo caso ramas derivadas del tronco Juan Pedro Domecq, con o sin su apellido de marca: Garcigrande, Victoriano del Río, Zalduendo, Santiago Domecq, Jandilla… Solución salomónica: una de Jandilla, con el posible por habitual añadido de algún toro de Vegahermosa, el segundo hierro de la casa. Cuesta pensar que Jandilla, que ha lidiado este año en Valencia, Arles, Sevilla, Madrid y Nimes y que, cuando llegue agosto, habrá lidiado en Pamplona también, vaya a tener dentro de diez semanas otra corrida para Bilbao. Difícil, pero no imposible.
El remanente de toros cinqueños a los que se ha ido dando salida tras las dos temporadas de pandemia ha supuesto un alivio para los ganaderos de bravo, el sector más afectado por los dos cursos taurinos en blanco. El 80% de los toros de San Isidro eran cinqueños. Más del 50% los de Sevilla. Se da por descontado que en Pamplona va a superarse la cifra de Madrid. ¿Y Bilbao? Como muestra, el botón de Jandilla.
La inauguración de 1962 tuvo forma de tríptico: dos corridas de toros -una y otra con el mismo surtido de seis hierros- y una novillada. Antonio Ordóñez fue el día 19 cabeza de un cartel de los llamados de tres generaciones, pues César Girón, sustituto de Jaime Ostos, y el baracaldés Rafael Chacarte eran de hornadas muy diferentes.
No hubo que partirse la cabeza para encontrar un émulo de Ordóñez en corrida tan ceremonial. Todas las papeletas las llevaba Morante, sin importar que las trayectorias de uno y otro en Bilbao tengan tan poco que ver. Pero el Morante irresistible de 2021, la temporada mejor de su vida, y el rumbo sin freno del año en curso lo convirtieron en candidato único. Solo pasó que Morante tenía comprometida de antemano la fecha del 19 de junio en Torrejón de Ardoz. Una fecha firmada en el mundo del toro es sagrada. Torrejón se llevó por delante, digamos, un sueño.
Hubo que recomponer cartel. Se contaría de fijo con Roca Rey, por su tirón en taquilla y porque todavía es torero de refresco. Se echó mano de un torero como Manzanares, que en su día heredó en Bilbao el cariño y reconocimiento con que se distinguió aquí a su padre. Y se repescó a Talavante, que vivió en Vista Alegre una espléndida época entre 2010 y 2013 que ahora se antoja remota y precisa de una urgente revisión. La guinda inesperada de este regreso de los toros al Norte con mayúsculas es la presencia de Pablo Hermoso de Mendoza, no se sabe si en papel protagonista.
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