

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Sergio LLamas
Viernes, 22 de mayo 2020, 00:33
La llegada del Covid-19 ha dibujado un escenario sin precedentes. Sin embargo, hay una vecina en Barakaldo que ya pasó por una situación si ... cabe más grave en su infancia. Cuando Carmen Tordera González tenía cinco años estalló una pandemia que dejó 500 millones contagiados en todo el mundo y al menos 40 millones de fallecidos. Aquello ocurrió en 1918, y también entonces se popularizaron las mascarillas como medida de protección. A Carmen, que cumplirá 107 años el próximo jueves, la conocida como gripe española le pilló en Moneo, una pequeña localidad de Burgos que ahora apenas cuenta con medio centenar de vecinos.
«Cuando empezó aquella gripe tan contagiosa ella tenía cinco años. Lo que recuerda de entonces es que murió mucha gente», detalla la hija de Carmen, Filo González, que lleva más de dos décadas a su cuidado. En 1996 la ahora centenaria sufrió una trombosis durante la noche que le robó la mayor parte de su movilidad. «Se despertó sin poder moverse», relata su nieto Francisco González, Con todo, Carmen supo sobreponerse a aquel episodio y consiguió salir de su casa arrastrándose por el suelo para pedir ayuda a los vecinos. «No sé cómo llegó hasta la puerta para pedir auxilio, pero si no la llegan a atender y llevarla al hospital, no sale viva», explica. El marido de la mujer acababa de fallecer cinco meses antes, a los 80 años.
Carmen nació el 28 de mayo de 1913 en San Salvador del Valle, que décadas después pasaría a llamarse Trapagaran, concrentamente en La Arboleda. Ahora, con demencia y dificultad para ingerir alimentos sólidos, ha pasado la actual pandemia aislada en casa de su hija, donde reside desde hace años. «Mi madre ya no habla y ha perdido fuerzas, pero como en casa hemos estado aislados no ha corrido peligro. Aquí está bien cuidada», explica Filo, que destaca el carácter luchador de su madre.
Infancia trágica
La pandemia de 1918 se prolongó durante dos años, y al contrario que el actual coronavirus, se cebó especialmente entre la población joven, de entre 20 y 40 años. Aunque no hubo confinamiento, y menos en pequeñas localidades como Moneo, también entonces se difundió el uso de las máscaras, principalmente de tela y gasa.
Aunque ahora ya no puede preguntarle por sus recuerdos de aquel entonces, Filo recuerda cómo llamaba la familia de su madre a la pandemia de principios del pasado siglo, y el temor que le tenían por la manera en que causaba estragos. «Me decían que por aquella zona la solían llamar la peste», explica la mujer. Y eso que su familia no era ajena a la tragedia. Carmen ya había perdido a su padre cuando tenía dos años por un accidente ocurrido en la mina de La Arboleda en la que trabajaba. Fue tras la pérdida de su marido cuando la abuela de Filo, embarazada de su segundo hijo, se trasladó al pueblo de Moneo, llevándose con ella a Carmen. Allí la ahora centenaria permaneció durante su infancia, si bien en su época adulta llegó a viajar por toda España.
Cuidados
Como detalla Francisco, el nieto, «la Guerra Civil le pilló a mi abuelo haciendo la mili, así que hasta que no terminó todo no pudo regresar para casarse con mi abuela. Se hizo ferroviario y estuvo destinado en varias estaciones, como Aranjuez, Villarcayo o Barakaldo, donde vivieron entre la década de los 50 hasta casi principios de los 80»,
Carmen, que a lo largo de su vida trabajó en fábricas de embutidos y como cocinera en restaurantes, ganaba también dinero viajando hasta Andalucía para cargarse con garrafas de aceite y venderlas en Villarcayo y en Bilbao. A menudo, en aquellos viajes, en los que tenía que esconder su mercancía, la acompañaba Filo. «Yo era muy chiquitina, pero de eso estuvo viviendo muchos años. A veces se tiraba varios días seguidos viajando en tren», recuerda su hija y ahora cuidadora.
Ahora, Carmen está demasiado debilitada para recibir un homenaje, aunque la familia todavía recuerda el detalle que los alcaldes de Trapagaran y Barakaldo (entonces Tontxu Rodríguez todavía estaba al frente de la localidad fabril) tuvieron con ella cuando alcanzó los 100 años.
En la actualidad, ajena a esta nueva pandemia, se prepara para soplar una vez más una sorprendente cantidad de velas. «Nació unos meses antes de que se inaugurara el antiguo San Mamés», incide su nieto Francisco, que ahora reside en Madrid y por culpa de la cuarentena todavía no ha podido ir a visitarla, aunque confía en hacerlo pronto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Batalla campal en Rekalde antes del desalojo del gaztetxe
Silvia Cantera y David S. Olabarri
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.