Ana Sofi Telletxea y Carlos Bargos durante la presentación de la memoria. julio arrieta

La pandemia empuja a la pobreza a más de 5.000 vizcaínos

Cáritas destinó en 2020 14 millones de euros a asistir a más de 13.000 personas, el 39% de las cuales recurrió a este apoyo por primera vez

Viernes, 4 de junio 2021

«El año pasado fue tan excepcional que vamos a evitar hacer cualquier comparación cuantitativa con los anteriores. Es más, vamos a huir de las comparaciones». Carlos Bargos, director de Cáritas Bizkaia, realizó ayer esta contundente reflexión en la presentación de la memoria anual de ... la entidad correspondiente a 2020. Un ejercicio que no se puede contrastar con ningún otro, no solo por el factor del Covid, sino porque «cambió totalmente nuestra forma de trabajar con la gente, que tuvo que ser mucho más individualizada».

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Cáritas Bizkaia asistió -o «acompañó», como prefieren decir desde la propia entidad- el año pasado a 13.096 personas en el territorio, de las que más de la mitad fueron mujeres. Un 39%, esto es 5.133, recurrieron por primera vez a esta asistencia. Además, casi seis de cada diez fueron «personas autóctonas y migrantes en situación regularizada», añadieron.

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Tanto Bargos como Ana Sofi Telletxea, responsable de análisis y desarrollo de la entidad, insistieron en resaltar el impacto de la pandemia. Muchas personas que estaban integradas en la sociedad vizcaína pero de forma muy precaria se vieron abocadas a la pobreza, en muchos casos severa, «de la noche a la mañana». «El parón económico del año pasado arrojó a la pobreza a personas que antes ya vivían en la precariedad pero también a vizcaínos que no nos necesitaban, ni siquiera a los servicios sociales, pero de repente, de un día para otro, se vieron en los circuitos de Cáritas», explicaron ambos responsables.

La entidad dedicó en 2020 más de 14 millones de euros en Bizkaia al desarrollo de proyectos de lucha contra la desigualdad. Parte de esa cantidad se destinó «al área de personas sin hogar (2,7 millones), la de acogida integral (3,6 millones) y a la de empleo y economía solidaria (1,7 millones).

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La labor de Cáritas fue posible gracias, sobre todo, «al apoyo de 1.920 voluntarios, de los que la gran mayoría (80%) fueron mujeres». Bargos y Telletxea destacaron que incluso en un año tan difícil se sumaron nuevas incorporaciones, hasta 156. Además, se contó con 5.248 socios y colaboradores.

«La pandemia nos obligó a acompañar a la gente de una forma mucho más individualizada»

Carlos Bargos | Director de Cáritas Bizkaia

Soledad y falta de apoyos

El director de Cáritas Bizkaia aclaró que no «se puede trazar un perfil específico de las personas acompañadas» por la organización en el año de la pandemia, pero sí hay varias características reseñables. Una de ellas es la «soledad y la debilidad de las redes primarias de convivencia y apoyo». Muchas de esas personas constituyen un hogar unipersonal (29,91%) o un hogar monoparental (20,60%). De todas las personas apoyadas durante el año pasado, 6.267 «pertenecían a familias con menores, de las cuales, un 43% eran monoparentales principalmente encabezadas por una mujer».

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EL DATO

  • 5.937 personas recibieron apoyo para cubrir sus necesidades básicas. 5.300 tuvieron ayudas para alimentación y subsistencia y 1.868 para la vivienda.

Los responsables de Cáritas insistieron en señalar «las consecuencias de la pandemia y su impacto de manera global, intensa y rápida en las familias atendidas» por la entidad. La Covid-19 «ha hecho aflorar el empleo informal presente en nuestra sociedad, que junto a la precariedad laboral se extienden en la población atendida en Caritas junto con la pobreza, especialmente la más severa». Como explicaron, muchas personas que tenían un trabajo irregular «se vieron de pronto sin él y, por tanto, sin recursos con la llegada del confinamiento». Se trata de personas que además «no tenían ningún colchón, ni plan B, ni acceso a ayudas como la RGI o ERTEs».

Todas estas «condiciones impactaron de manera importante en las dificultades para mantener la vivienda, una realidad que va en aumento». Junto a estos problemas, «se han extendido nuevas formas de vulnerabilidad y exclusión social, como la brecha digital, que aleja a los menores de la igualdad de oportunidades en los estudios y dificulta a los adultos el acceso a prestaciones y servicios online».

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