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De todo este asunto lo único incuestionable es que hay gente en Bilbao que está sufriendo mucho porque no puede dormir. Y eso ocurre pese a que toma medidas para luchar contra los decibelios. Beatriz González, por ejemplo. Vive en un sexto piso cerca del ... Moma, en Rodríguez Arias. Se ha gastado 5.000 euros en poner en el dormitorio ventanas con importante aislamiento acústico, ha quitado la persiana y rellenado el cajón «de espuma», y ni con esas. «Los jueves, viernes y sábados mi marido se va a dormir a una habitación interior que tenemos». Ella se queda y se despierta varias veces porque siempre hay grupos que a las tantas se ponen a gritar y/o cantar en la calle.
«En las calles con discotecas y saturación de bares y terrazas el vecindario malvive muerto de sueño al menos tres noches a la semana», certifica Marisa Fernández, de la asociación vecinal Anaitasuna. También denuncia las dificultades que los residentes tienen para acceder a sus portales o a sus garajes. ¿Y qué les dicen en el Ayuntamiento? «Que no tienen una varita mágica para hacer desaparecer eso».
Lo que alegan en el área municipal de Seguridad Ciudadana es que se trata de cuestiones «de convivencia» y, por tanto, quedan fuera del ámbito de actuación de la Policía Local. En el área de Sostenibilidad apuntan que su competencia es la medición del ruido, pero carecen de herramientas para actuar en estos asuntos. Y así van pasando los años, envejeciendo el problema y también los vecinos sin que haya soluciones ni grandes novedades en un debate que también es viejo. El alcalde Aburto pone también el foco en luchar contra las actitudes incívicas «en la familia y en la escuela».
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