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Xabier Aizpuru, en el interior de uno de los remolcadores. Sergio García
«La ría cambia con cada empresa que echa el cierre»

«La ría cambia con cada empresa que echa el cierre»

Una ría y diez oficios | Xabier Aizpuru (remolcadores) ·

EL CORREO repasa algunos de los oficios más ligados a la ría de Bilbao, unos al borde de la extinción y otros que gozan de excelente salud, pero todos parte del imaginario popular

Viernes, 5 de abril 2019

El despacho de Xabier Aizpuru, la mesa anegada de papeles, está frente al muelle viejo de Portugalete. Se accede por un portal que preside una foto de los años 60, cuando la ría estaba abarrotada de remolcadores y el trasiego de gabarras y buques cargados de mineral de hierro era incesante. Xabier, de 50 años, 'amerizó' en Ibaizabal hace 20, después de licenciarse como ingeniero y empezar construyendo barcos en los astilleros Zamakona. Su cometido, prestar asistencia a los buques que entran y salen del Puerto de Bilbao, ayudarles en las maniobras hasta el muelle exterior.

«La ría ha cambiado, lo hace con cada empresa que echa el cierre», desliza con resignación cuando repasa un escenario donde sobreviven de aquella época dorada Vicinay, Navacel, la ACB, los astilleros Murueta... «Todo el movimiento ha ido desapareciendo. Del Canal de Deusto, de la dársena de Udondo, de Zorroza... Nosotros mismos, antes había un consorcio de empresas de remolcadores que fueron cerrando. Sólo queda Ibaizabal, que resiste desde 1906». Ahora tienen ocho embarcaciones, seis de ellas en el puerto exterior y sólo dos en la ría, «listas las 24 horas del día, siete días a la semana». Una media de siete maniobras al día.

Su objeto de atención tiene por lo general dimensiones ciclópeas. «Un petrolero de 280 metros de eslora que navega por debajo de los 6 nudos no tiene suficiente arrancada para gobernarse sólo con el timón. Además, por seguridad de la carga es imprescindible el uso de remolcadores para su atraque». Eliminada la temible barra de Portugalete, Xabier asegura que en la ría de Bilbao más que de zonas arriesgadas, cabe hablar de maniobras complicadas, «ciabogas con aguadutxu, cuando el barco se enfrenta a corrientes muy fuertes» fruto de las lluvias que doblan el caudal de los cauces tributarios.

Su biografía está cuajada de episodios que han saltado a las páginas de los periódicos. Como ocurrió con el 'Modern Express', del que se hizo cargo «a diez millas, después de una semana a la deriva y con una escora de 45º». O aquella 'cajonera' que depositaba bloques en la escollera del puerto, que «rompió todos los cabos a causa del temporal y se fue al garete. Lo conseguimos arrinconar contra el muelle a base empujones, y así pasamos toda la noche». O el 'Ocean Saphire', un petrolero que estaba fondeado fuera y que empezó a garrear –cuando el ancla no consigue fijarse en el fondo–. Gracias a la experiencia de los remolcadores, conseguimos entre cinco que no se estrellara contra Punta Lucero». Pero no lo cambia por nada. «La ría engancha –dice como si cualquier otra respuesta estuviera fuera de lugar–. Nos conocemos todos y todos están a ayudarse».

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