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El plan es que la isla de Zorrozaurre sea autosuficiente en materia energética. Que produzca ahí mismo todo lo que necesita para funcionar. Incluso más; que genere un excedente para volcarlo en el sistema. Y que lo haga con tecnologías limpias, no contaminantes. Pero ... claro, en esa lengua de tierra no se van a poner molinos eólicos, no hay saltos de agua, no hay grandes espacios para instalar placas solares... ¿Cómo, entonces, se va a lograr el objetivo? Es lo que quiere saber el Ayuntamiento de Bilbao. Por eso ha lanzado una consulta al mercado para que distintos agentes le den ideas. Lo hace en colaboración con el Ente Vasco de la Energía (EVE), que ya sabe bastante del asunto.
Javier Marqués, director técnico de la organización, que depende del Gobierno vasco, hace para EL CORREO un recorrido por las distintas posibilidades que se plantean. Un anticipo: la conclusión es que, asumámoslo, estamos ante un reto muy difícil. Y en cualquier caso la solución pasará por la hibridación; es decir, por mezclar diferentes fuentes energéticas que se complementen entre ellas. Lo más posible es que sean solar y geotérmica. «Debemos ir a un mix del sistema», asume también el concejal de Obras y Planificación Urbana, Asier Abaunza. Y se remite a los resultados de la consulta de mercado.
Pero ya se pueden ir avanzando cosas. Como punto de partida hay que recordar que el catálogo de energías limpias es limitado, lo que dificulta encontrar soluciones revolucionarias pero facilita realizar un análisis previo por la vía del descarte. Marqués, del EVE, enumera las posibilidades: biomasa, hidráulica, solar, eólica, geotérmica y el aprovechamiento de energías oceánicas (utilizar corrientes, mareas y olas para producir electricidad).
Empezamos con los descartes. En la biomasa ni pensamos porque pese a que la materia prima es limpia, hay que quemarla, y el Ayuntamiento no quiere que la producción energética se sostenga en la combustión. En cuanto a la hidráulica, como queda dicho, no tiene sentido porque en Zorrozaurre, evidentemente, no hay saltos de agua. Y de la eólica ni hablamos porque nadie se plantea plantar una fila de molinos, ni grandes ni pequeños, en el nuevo barrio.
Con la solar ya empiezan a surgir matices. «Podría jugar un papel» en el futuro de la isla, pero «limitado», admite el director técnico del EVE. El motivo es que captar la fuerza del sol requiere grandes superficies para instalar placas. En un estudio elaborado por Tecnalia hace un lustro, precisamente para Zorrozaurre, se cifraba en 20.000 metros cuadrados el área necesaria. Así que no se puede tener en cuenta como fuente prioritaria. Pero quizás sí combinada con otras.
¿Cuales? Por ejemplo, la geotermia. «Consiste en aprovechar el calor del subsuelo», explica Marqués. En Bilbao ya hay muchos ejemplos. El último, la estación Intermodal. Y antes, «el edificio de La Comercial, en la Universidad de Deusto; o la sede de Naturgas». El sistema consiste en llevar tubos a decenas de metros de profundidad donde hay una temperatura estable de unos catorce grados y crear un circuito cerrado de agua. En invierno sólo hay que calentarla partiendo de los catorce grados, y en verano enfriarla partiendo de esa temperatura. Vamos, que la tierra hace parte del trabajo, pero hay que ayudarla.
Eso se hace mediante una bomba de calor que funciona, claro, con electricidad. Y es aquí donde podría entrar en juego la energía solar. Para complementar la geotérmica. «Creemos que en esta dirección irán las soluciones finales».
Pero hay un matiz: en la isla se necesita algo más que agua caliente. «Puede comprarse electricidad verde sin producirla in situ», dice Marqués. Eso rompería con la autosuficiencia de la isla en materia energética, pero mantendría su etiqueta verde. Eso sí, con un mérito relativo porque a partir de 2050 se prevé que toda la energía sea renovable. Lo dice «el acuerdo de París», recuerda el director técnico del EVE. Quizás ocurra, o quizás no.
Por último están las energías marinas. Aquí no encontraremos la solución. En Zorrozaurre no hay olas. En cuanto a las corrientes subacuáticas, tampoco es viable, ni siquiera en mar abierto porque «hacen falta velocidades superiores a tres metros por segundo» y en el Cantábrico frente a Euskadi «no llegamos ni a un metro por segundo». ¿Y las mareas? Sólo es factible cuando su recorrido «es de cinco metros, y aquí estamos bastante por debajo».
Lo dicho, geotermia y sol aparecen como las bazas principales. Acompañadas de algo que siempre hay que tener presente, especialmente en los nuevos desarrollos urbanísticos: «la eficiencia energética de los edificios», apunta Marqués. Que consuman lo menos posible. Incluso habla de los 'positive energy blocks', edificios que no sólo son autosuficientes sino que generan más energía de la que necesitan. Aunque esto es otra historia y a la tecnología le queda mucho por avanzar.
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