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Luis Calabor

La pareja que se pinchaba delante de su hijo de 3 años

CALABOR: 40 AÑOS DE SUCESOS EN EL CORREO (7) ·

Veinticinco años después, aún me indigna la conducta de aquellos dos heroinómanos franceses, con un niño que estuvo a punto de acabar en la ría

Lunes, 29 de marzo 2021

Durante muchos años, los yonquis fueron una presencia constante en la vida cotidiana de Bilbao, y más todavía en la información de sucesos. Aquí se movía mucha heroína y las consecuencias se veían en las calles, con sobredosis diarias y muertes cada dos días. Yo ya me sabía el protocolo y, si llegaba el primero a un caso de sobredosis, le daba de tortazos para que no se durmiese, en espera de que llegasen los sanitarios con la naloxona. ¡Había que darles fuerte, no quedaba otra! Ahora repaso mis archivos de fotos y puedo comprobar lo que significó la droga en los 80 y los 90: cuántos personajes de los que salen en las imágenes se quedaron por el camino y cuántos delitos e incidentes estaban relacionados con aquella necesidad de conseguir la dosis.

De todas las imágenes de aquellos 'años de los yonquis', hay una que me impresionó mucho más que cualquier otra. Todavía hoy la miro y siento cómo me sube la indignación por dentro. Fue en noviembre de 1996: andaba por ahí con el coche y, entre los puentes de La Merced y La Ribera, vi a una pareja que estaba pinchándose con un niño de 3 años delante. Las escaleras de la ría eran una zona habitual para picarse: teóricamente, ahí pasaban desapercibidos, aunque en realidad era un sitio con bastante peligro, porque resultaba fácil resbalarse, golpearse la cabeza y ahogarse en la ría. Yo pensaba que ya lo había visto todo en el tema de las drogas, pero nunca me había tocado ni me ha vuelto a tocar lo de encontrarme con una pareja que se inyectase delante de su hijo en plena calle: supongo que sí ocurre en las casas, en el seno del hogar, pero ¿qué es eso de picarse con el crío ahí?

Paré el coche, les grabé un vídeo y llamé a la Policía. Todavía no había llegado la patrulla cuando el niño se puso a trepar por las barandillas y se cayó por la parte de fuera, desde unos dos metros de altura. A punto estuvo de acabar en el agua, yo me ponía malo. Aparecieron los ertzainas y los identificaron: eran una pareja francesa que por las noches dormía en su coche. En aquellos años era bastante habitual que viniese gente del sur de Francia a pillar heroína en Bilbao: de hecho, si la Policía veía una matrícula francesa por La Palanca, echaba el alto al vehículo por sistema. Solían hacer el viaje solo para eso y después se volvían para su tierra.

Luis Calabor

«¡Me puse de una mala hostia...!»

Los ertzainas hablaron con Asuntos Sociales y al final les permitieron marcharse. ¡Me puse de una mala hostia...! ¿Cómo podían dejar al niño a merced de aquellos dos, que no podían ni responsabilizarse de su propia vida? El vídeo abrió varios informativos en Antena 3 y se montó un buen revuelo, porque las imágenes eran muy duras de ver. El problema, claro, era que a aquellas alturas nadie sabía ya dónde podía estar la pareja, pero ahí es donde intervino la casualidad, que a veces echa una mano: el día siguiente me los encontré por la Gran Vía y volví a llamar a la Ertzaintza. Al final, la Diputación decidió hacerse cargo del chaval: se pusieron en contacto con los abuelos, que vinieron y se lo llevaron a Francia. Qué mejor que eso, ¿no?, yo creo que habría sido lo más sensato desde el principio. El departamento de Acción Social lo vendió como que habían actuado desde el primer momento, pero en realidad solo lo hicieron a raíz de la presión de la tele y el escándalo que se produjo.

Han pasado veinticinco años, pero las imágenes siguen resultando igual de chocantes y de desagradables, quizá todavía más que entonces, porque hemos perdido la costumbre de presenciar por la calle los estragos de la heroína. Hace unos años, subí el vídeo a mi cuenta de YouTube, pero me lo censuraron por violento.

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