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«La noche ha sido muy frustrante». Los agentes de investigación de la Ertzaintza que ayer por la mañana llevaban horas sin dormir en busca ... del bebé y su secuestradora confesaban a este periódico que habían vivido unas horas de impotencia ante una ciudad vacía. «No había nadie por la calle y todos los sitios con cámaras de seguridad en las que podíamos tener imágenes estaban cerrados».
Ertzainas, patrulleros y 'askatus' (de paisano) de la comisaría de Bilbao y del grupo de delitos contra las personas, así como agentes de investigación de la sección territorial y de los servicios centrales, en estrecha colaboración con la Policía Municipal, sus efectivos a pie de calle y la unidad canina unieron fuerzas en un desesperante operativo nocturno. Recurrieron incluso a las emisoras de los taxistas, a los conductores de Uber y a repartidores de comida a domicilio para disponer de más ojos que peinaran la ciudad en la búsqueda del pequeño. Fueron once horas de angustia y un despliegue a ciegas por un Bilbao dormido. La adrenalina y estómago encogido ante un asunto tan sobrecogedor evitó la desesperanza.
Cuando la ciudad empezó a desperezarse, a partir de las seis y media de la mañana, y se difundieron las imágenes de la raptora saliendo del hospital renacieron las posibilidades de recuperar el rastro de la fugitiva y del pequeño. La decisión de hacer públicas las imágenes, algo infrecuente, resultó clave para la resolución del caso. «Necesitábamos la ayuda de todos los ojos de Bilbao», razonaban. El objetivo era claro: todos los bilbaínos tenían que despertarse con la noticia y así ofrecer cualquier información que ayudara. La respuesta ciudadana fue casi inmediata. Decenas de llamadas ofrecieron información valiosa a los policías, que reconstruyeron los pasos de la sospechosa.
La vecina de Santutxu que encontró al bebé en su felpudo había visto la noticia del secuestro en la web de EL CORREO. Se la habían mandado por WhatsApp y no dudó ni un momento en que se trataba del pequeño raptado. Vestía un pijama de rayas y, pese a ser un recién nacido, estaba tranquilo, como si acabara de comer. Amigas de la secuestradora -Mireia C.S., de 24 años- habían hablado con ella y también se pusieron en contacto con la Policía.
«Hemos encontrado al niño. Lo han dejado en un portal de Santuxu en el felpudo de una vivienda. Ya están las patrullas allí y en principio coincide. Es un niño, varón y tiene la pinza del cordón umbilical todavía puesta. Creemos que es él. Y está perfectamente». Fue el mensaje que lanzó por la emisora la primera patrulla que llegó a las ocho de la mañana. Aimar estaba sano y salvo.
El hallazgo tranquilizó los ánimos y auguraba que la secuestradora tenía que estar cerca. Tras tocar el timbre del octavo y dejar al niño en la puerta no había tenido mucho tiempo para alejarse. Además, ya la tenían identificada y sabían dónde vivía con su madre y un hermano, aunque en su domicilio no había nadie. También podía encontrarse con su novio, pero agentes municipales le localizaron en el barrio cercano de Basarrate y tampoco estaba con él.
Los investigadores contactaron entonces con las amigas de Mireia, en cuyo domicilio de la calle Fika, también en Santutxu, había pasado la noche. Apenas a 200 metros de la vivienda donde fue entregado el niño. Mireia les había hecho creer que el bebé era suyo. «Estábamos todos ilusionados. Hasta habíamos preparado ya una cunita para regalársela», confesaban a este periódico. Incluso grabaron vídeos e hicieron fotos de ella con el crío y las compartieron por WhatsApp con sus conocidos durante toda la noche. Además, mientras la raptora descansaba, supuestamente agotada tras el parto, le dieron cinco biberones. Hasta esa vivienda también llegaron las informaciones sobre el secuestro de un bebé en Bilbao y a las amigas de Mireia les entró la zozobra y les embargaron las sospechas.
Sabiéndose ya perseguida, cuando la fugitiva se quedó sola con el crío en el piso aprovechó para salir y sólo ella sabe qué pasó por su cabeza para dirigirse al portal para abandonar al bebé. ¿Eligió al azar la vivienda de una auxiliar de enfermería que había trabajado en una clínica ginecológica o sabía que lo dejaba en buenas manos?
Los investigadores comenzaron entonces una negociación con sus allegados para que intentaran convencerla de que se entregara. Llegaron a idear una cita de una de las amigas con ella en un bar de la zona, pero no se presentó. Un nuevo aviso dio un giro a la búsqueda. Mireia había sido vista en Zorroza, su barrio, donde finalmente fue arrestada.
Vecinos de Zorroza vieron a Mireia deambular por el parque del ferial, junto al frontón, en el corazón de Zorroza, sobre las diez y media de la mañana. Llevaba un vestido de flores que le había dejado una amiga. Al sospechar que pudiera tratarse de la mujer más buscada en Bilbao, avisaron a la Ertzaintza. Agentes de paisano en primer lugar y patrulleros después acudieron al lugar y, tras comprobar que se trataba de la sospechosa, la detuvieron acusada de un delito de secuestro. Mireia se encontraba con una amiga, que llevaba el pelo en una coleta y pantalones vaqueros. Antes de que los policías se la llevaran, las dos mujeres se fundieron en un abrazo. La presunta secuestradora estaba llorando y muy nerviosa.
En su perfil de Facebook, Mireia habla de Zorroza como su barrio. Con su arresto terminaba una noche infernal para unos padres y de enorme tensión para los policías encargados de su búsqueda. La mujer fue conducida en un vehículo policial hasta el centro de detención de Bilbao, en la comisaría central de la Ertzaintza en Ibarrekolanda, donde estaba previsto que prestara declaración y pasase la noche en los calabozos. Una vez que se completen las diligencias policiales será puesta a disposición judicial.
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