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Florencia es una de las ciudades más bonitas del mundo. El duomo o la galería de los Ufizzi están entre sus principales atracciones, visitadas por millones de turistas de todo el planeta. Roberto Martínez, presidente de la agrupación de jubilados de Bizkaia Nagusiak, reservó un ... viaje hace un tiempo para disfrutar de los encantos de esta ciudad junto a su mujer. Voló con Maite hace cuatro días. Tenían el viaje de vuelta este sábado. Pero quedaron atrapados tras la cancelación de los vuelos a España, de la que tuvieron noticia ayer. Y eso que antes de partir, se informaron. «Nos dijeron que no había ningún problema en esta zona», explicó.
En un principio, buscó otros vuelos con otras conexiones para volver a Bilbao, pero fue imposible. También tenía pensado tomar un tren hasta Hendaya, pero también fue cancelado. Así que tras montarse esta tarde el tren de Alta Velocidad entre Florencia y Roma, se subirán a otro en la antigua capital imperial hasta Civitavecchia, a 60 kilómetros, desde donde zarpa el barco a Barcelona. Esta misma noche tienen previsto cogerlo para llegar mañana a la ciudad condal.
«Desde allí, ya se verá cómo volvemos, si en tren o en autobús». Es todo un «palizón», pero es que allí «no pintábamos nada. Es muy triste ver todo cerrado, es impresionante, no hay nadie por la calle. Parece una ciudad fantasma, estábamos 20 personas por la calle en total. Si me dicen de volver, no vuelvo en la vida», comenta, muy impresionado. En Italia, dice, el panorama es desolador. «Sí que dejan entrar a la catedral del Florencia, pero solo si vas a rezar, y de uno en uno». Las calles están desiertas, los museos cerrados y las cafeterías vacías a las seis de la tarde. Hoy, han cerrado todos los negocios, excepto las farmacias y las tiendas de alimentación, hasta al menos el 3 de abril. «No hay nadie. Florencia parecía una ciudad fantasma», cuenta a este periódico.
El personal del Consulado, con el que han estado reunidos hoy, les ha tenido que expedir un certificado que acredita que son viajeros que retornan a sus países de origen. No están permitidos los viajes de turismo. «He intentado ir a Siena, y a Pisa, y no te dejaban. Solo si viajabas por trabajo o por enfermedad».
El barco es la única opción factible para regresar a casa. Martínez ha recibido hoy un correo electrónico de la compañía de vuelos, en la que les explican que las conexiones han quedado canceladas y que podrán intercambiar el billete. «De qué me sirve ya», se queja. «Nos hemos tenido que buscar la vida para volver por nuestra cuenta», censura. Eso sí, agradece la amabilidad del personal que le ha atendido en el Consulado. También se pregunta dónde podrán reclamar. Y a quién. Porque han tenido que financiarse todo el regreso con el dinero de su propio bolsillo. Solo el tren les ha costado 140 euros y el ferry, otros 125. Y en casa, la cosa va camino de estar igual de animada.
Los colegios, universidades y los hogares del jubilado están clausurados. Se han suspendido partidos y programas culturales, hasta las fiestas de Deusto. La medida de cerrar los hogares de mayores le parece «lógica», ya que «somos el mayor colectivo de riesgo». Aun así, se muestra preocupado porque cree que serán los abuelos de la familia, con menos quehaceres ahora, quienes atiendan a los niños por la imposibilidad de los padres de conciliar.
La cancelación de los vuelos por sorpresa ha dejado una estela de bilbaínos tratando de salir del país y de regresar a Euskadi. Hoy mismo, el exgerentede la asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Jon Aldaiturriaga, llegaba a Barcelona tras una odisea similar. También ha tenido que coger un barco entre Roma y Barcelona para regresar.
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