La Primitiva de este sábado: comprobar resultados del 1 de febrero
Jesús Orive posa durante una comida familiar rodeado de sus hijas, Araceli e Itziar. E.C.

«No se busca igual a un hombre mayor que a un joven que ha desaparecido»

Se cumple un año desde que se perdió el rastro de Jesús Orive, vecino de Trapagaran, y su familia lucha para tratar de seguir adelante con su vida

Viernes, 20 de octubre 2023, 01:15

Araceli e Itziar llevan un año haciéndose preguntas. Quieren pensar que su padre, Jesús Orive, falleció al caer en alguna sima mientras caminaba por el monte, que era lo que más le gustaba hacer. Es la hipótesis que más les reconforta. Pero lo cierto es ... que no tienen garantías de nada y no pueden evitar que les asalten otras ideas. Sobre todo a las noches. Algunas de ellas, horribles. A veces, Araceli cierra los ojos para tratar de dormir y ve a su padre tirado en el suelo. «¿Y si le robaron antes de matarle? ¿Estaba sólo? ¿Sufrió?». Pero hay una cuestión que les atormenta especialmente: «¿Hicimos todo lo posible por buscarle?».

Publicidad

Jesús Orive, vecino de Trapagaran, desapareció el 19 de octubre de 2022. Justo ayer se cumplió un año del inicio de una pesadilla que parece no tener fin para Araceli e Itziar. La búsqueda de Jesús se suspendió unos 15 días después. El pueblo se volcó con la familia y en el operativo de búsqueda. La familia de Jesús estará eternamente agradecida a sus vecinos. Todavía hoy algunos de ellos le buscan por el monte e incluso descienden a simas del entorno de La Arboleda buscando alguna pista. Pero, semana después de la desaparición, sin pistas de las que tirar, la gente empezó a retomar sus vidas y el pueblo recobró la normalidad. Y tienen claro que las autoridades no le dan la misma importancia a la búsqueda de un hombre mayor que a la de un joven desaparecido.

A Araceli e Itziar les cuesta avanzar y dejar atrás el momento que cambió para siempre sus vidas. Itziar tiene hijos pequeños que no le permiten pensar mucho y también hace deporte para tratar de liberar tensión. Pero Araceli ha necesitado apoyo psiquiátrico para tratar de seguir adelante con su vida. «Mi familia me anima, pero hay días que no me apetece nada salir de casa», explica.

Los seres queridos de Jesús supieron que algo había ocurrido cuando hace un año no se presentó a las ocho y veinticinco de la mañana para llevar a sus nietos a la escuela. Su hija vive muy cerca, en Trapagaran, y este hombre de 82 años, calderero jubilado, se presentaba todos los días allí como un reloj. Se desvivía por ellos.

Publicidad

Sus hijas empezaron a llamarle al teléfono móvil. No había respuesta. Laura, una de sus nietas, les contó que ese día le había llamado sobre las siete y media de la mañana. Iba de camino a la universidad y ya notó que a su aitite le pasaba algo raro. A las tres de la tarde presentaron la denuncia de desaparición y movilizaron a todo su entorno. Su padre no sufría desaparición ni alzhéimer. A sus 82 años era capaz de caminar 20 kilómetros diarios por el monte. Pero ese día algo pasó.

Todavía hoy algunos vecinos le buscan por el monte y descienden simas en la zona de La Arboleda

Señal GPS

Hay muy pocas pistas de lo que ocurrió ese día. Su tarjeta barik le sitúa en el funicular que sube a La Arboleda. Una cámara de seguridad le captó después en una gasolinera, cerca del Ballonti. Un testigo dijo que no dejaba de repetir su nombre. Pero nadie le preguntó si estaba bien o llamó a los servicios de emergencias. Decenas de personas se movilizaron para localizarle. Pero no había ni rastro de él. Lo último que se sabe es que la señal GPS de su móvil le volvió a situar después por la zona de La Arboleda.

Publicidad

Lo que Itziar y Araceli no sabían en ese momento es la tortura añadida que sufren los familiares de los desaparecidos. No se trata sólo del dolor y la incertidumbre por la ausencia. De lo que hablan es de la imposibilidad de realizar ningún tipo de trámite que esté vinculado con su padre.

Hasta pasado un año no se puede certificar la declaración de ausencia y no se puede registrar su fallecimiento hasta cinco después. Durante este año han tenido que seguir pagando todos los gastos domésticos de la casa de su padre. No pueden cortar la luz ni suspender la línea de teléfono. Incluso le han subido 50 euros el seguro del hogar. En todas las administraciones, para cualquier gestión, tienen que demostrar que su padre ha desaparecido y no es suficiente con presentar la denuncia. «No somos nadie. Todo son problemas y a veces te hacen caso porque te ven destrozada».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad