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El último informe de Cáritas alerta de que la crisis provocada por el coronavirus ha causado «un shock sin precedentes» en nuesta sociedad. «Nos olvidaremos pronto del covid, pero su daño a nivel social tardará mucho en sanar», asegura el responsable de la entidad diocesana ... en Bizkaia, Carlos Bargos (Muskiz, 1964). Desde la irrupción del virus, la entidad que dirige ha multiplicado por cuatro el dinero que destina a ayudas directas, pasando de uno a cuatro millones anuales. «Somos una fábrica de esperanza», dice.
- ¿Cuánto daño está haciendo el Covid-19 a nivel social?
- Uno de los problemas de esta crisis es que ha aparecido cuando aún arrastrábamos la resaca de la anterior: la crisis del ladrillo. Tenemos un modelo económico que es capaz de generar grandes bolsas de exclusión social. Y lo hace de una manera mucho más rápida que nuestra capacidad para cerrar esos agujeros. Es dramático.
- ¿Qué es lo más urgente?.
- Sobre todo ha crecido la desigualdad. Esta crisis ha polarizado la sociedad. Hay personas que están igual o, incluso, mejor que antes, pero ha supuesto un mazazo para los más vulnerables. La distancia se ha agrandado muchísimo. También hay personas que estaban en el límite de la exclusión social o a punto de salir de ella y esto les ha terminado por hundir. Se han generado una serie de brechas que cada vez son más complicadas de superar.
- El análisis de Cáritas es muy preocupante.
- Lo es, sin duda. Nos olvidaremos pronto del Covid, pero sus heridas sociales tardaron mucho tiempo en sanar.
- Hablemos de esas brechas, ¿cuál es la más difícil de taponar?
- Bueno, todas son graves. Estamos hablando de una brecha de género: la mujer que estaba en una situación difícil lo tiene ahora mucho peor. Hay una brecha laboral, con mucha precariedad, empleo temporal... Ahora tenemos nuevos trabajos, como los repartidores de comida o de mercancías... Son personas que son pobres pese a tener un empleo. Eso no había pasado nunca. Hay también una brecha en bienes básicos como la vivienda, que, no olvidemos, es un derecho universal. Está la brecha para los migrantes, que ahora lo tienen mucho peor que antes para integrarse. Y hay también brechas que no son solo económicas.
- Como por ejemplo.
- Está la soledad, la necesidad de acompañamiento... Y ahora hemos visto también que el virus ha disparado el número de analfabetos, pero no de gente que no sabe leer ni escribir sino de analfabetos digitales. Son muchas veces personas con recursos económicos suficientes pero que no pueden valerse porque ahora todo es on-line y no saben o no tienen una conexión a internet. Es una exclusión en toda regla, muy injusta y a todos los niveles; muchas veces propiciada por la propia Administración. Aquí viene bastante gente pidiendo auxilio para hacer trámites que antes se resolvían en una ventanilla.
- Hablaba de vivienda, el Gobierno ultima una ley que regulará el precio del alquiler.
- Estamos ante una emergencia sanitaria pero también habitacional. Hay una dificultad extrema de acceder a una vivienda digna. Los organismos internacionales recomiendan que se destine el 30% de los ingresos al hogar, pero hay muchas familias que tienen que dedicar un 100%. Es de locos. Hay quien vivía en una habitación y se ha tenido que ir a otra peor. La ley tendría que garantizar el derecho a la vivienda digna y evitar que sea un bien de mercado o especulativo.
- Suena revolucionario.
- Claro, es que es así. Ni personas sin vivienda ni viviendas sin personas. Hay miles de casas vacías en Bizkaia...
- ¿Cáritas es partidaria de limitar el precio de los alquileres?
- Sí. Hay que normalizarlo. No puede ser un mercado libre. Hay que garantizar que nadie pase penurias.
- En su informe hablaban también de la pobreza energética. El número de personas que no tiene en Euskadi acceso a una fuente de energía se ha multiplicado por seis. La subida de la electricidad y el gas no da tregua en los últimos meses.
- Sin duda. Para una persona con trabajo estable, que suba el precio de la luz es un fastidio, pero para alguien que vive con lo justo es un drama porque puede acabar con el precario equilibrio que determina el rumbo de su vida.
- La Covid-19 ha provocado la cancelación de eventos solidarios y de campañas que contribuyen a que Cáritas se sostenga económicamente. ¿Han notado este impacto?
- Lo cierto es que hemos aumentado nuestra capacidad de ayuda porque los vizcaínos se han volcado. Ha sido una ola de solidaridad. Gente que se ha hecho socia o socios, que han hecho aportaciones extraordinarias porque entendían que este era el momento de echar una mano. También con los voluntarios. Tenemos 2.000 personas dispuestas a colaborar. Eso es un tesoro. La verdad es que el virus, en ese, sentido ha sacado lo mejor de nuestra comunidad.
- ¿Qué puede hacer alguien para colaborar con su entidad?
- Además de respaldo económico, pueden aportar su tiempo, su experiencia y sus conocimientos. Son muy valiosos para nosotros.
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