Manu Cecilio

Bizkaia necesita 2.400 pisos nuevos al año para que el «problemón» de la vivienda no empeore

Con un sueldo medio de 1.394 euros los jóvenes tienen vetada la compra y han de compartir casa para pagar unos alquileres disparados

Luis López, Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (infografías)

Lunes, 13 de marzo 2023, 17:12

Se acomoda en la silla, toma aire, cierra un poco los ojos, y suelta: «Horroroso». Josune García está hablando del proceso para buscar piso de alquiler en Bilbao. «Frustrante». Es bilbaína y ha regresado a la ciudad tras más de una década de trayectoria profesional ... fuera de Bizkaia. «Vergonzoso». Tiene 39 años, un contrato fijo en una empresa solvente y pocas ganas de andar compartiendo casa. Lleva unas semanas acogida por sus padres y ha asumido que, con suerte, tendrá que pagar como mínimo 900 euros por un lugar modesto. «Una pasada, vamos. Es increíble los zulos que se ofrecen, en qué condiciones están, y a qué precios».

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¿Por qué? ¿Qué está pasando con la vivienda? ¿Por qué testimonios como el de Josune nos suenan tan habituales? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Los expertos coinciden en la respuesta: el problema de la vivienda en Euskadi es... doble. Es difícil comprar y es aún más difícil alquilar

Veamos por qué.

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Efectivamente, las administraciones han puesto la vivienda en el centro del debate. A este tipo de situaciones, por ejemplo, es a las que se refirió esta semana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando habló del «problemón» de la vivienda. No es algo nuevo sino un tormento persistente que frena la emancipación de los jóvenes, la formación de familias y, en consecuencia, es en buena medida responsable de la crisis demográfica. Lleva décadas siendo así.

Lo que ocurre ahora es que con varios procesos electorales en ciernes se sacan a la palestra asuntos sensibles, aún a riesgo que quedar reducidos a caricaturas en la centrifugadora del debate político nacional. El Gobierno central ha anunciado la puesta a disposición para alquiler social de 50.000 viviendas de la Sareb, y financiación para otras 43.000. No queda claro hasta qué punto todo eso va a ser muy eficiente por la ubicación y el estado en el que está la quincalla inmobiliaria del 'banco malo'. También está por ver el alcance de las líneas ICO con 4.000 millones de euros provenientes de los fondos europeos para la financiación de las nuevas promociones. Pero tener todo esto sobre la mesa sirve como pretexto para hablar una vez más de este asunto fundamental y sangrante que a menudo desafía a la lógica.

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10 euros

el metro cuadrado construido es el precio medio al que se firmaron los alquileres en Bizkaia en el segundo semestre de 2022. Seis años antes estaban a 8,4, según datos del Gobierno vasco.

59.317 viviendas

en alquiler había en Bizkaia en 2021, último dato disponible, 20.000 más que diez años antes. Pese a ello está lejos de cubrir una demanda que no deja de crecer por las dificultades para acceder a una hipoteca.

Los principales damnificados del desmadre inmobiliario son los jóvenes. El sueldo medio de los vascos entre 18 y 34 años es de 1.394 euros, según el Observatorio de la Juventud. Queda claro que no hay posibilidad de ahorrar para dar la entrada de una hipoteca, así que han de recurrir al alquiler. El problema, ya se ha visto, es que es muy caro. Según los contratos de arrendamiento inscritos en el Gobierno vasco en el tercer trimestre de 2022, el precio en Bizkaia era de 10 euros el metro cuadrado construido. Ha subido mucho porque en el mismo momento de 2016 era 8,4.

La solución es compartir. Lo es incluso para jóvenes profesionales dignamente remunerados. Mikel Etxebarria condensa en sus circunstancias la esencia misma de los tiempos. Vecino de Deusto, ingeniero industrial, 27 años, un salario en torno a los dos mil euros y vive de alquiler con dos amigos que están en un momento vital parecido. «Nos conocíamos desde hace tiempo y surgió la idea de irnos juntos». Desde hace un año están en un piso por el que pagan 1.400 euros. ¿Caro? Qué va. «Al principio pedían 1.580 y lo descartamos». Pero, y aquí hay otra circunstancia recurrente en este mercado, los propietarios «no querían alquilarle a cualquiera». Así que tras conocer sus perfiles (jóvenes locales, profesionales, solventes) «nos hicieron una contraoferta» y llegó la rebaja en el precio.

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La ayuda familiar

El objetivo de los tres es ahorrar un poco para luego volar cada uno por su cuenta y dar la entrada de un piso en propiedad. ¿Salen las cuentas? «Me va a tener que ayudar mi familia. El mercado de la vivienda es desesperante, carísimo, y en cuanto algo te interesa, desaparece, tanto para alquilar como para comprar».

No es este un caso exótico ni mucho menos. Hace ya un par de meses, en estas páginas, representantes del sector inmobiliario destacaban la profusión de pisos compartidos por jóvenes profesionales. Es además un modo de dar salida al arrendamiento de viviendas grandes y caras en el centro de Bilbao. Antes de la pandemia eran ocupadas mayoritariamente por altos directivos o profesionales muy cualificados que llegaban aquí para una temporada. Eso ya no ocurre tanto (por el teletrabajo y porque las empresas ya no están dispuestas a gastarse esos dinerales) y su espacio ha sido ocupado por grupos de jóvenes que buscan emanciparse del hogar familiar sin caer en la ruina. Una especie de paso intermedio antes de una vida independiente.

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Esta es la situación a ras de tierra. Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto tan enloquecido en el acceso a algo tan básico como es la vivienda? Las claves económicas ya las han visto; están en esta página, arriba. También hay que tener en cuenta que en un mercado libre las cosas cuestan lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas, y parece que siempre hay alguien dispuesto a pagar esas fortunas por los pisos, así que las culpas de lo que está ocurriendo se reparten mucho.

Hay miles de jóvenes que han de dejarse la mitad del sueldo en pagar una habitación, o que no les queda más remedio que cronificarse en la casa de los padres

Pero hay también una explicación demográfica para entender todo esto. ¿Acaso ha crecido la población y por eso no hay vivienda suficiente para dar respuesta a la demanda? No. Desde hace treinta años Bizkaia se mantiene en el entorno de los 1,15 millones de habitantes (ahora somos 1.149.344, según el último dato oficial, de 2022). Pese a eso, desde 1991 el número de viviendas en el territorio ha pasado de 423.686 a 556.159. Es decir, ha crecido un 31% en estas tres décadas, según datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat). ¿Cómo es posible entonces que haya ahora tanta demanda de pisos insatisfecha?

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Es porque cada vez vive menos gente junta. Durante 1991 en cada hogar residían de media 3,32 personas (y ya había bajado desde las 3,69 de 1981). La cifra ha ido descendiendo hasta las 2,31 del pasado ejercicio, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, en treinta años se ha reducido un 30,5% el tamaño medio del hogar en Bizkaia. Nótese que es el mismo porcentaje en el que, durante ese tiempo, ha aumentado el parque inmobiliario en el territorio. Lo de que haya menos gente por piso tiene que ver con que se está disparando la cifra de personas que viven solas: 143.473 en 2022, según datos del Eustat, lo que supone más del triple que hace tres décadas. Eso quiere decir que, descontando segundas residencias y casas vacías (sobre todo en zonas rurales) casi uno de cada tres hogares en Bizkaia es unipersonal.

El problema es que según las proyecciones del INE la tendencia sigue en esa dirección. Su previsión es que dentro de tres lustros, en 2037, la población del territorio se mantenga gracias a la llegada de inmigrantes. Pero la ocupación media por vivienda seguirá bajando. En concreto, un 7%, hasta las 2,15 personas. Así que en ese mismo porcentaje debería crecer el parque inmobiliario para acoger al mismo número de vizcaínos que ahora. Es decir, en más de 36.000 viviendas hasta 2037. Eso son 2.400 al año de media. Y semejante aumento sería únicamente para mantener la situación actual, es decir, sin solucionarla y limitándose a que no empeore.

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Diferentes opciones

Los planes del Gobierno vasco son que desde ahora hasta 2036 se levanten 24.000 pisos de alquiler público asequible en toda la comunidad autónoma, que se sumarán a los 26.000 existentes. El parque residencial también puede crecer con la rehabilitación, sacando al mercado inmuebles ahora inhabitables, o segregando viviendas grandes que ahora no tienen público. Incluso se están explorando nuevas formas residenciales como el coliving (que vienen a ser una especie de apartahoteles) para dar respuesta a las necesidades de la población más joven.

Ya ahora hay iniciativas originales por parte de las administraciones para facilitar alojamiento a estudiantes. Como, por ejemplo, el programa Jóvenes Solidarios de Bilbao, en el que participa Mar Puig, catalana. «Quería hacer un máster en cooperación internacional y buscando por toda España me decanté por el de la UPV». Viendo lo que costaba un alquiler aquí empezó a explorar alternativas baratas y dio con el programa municipal. El piso, que comparte con un compañero, está en Otxarkoaga, le cuesta 55 euros al mes, y a cambio de una renta tan baja da clases de empoderamiento a las mujeres gitanas del barrio.

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Sí, está claro que esto es una anécdota que no va a solucionar el problema de la vivienda para los jóvenes, y que quienes quieran alquilar han de armarse de paciencia y tener suerte. Unai Orbegozo la tuvo: vive con su pareja y paga 600 euros al mes. Hay varias circunstancias que explican el chollo. Primero, que el piso está en el barrio barakaldés de Lutxana, poco demandado. Segundo, que conoció a la casera por medio de contactos comunes. «Le interesaba alquilar, pero quería a gente de confianza». Él, de 35 años, responsable de Formación del sindicato CC OO y con buenas referencias daba el perfil. Tanto que «no nos ha subido la renta en cuatro años. Sabe perfectamente cómo está la cosa, y es sensible a ello». En Lutxana, bien. «Estamos encantados, nos hemos hecho con el barrio y de momento ni nos hemos planteado comprar».

Pero cuidado. Por cada caso como este hay decenas de jóvenes que han de dejarse la mitad del sueldo en pagar una habitación, o que no les queda más remedio que cronificarse en la casa de los padres. Por eso en Euskadi la edad media de emancipación es de 30,2 años, muy por encima de la media europea de 26,2 y muy lejos de lo que la mayoría de esos jóvenes desearía.

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Una habitación con vistas al salón y otros esperpentos

El peregrinaje de Josune en busca de un alquiler le está deparando sorpresas extrañas. «He visto cosas que ni me habría imaginado». Lo dice por la distancia que hay entre lo que algunos pisos parecen en las fotos y lo que finalmente ofrecen en la realidad. Como ese en el que «dentro del salón levantaron paredes para habilitar una habitación». Como la estancia resultante era ciega «pusieron una ventana que daba al mismo salón; era extrañísimo». Cerca había otro apartamento que se anunciaba como con cocina, salón y dormitorio, pero en realidad «era una sola estancia separada por una estantería en medio». El precio de ambos era «de más de 900 euros», asegura.

Hay, además, otro problema con el que se encuentra quien busca un arrendamiento: «Muchos propietarios sólo admiten estudiantes porque no se quieren atar» y porque, al compartir entre varios, se disimulan mejor los precios desorbitados.

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