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Begoña Ferro reconoce que los datos sobre la prostitución son «escalofriantes» de por sí, pero subraya que resultan mucho más preocupantes si cabe porque «las cifras reales son mucho mayores» porque las estadísticas existentes se han hecho «muy a la baja». Y en Bizkaia el ... panorama, a su juicio, resulta desalentador. Frente a los datos que hace unos meses publicaba la asociación Askabide, que hablaba de que 600 personas eran explotadas sexualmente en la provincia en 2021 (el 96% mujeres y otro 3,3% transexuales), la representante de la Coordinadora Feminista Abolicionista de Euskal Herria asegura que la realidad «duplica con mucho» esas cifras. Y también las que aporta un estudio de Emakunde de 2020, que elevaría los números a más de un millar de víctimas de este «negocio criminal». Este viernes las representantes de esta plataforma han presentado a los conco grupos polìticos que conforman las Juntas Generales su campaña para promover que se apruebe a nivel nacional la Ley Orgánica Abolicionista del Sistema Prostitucional (LOASP), que además de garantizar una atención integral y efectiva a estas personas, contempla desmantelar el proxelitismo y la industria de la explotación sexual. También les han pedido un esfuerzo para derogar cualquier normativa que apueste por su regularización, como el Reglamento de desarrollo de la Ley de espectáculos públicos y actividades recreativas, o la ordenanza municipal del Ayuntamiento de Bilbao en la que se regula la prostitución como una actividad comercial.
La situación en Bizkaia, según han explicado, «es mucho peor que la que puede darse en Álava o Gipuzkoa, quizá por la mera razón de que aquí vive más gente o hay más actividad económica y dinero». Según ha desvelado, los tradicionales burdeles están de capa caída y ahora la mayoría de este negocio se realiza a través de internet: «en la provincia tenemos identificadas al menos a 29 agencias que gestionan un número incalculable de mujeres».
En cuanto a los lugares donde se ejerce la prostitución, en la actualidad ha bajado mucho el número de clubes, pero están proliferando los pisos-burdel, «aunque aquí los datos sí que son dispares y poco fiables». Ferro subraya que unos estudios hablan de 50 en Bizkaia, «pero cuando hablamos con la Ertzaintza nos contabiliza al menos 79 solo en Bilbao y, si hablas con las propias mujeres, dicen que más de 200». «Cada vez más se publicitan más bajo la fórmula de pisos de estudiantes en los que se ofrecen servicios VIP», ha lamentado Sarah Berlori, otra representante de la plataforma que reconoce haber conseguido salir de ese mundo y ahora lucha por «visibilizar un problema que nos cosifica y nos impide alcanzar la igualdad». «En 10 años metida solo he visto miseria, que era imposible tener una vida organizada sino una situación de semiexclavitud, donde eras violada continuamente en el mismo lugar donde vivías».
En cuanto al perfil de la mujer que ejerce la prostitución, el 95% de los casos tienen en su origen necesidades económicas, si bien destaca sobre todo que el 90% son extranjeras. En este punto otra miembro de la coordinadora, Miren Sarrionandia, establece una relación directa entre la explotación sexual y la trata de blancas. «No se pueden separar ambas realidades y se deben perseguir e intentar erradicar las dos a la vez».
Como en otros lugares, existe una alta movilidad de las mujeres a través de un sistema de organización en pisos-burdel y clubes llamado «plaza» en la que cada mujer pasa 21 días en un local para posteriormente cambiar a otro normalmente en otra ciudad. «Esta práctica busca sobre todo para que las mujeres no creen vínculos entre ellas y para cumplir la expectativa de la novedad y variedad», ha explicado Ferro.
Para Sarah Berlori, la explicación es «bien sencilla: según datos a nivel de España, cuatro de cada diez hombres recurren a la prostitución. Una demanda brutal. ¿Y de dónde se saca tanta mujer?». Para ella «es evidente que la trata es el medio y la explotación sexual el fin, sin una no hay otra». A su juicio, «hoy más que nunca es necesaria la concienciación social de que la prostitución es una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres». Por eso consideran «imprescindible llevar a cabo reformas legales y desarrollar políticas públicas que modifiquen las prácticas existentes y que encaren la prostitución como violencia machista».
Los grupos junteros han acogido con gran interés las explicaciones de la coordinadora y se han mostrado partidarios de avanzar en la protección de estas mujeres, aunque han reconocido que se trata de un tema «controvertido» que precisa de un debate «muy profundo». De hecho, entre los propios colectivos feministas vascos, además de esta corriente partidaria de la abolición de esta explotación sexual, hay otra que aboga por su regulación.
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