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Tomás de Castro posa frente al 'Royal Greenland', un gambero congelador que faenará en el Ártico. Sergio García
«Montar un barco es como hacer puzles»

«Montar un barco es como hacer puzles»

Una ría y diez oficios | Tomás de Castro (calderero) ·

EL CORREO repasa algunos de los oficios más ligados a la ría de Bilbao, unos al borde de la extinción y otros que gozan de excelente salud, pero todos parte del imaginario popular

Sábado, 23 de marzo 2019

Cuando a Tomás de Castro le preguntan por su trabajo, dice que es como montar puzles. Pero grandes. Hasta de 25 metros de altura, que es aproximadamente lo que mide el 'Royal Greenland' si sumamos el francobordo –lo que queda por encima del agua– y el calado –por debajo–; la mayor parte a la vista, porque hasta que el buque se haga a la mar lo sostienen grandes flotadores y las bodegas están vacías. Para Tomás, calderero de profesión, la jornada discurre uniendo chapas de hierro o de acero inoxidable mediante minúsculos puntos de soldadura. Como un delicado encaje. En este gambero congelador y en su 'gemelo' se afanan decenas de manos mientras descansan sobre las rampas de Astilleros Murueta. Ambos han sido encargados por una compañía danesa que tiene previsto enviarlos al océano Ártico para faenar sin descanso. Quienes los construyen no dejan nada a la improvisación: son auténticas fábricas que incorporan tecnología de última generación, plantas autónomas donde se pesca, congela y envasa. El ciclo completo, hasta que un distribuidor se encarga de enviar por aire un cargamento que puede muy bien acabar en Foronda o en Mercabilbao. Vamos, del mar a la mesa.

La sombra de La Naval es alargada. Ahora que no hay gaseros ni dragas en construcción, sus pabellones, rampas y grúas pato dibujan un paisaje irreal al otro lado de la ría, vacío desde que un juez ordenara el despido total de la plantilla. En Astilleros Murueta, por fortuna, su mercado es distinto y no les falta trabajo. Aparte de los dos gamberos –quince meses separan la realización de los planos de la entrega– tienen otros dos barcos en construcción, un remolcador y un salmonero, lo que permite respirar tranquilos un tiempo.

«Bizkaia no se entiende sin los astilleros», asevera Tomás con un toque de ensoñación. Él es de Gernika y, antes de acabar a orillas del Nervión, echó horas y años en otra ría, la de Urdaibai, sometida más si cabe al influjo de las mareas, que dejan al descubierto bancos de arena cuyo dragado es costosísimo. «Una vez, hace ya años, se nos quedó uno encallado y hubo que sacarlo a golpes», relata. Tampoco olvida su primer barco, el 'Txoritoki', «el atunero más avanzado que había entonces en el mundo, el más impresionante que he visto nunca», y que desde hace años faena en las Seychelles. Como lo hacía el 'Alakrana', también de esta factoría y célebre por el secuestro a cargo de piratas somalíes en octubre de 2009, que mantuvieron el control durante 47 días de dramática incertidumbre y zozobra.

El astillero es un hervidero. «La plantilla ronda los 90 trabajadores, pero pueden juntarse más de medio millar si corre prisa terminar un barco o cuando vencen las fechas de entrega». Tomás no oculta su admiración por la ría, por cada uno de sus recodos. «¿Cómo no le voy a tener cariño? De esto vivimos nosotros y nuestras familias. Cuando entregas el barco y lo ves zarpar para no volver, no puedes evitar pensar que con él se va algo de ti. Que si le va bien a él, a ti no te puede ir mal».

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