pello zupiria
Lunes, 29 de junio 2020, 00:50
La banda marrón atacó en 2018 con gran ferocidad a las plantaciones de pino radiata en los bosques de Bizkaia. Este hongo, que penetra en las hojas aciculares y provoca la muerte de los árboles, afectó al 25% de los pinares de un total de ... 70.000 hectáreas en el territorio. La gran mayoría de estos cultivos son de propiedad privada y tienen un fin comercial, debido a su rápido crecimiento. Los titulares optan por esta especie originaria de América del Norte en vez de por las autóctonas, como el roble y el haya, por su alta rentabilidad. Con el paso del tiempo, se ha creado una industria en torno al pino: papelera, aserraderos, embalaje, construcción... Pero toda esa actividad se ha visto comprometida por el impacto del hongo, que obligó a los dueños de las explotaciones a talar una gran parte de los ejemplares a una edad temprana.
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Ante la imposibilidad de volver a plantar el pino radiata, han visto en el eucalipto, el otro árbol señero de las explotaciones forestales intensivas, una alternativa para dar continuidad al negocio de las coníferas amenazado por la banda marrón. En los últimos tres años, en paralelo al declive de los pinares, las repoblaciones con esta especie oriunda de Australia han sumado una extensión considerable a su ya habitual presencia en nuestros bosques, sobre todo en la vertiente cantábrica: un total de 2.543 nuevas hectáreas en el territorio, según datos de la Diputación de Bizkaia. Los eucaliptales constituyen hoy el 11% de la masa forestal. El Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco confirma la proliferación y estima que el aumento se puede cuantificar en 500 hectáreas al año. El eucalipto ocupa 20.000 en el conjunto de Euskadi, un 5% de la superficie arbolada.
Las razones para optar por el eucalipto en sustitución del pino resultan obvias para el biólogo Arturo Elosegi, catedrático de Ecología en la Universidad del País Vasco. «Por un lado, es una especie que crece muy rápido y se corta muy pronto. En el caso del pino, se tala a los 30 años, y el roble está a punto cuando cumple 120. Al eucalipto, sin embargo, 15 años le bastan. Y, además, su madera se está vendiendo muy bien en la industria del papel», explica.
Desde la óptica de los propietarios, se trata de una simple cuestión de supervivencia. «Nos vimos en la tesitura de que el pino, que se había acostumbrado tan bien a nuestro clima, y la industria que se creó en torno a él no daban más de sí. Tuvimos que tirarlo todo y empezar desde cero. Siendo conscientes o no, asumimos el riesgo y elegimos el eucalipto», cuenta a este periódico un propietario que prefiere no desvelar su identidad.
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Este hombre ha plantado en los últimos años 50 hectáreas en una de las zonas más afectadas por la banda marrón en Bizkaia: Lea Artibai, donde el 80% de los pinares tuvieron que ser talados. Por las consecuencias que puede acarrear al medio ambiente, asume que el eucalipto genera controversia entre ciertos sectores, pero sostiene que él es «el primer interesado» en mantener la masa forestal «en condiciones». «Para que una plantación salga bien, hay que cuidar y limpiar el bosque, y eso favorece que no haya incendios. Nosotros somos los que más nos jugamos en esto», se defiende.
Lo que constituye una alternativa económica para algunos, se trata de un peligro medioambiental para otros. En los últimos años han sido muchos los intentos de catalogar el eucalipto como especie invasora, incluso en el Parlamento vasco. «Desde luego, cumple con todos los requisitos para serlo: es exótico, se expande con facilidad y puede tener efectos negativos en su entorno. Lo que pasa es que el Gobierno español modificó las condiciones para tal catalogación, y añadió que si da rédito económico no se puede hablar de una especie invasora», razona Elosegi.
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La proliferación del eucalipto está también en el punto de mira del ecologismo. El problema de esta especie, según Keko Alonso, de la plataforma Kolore Guztietako Basoak, es que, al crecer tan rápido, absorbe sobremanera el agua del suelo, pero su hoja no alberga nutrientes para el ecosistema y tiene componentes tóxicos. «No aporta nada a su entorno y eso genera falta de fertilidad -precisa Alonso-. Los insectos y otros animales se quedan sin alimentos de calidad. Elimina la capacidad de drenar el suelo y provoca deslizamientos». Expone el caso de Larrabetzu y Fika, que padecieron hace unos años el desplome de una ladera cerca de una parcela de eucaliptos y pinos. Además, agrega, «acelera la pérdida de la biodiversidad y contribuye al cambio climático, al crear un ambiente seco que repercute en la falta de precipitaciones».
En su opinión, es un «peligro». Por eso denuncia la actitud de «quedarse de brazos cruzados» ante la proliferación del eucalipto «sin entender qué es lo que pasó con el pino». «Aquellos árboles que trajeron hace setenta años han demostrado que afectan negativamente a las especies autóctonas -concluye-. Y, encima, incrementan el riesgo de incendios, como ha pasado en Galicia o Asturias. Solo que aquí es más grave, porque las plantaciones llegan a pie de pueblo».
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20.000 hectáreas tiene de extensión el eucalipto en Euskadi, lo que supone un 5% de la superficie forestal.
500 hectáreas al año. El Departamento de Medio Ambiente estima que su aumento anual ronda las 500 hectáreas. Entre 2011 y 2016 se ha incrementado su expansión en un 20%.
Crecimiento en Bizkaia. Desde que la banda marrón atacó al pino en territorio vizcaíno, las repoblaciones de propietarios particulares con eucalipto suman un total de 2.543 hectáreas.
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