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Bilbao vivió ayer su Nochebuena más atípica y la primera jornada de cerrojazo a las 18.00 horas, dentro del paquete de nuevas restricciones impuestas por el Gobierno vasco para evitar la propagación del virus en navidades. El Departamento de Salud adelantó dos horas el ... cierre de la hostelería y tres horas el del comercio y pretendía con estas medidas, evitar las aglomeraciones en los comercios por las compras de última hora y las multitudes en los locales de hostelería en los momentos previos a la cena. El toque de queda también quedó adelantado a las doce y media de la noche, en lugar de a la una y media.
Durante toda la mañana hubo movimiento por la ciudad, un trasiego constante de personas que realizaron compras de última hora. Durante la hora del aperitivo, las terrazas y los locales también estuvieron animados, aunque la villa se fue vaciando según iba avanzado en día. Se registró menos movimiento de lo esperado en una jornada tan señalada pese a la pandemia. Se respetaron las agrupaciones máximas de seis personas, aunque en muchos corrillos se relajaron las restricciones, se hizo caso omiso de la recomendación de no fumar y no se lucía la mascarilla en todo momento.
Muchos supermercados echaron la persiana antes, a las tres. Los responsables de El Corte Inglés tampoco notaron una mayor afluencia por el adelanto del horario de cierre. Las calles quedaron desangeladas en el transcurso de la tarde. Sobre las tres y media, la Plaza Nueva, que había estado bastante animada al mediodía, quedó a medio gas. La calle Somera estaba vacía. Desde que los bares volvieron a abrir en diciembre, se ha notado un gran bajón. «Lo de las seis nos ha parecido fatal, porque nos han quitado las dos horas del poteo clave», dijo Iván Alonso, encargado del Grafit, que cree muy difícil que la calle recupere la actividad que tenía antaño.
El hijo del dueño del Restaurante Bikandi explicó que «la jornada fue más floja» que la de un sábado de pandemia. «Por lo menos, esta vez han sido coherentes porque todo cierra a las seis. El resto de los días, cuando cerramos a las ocho, las tiendas abren hasta las nueve y la gente compra cervezas y las bebe en la calle. Dicen que no somos los culpables, pero siempre nos perjudican a nosotros. La gente ya anda con miedo y nos restringen todavía más». En la estación de autobuses Bilbao Intermodal tampoco se registraba mucho movimiento, con muy pocos autobuses que parían semivacíos. A las seis, cuando llegó el cerrojazo, los establecimientos se vaciaron sin que se registraran incidentes ni aglomeraciones. El frío y la posterior lluvia tampoco animó a que las personas se aglomeraran en las calles.
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