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En busca del complicado equilibrio de conjugar el derecho al ocio y al descanso, el Ayuntamiento de Bilbao prepara una nueva ordenanza para regular el ... uso de las terrazas en el espacio público, en la que prevé adelantar en 30 minutos su horario de cierre y endurecer las condiciones para instalarlas. Era una asignatura que el Consistorio bilbaíno tenía pendiente desde hace tiempo, pues en 2018 ya anunció su intención de desarrollar una normativa para reducir su presencia en las calles. Aquellos planes no se concretaron, luego llegó la pandemia y todo quedó en papel mojado. Pero con la hostelería ya recuperada de los estragos que causó el covid, el equipo de Gobierno municipal reactiva aquel propósito.
El Consistorio presentó este jueves el borrador de una ordenanza que busca «asegurar la convivencia ciudadana sin que se altere el orden público» ante una actividad hostelera que «cada vez es más intensa» en la ciudad. Vamos, que lo que se va a hacer es endurecer los supuestos en los que los bares pueden instalar terrazas y reducir el tiempo en el que estas pueden permanecer abiertas. El texto se debatirá durante los próximos meses con asociaciones vecinales y de comerciantes y llega, según reconocen los responsables municipales, después una cascada de quejas por las dificultades que suponen estos veladores para el descanso de algunos bilbaínos. De ahí que uno de los cambios más llamativos de la futura normativa, y sin duda el más controvertido, sea el de adelantar en media hora el cierre.
Es decir, que el bar que hoy puede tener su terraza abierta hasta las once de la noche, en el momento en el que la ordenanza se apruebe –previsiblemente durante el año que viene–, tendrá que cerrar a las diez y media. El horario hasta el que se puede prolongar la apertura varía en función del día de la semana y la época del año, pero en todos casos –salvo durante la Aste Nagusia– se recorta en 30 minutos, lo que ha provocado duras críticas entre la hostelería bilbaína.
El borrador de la ordenanza también establece en media hora el tiempo que tienen los hosteleros para recoger el mobiliario de la terraza. Hasta la clausura del local, la normativa permitirá apilar los toldos y las sombrillas en su exterior. Sin embargo, una vez el establecimiento baje la persiana, deberá almacenar en su interior «todos los elementos no anclados a la vía pública». El concejal de Planificación Urbana, Proyectos Estratégicos y Espacio Público, Asier Abunza, explica que hasta ahora ninguna de estas cuestiones estaba regulada por la normativa.
El texto que se debatirá con los hosteleros durante las próximas semanas también incluye un régimen sancionador que abre la puerta a que la comisión de infracciones graves o muy graves impliquen la revocación de la autorización de la terraza y se establezca un tiempo en el que no pueda volver a solicitarse. En este listado de conductas indebidas figura, entre otras, el vulnerar el régimen horario en un periodo superior a la media hora. Abaunza recordó ayer en rueda de prensa que estas licencias «no consolidan derecho alguno» para los locales, pues se otorgan por «un plazo de un año».
El espacio que debe quedar libre en las aceras para que los peatones transiten con normalidad es otro de los aspectos que aborda el borrador de la ordenanza. La normativa actual establece que debe garantizarse un itinerario mínimo de dos metros de anchura respecto a la fachada. Pues bien, en la norma que quiere sacar adelante el Ayuntamiento este recorrido libre de obstáculos variará en función del ancho de la acera. En aquellas de 2,90 a 4 metros, deberá asegurarse un camino mínimo de 2 metros. Sin embargo, conforme aumenta el tamaño de la calle, también lo hace el hueco que es necesario dejar. Por ejemplo, si la acera tiene más de 6,30 metros de ancho, el itinerario sin obstáculos deberá ser de al menos 3,50 metros.
El futuro texto también establece que en el caso de que en la fachada del bar existan repisas, bancos o mesas en las que apoyar bebidas, el itinerario peatonal libre deberá ser de al menos 3 metros. Lo que el Ayuntamiento quiere evitar con esto es que se amontonen clientes tanto en la entrada del local como en la terraza. Esta situación, según reconocen los responsables municipales, obligará a algunos establecimientos a decidir entre mantener estas infraestructuras o los veladores.
La instalación de las estufas de las terrazas es otro de los aspectos que se va a regular. El texto prohibe de forma expresa la utilización de calentadores exteriores que no sean eléctricos. Es decir, que «en línea con la sostenibilidad climática» se vetan los que funcionan con gas.
La apuesta por que las sombrillas y las mamparas de las terrazas tengan un diseño «neutro» y «un tratamiento cromático unitario» es otro de los aspectos en los que incide el Consistorio en el borrador de la ordenanza. El Ayuntamiento quiere que los veladores de una calle guarden cierta coherencia estética entre sí. En este sentido, el Consistorio apuesta por que en las zonas peatonales, plazas y otros espacios abiertos los hosteleros puedan elaborar de forma conjunta «una propuesta de ordenación global». Es algo similar a lo ocurrido en la recientemente renovada calle Iparragirre, donde todos los bares tiene sombrillas de color claro.
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