Uno de los lamentos que más escuchan en el área de Movilidad de Bilbao es el de los conductores de Bilbobus. Se quejan, y muy a menudo, de los coches que aparcan en los carriles específicamente reservados para el transporte público y también en las ... propias paradas. Los infractores suelen quedarse ahí varados con el único salvoconducto de unas luces de emergencia que parecen valer para todo. Este proceder no solo ralentiza los viajes de los buses, sino que en términos de accesibilidad hace sufrir a las personas con problemas de movilidad porque a veces no pueden acercarse lo suficiente a las paradas.
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Para contener estas situaciones el Ayuntamiento prevé estrenar dentro de un par de semanas, el día 30, dos vehículos que peinarán la ciudad en busca de este tipo de infracciones. Son dos unidades cien por cien eléctricas como las que funcionan en ciudades como Madrid y con capacidad de recoger tanto la fecha como la hora del suceso, la matrícula de quien anda molestando y la foto de la situación. El servicio, explica la concejala de Movilidad y Sostenibilidad, Nora Abete, lo prestará la propia empresa concesionaria de Bilbobus, Biobide, ocupando en ello a dos de sus trabajadores. Ya el contrato actual recoge esta prestación.
¿Tiene esta gente competencia sancionadora? No, admite Abete. Pero la concejala explica que sí tienen la capacidad para registrar la infracción, como los coches de la OTA, y posteriormente informar a la Policía Municipal, que es quien puede establecer la sanción. Desde el equipo de gobierno recuerdan que es aplicable la Ley de Tráfico, que tipifica como infracción grave el aparcar en los carriles bus y sanciona dicho comportamiento «con 200 euros».
La intención no es únicamente velar por el civismo sobre el asfalto, sino mejorar la «velocidad comercial» de la flota de Bilbobus y la puntualidad del servicio. Ambos aspectos son esenciales para hacer el transporte público más atractivo y competitivo. Es bueno recordar que Bilbao, como casi todas las ciudades del planeta, está inmersa en una lucha por potenciar los medios de transporte colectivos frente a los privados, que no sólo son contaminantes, sino que convierten las localidades en lugares poco amables.
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Los esfuerzos por allanar el camino en esta dirección son tanto más necesarios ahora, tras la pandemia, cuando el miedo al contagio ha hecho retroceder el transporte público en favor del privado, echando por tierra parte del trabajo de las últimas décadas. Aunque la situación se está revirtiendo, aún queda espacio que recuperar en favor del transporte colectivo.
«Es importante que Bilbobus no tenga inconvenientes para circular y desarrollar el servicio», porque sólo así será capaz de «atraer a la gente» y ganar usuarios, razona la concejala. Y reitera que contener los aparcamientos indebidos en las paradas también es crucial «de cara a la accesibilidad de personas con movilidad reducida», ya que si los autobuses no pueden acercarse a la acera esa gente tiene serios problemas para embarcar.
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Los dos coches que buscarán infractores recorrerán los casi siete kilómetros de carril bus que hay en Bilbao (en concreto, son 6.800 metros), y prestarán especial atención a las 540 paradas de la ciudad.
Por otra parte, Movilidad ha vuelto a sacar a licitación el contrato para elaborar una aplicación móvil para los taxis de Bilbao. El anterior proceso había quedado desierto porque, según Abete, las empresas veían el plazo como insuficiente. Ahora se ha pasado de ocho a diez meses.
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