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En la entrega por fascículos que está siendo la implantación de la zona de bajas emisiones (ZBE), ahora llega el momento crucial: las multas. Es cierto que el pasado mes de junio ya entraron en vigor las restricciones de tráfico al centro de Bilbao, esto ... es, la prohibición de acceso a los vehículos más contaminantes a los barrios de Abando e Indautxu. Ocurrió tras un largo e intrincado proceso. Pero durante todo el verano no ha estado operativo el régimen sancionador, es decir, que quien ha incumplido no ha tenido ningún tipo de castigo. Siendo pública esta dispensa, la consecuencia previsible primero y contrastada después es que no ha tenido ningún tipo de incidencia: la gente ha estado circulando por la ciudad como si nada. Al menos, ese es el balance de los distintos colectivos implicados, desde vecinos y comerciantes hasta hosteleros, ciclistas y automovilistas.
37 cámaras
lectoras de matrículas controlan los 27 accesos y salidas a la ZBE.
No hay datos oficiales sobre lo ocurrido en los últimos tres meses porque el Ayuntamiento de Bilbao no ha querido ofrecerlos. Ni cuántos vehículos han entrado de manera irregular, ni la evolución de los tráficos, ni las cartas informativas que supuestamente se han enviado a los infractores. Lo hará este lunes, después de la entrada en vigor de las multas, cuando lo más interesante ya va a ser saber cuántas sanciones se ponen durante la primera jornada en la que la ZBE está funcionando en serio. Su cuantía será de 200 euros.
Como en cada avance de esta medida tan importante para la movilidad en la ciudad, hay que recordar de qué estamos hablando. La ZBE se corresponde básicamente con los barrios de Abando e Indautxu. Es la fracción central de Bilbao, la que limita la ría por el norte, Sabino Arana por el oeste, Autonomía por el sur, y Bailén por el este. Ahí, de lunes a viernes, entre las 7.00 y las 20.00 no pueden entrar los vehículos más contaminantes.
Estas políticas que limitan el tráfico se están imponiendo cada vez con más fuerza a nivel global con el fin de reducir la contaminación del aire, también la acústica, y contener la emisión de gases que provocan el cambio climático. También es una obligación porque la Ley de Cambio Climático y Transición Energética exige que todos los municipios españoles mayores de 50.000 habitantes establezcan una ZBE. Deberían haberlo hecho en 2023, pero casi todos se han retrasado incluso más que Bilbao.
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La clave es determinar a qué vehículos afectan las restricciones y cuál es el ámbito territorial de estas restricciones. Hay casos, como el de Pamplona, en el que han solventado el trámite determinando que la ZBE es el Casco Antiguo, donde ya había limitaciones de tráfico, de modo que en la práctica no supuso ningún cambio. Y casos como el de Bilbao, en el que el área implicada es todo el centro de la ciudad.
Pero lo esencial es determinar a qué vehículos afecta la medida, es decir, cuáles se consideran más contaminantes. Bilbao ha optado por una solución bastante restrictiva que le ha obligado a articular un complejo sistema de implantación progresiva, exenciones y moratorias. Eso ha sembrado cierta confusión entre la ciudadanía. En términos generales a la ZBE sólo pueden entrar los vehículos con distintivo ambiental 0, ECO y C (estos son los de gasolina posteriores a 2006 y los diésel a partir de 2015). Eso implica que se quedarían fuera la mitad de los coches que hoy en día circulan por la ciudad.
Como la aplicación así de radical desde un primer momento sería un shock, se está implantando de manera gradual. En un principio, este primer año afecta únicamente a quienes no tienen distintivo de la DGT (vehículos de gasolina anteriores a 2001 y diésel anteriores a 2006), que suponen alrededor del 14% de los que ruedan por la ciudad. Sin embargo, las previsiones municipales apuntan a que sólo reducirá el tráfico en la zona en un 10% porque parte de ellos tendrán moratorias y exenciones por distintos motivos. Luego, en junio de 2025, también se quedarán fuera de la ZBE aquellos con etiqueta B (gasolina previos a 2006 y diésel anteriores a 2015).
El Ayuntamiento quiso hacer una regulación más ambiciosa que otros municipios donde únicamente se prohibió el acceso a los coches sin distintivo ambiental. Pero esa ambición también le ha obligado, para amortiguar el impacto, a idear una batería de moratorias y exenciones: a quienes tienen parking, a hosteleros, comerciantes, repartidores, taxistas... La casuística es amplia.
La ZBE forma parte de toda una batería de cambios que están transformando la movilidad en Bilbao con el fin de dar más protagonismo al peatón y a las bicis frente a los coches, al tiempo que se hace la ciudad más habitable y limpia. De ahí las peatonalizaciones, el ensanchamiento de aceras, los cambios en la OTA y su extensión a los barrios, y el auge de los bidegorris.
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