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alba peláez y carlos nieto garcía
Domingo, 29 de agosto 2021, 03:21
En Bilbao hay alrededor de una decena de empresas dedicadas a organizar recorridos turísticos. Ya sea a pie, en autobús, en barco o bicicleta, adentrarse ... en la historia de la villa y de sus edificios y personajes más famosos es un atractivo para los visitantes. Según los datos facilitados por compañías como Civitatis o Buendía Tours, anualmente más de 10.000 turistas optan por utilizar alguna ruta a pie para descubrir Bilbao. El autobús de dos plantas que recorre los puntos de mayor interés recibía una media de 250 usuarios al día en temporada alta en la antigua normalidad. Una cifra que se ha visto mermada por la pandemia, aunque se están recuperando los valores cercanos a los que se registraron en 2019.
Los tours que recorren las calles de Bilbao realizan rutas diferentes y abarcan una gran variedad de temas. La mayoría se centra en hacer una repaso a la historia de la ciudad y mostrar los lugares emblemáticos del Bilbao medieval y el del siglo XIX. Son habituales las paradas en San Mamés, el Teatro Arriaga o el Palacio Euskalduna. Pero existen otro trayectos dedicados a visitar zonas más desconocidas para los turistas, como los que recorren el barrio de San Francisco y la parte más alternativa de la ciudad o los que discurren a través de la ría del Nervión.
Los turistas coinciden en que estas rutas son una buena forma de descubrir la ciudad. Y los bilbaínos ya se han acostumbrado a ver grupos por las calles que siguen un paraguas como si de la estrella de Belén se tratase.
Aún no han pasado ni treinta años desde que en 1992 se impulsase el Plan Bilbao Ría 2000, el proyecto por el que la capital vizcaína sufriría una auténtica transformación. La crisis económica de los años 70 se cobró la vida de la puntera actividad industrial vasca, llevándose por delante a emblemas como los Altos Hornos de Bizkaia, la Fábrica de Etxebarria o los Astilleros Euskalduna. Bilbao cambió radicalmente y apostó por una reconversión urbanita y sostenible. El Metro (1995) o el Museo Guggenheim (1997) quizás sean la mejor representación de esta profunda renovación de la villa.
Esta última localización es el punto de partida en el que Xabi, guía de Free Tour Bilbao, explicará a los turistas la transición a la que se ha visto sometida la ciudad. La explanada del majestuoso Puppy da la bienvenida a los foráneos, que destacan que «Bilbao sea una ciudad auténtica», según recoge Xabi, historiador que empezó a trabajar en la empresa en diciembre de 2019, poco antes de que la pandemia asestara una dura estocada a la actividad turística.
La obra de Frank Gehry acapara los ojos de cualquier visitante que entra en la ciudad por el Puente de La Salve. Entrar o no en su interior depende del interés de cada uno, pero su fachada en forma de barco es digna de fotografiar. «Es un guiño a la industria pesquera por parte del arquitecto canadiense, que sumó puntos para que le concedieran la obra», les explican.
Desde allí, los 25 turistas (límite fijado por motivos sanitarios) se lanzan a conocer muchas curiosidades que no conocían. «Pensar que debajo de aquí -Hotel Carlton- hay un búnker de la Guerra Civil es escalofriante. Me ha gustado mucho la explicación», comenta Joan, un joven barcelonés. Una valoración positiva también hace Marta, jubilada granadina que no conocía Bilbao: «Siempre hago free tours, me ha gustado mucho».
Hay quien prefiere visitar la ciudad a su ritmo. Y sin aumentar el cuentapasos del móvil hasta límites insospechados. El autobús de Bilbao City Tour permite al turista subir y bajar del vehículo durante las 24 horas siguientes al momento de comprar el billete. «Es el espíritu de este servicio. Dar la posibilidad a la gente de ver cada lugar de la ciudad a su ritmo. La gente entra y sale muchísimo», confirma Cristina Díez, responsable de la empresa. Durante el verano hay una frecuencia de media hora entre las 10.30 y las 19.30 horas.
Aquí no hay guías físicos pero sí por audio. A través de un código QR, el turista puede disfrutar de una explicación del lugar por el que está pasando. Para los más pequeños hay una descripción diferente, más sencilla. No solo de audioguías vive este servicio. Nadie se queda atrás, ya que está adaptada a discapacidades visuales y auditivas. Incluso cuentan con un sistema de lenguaje de signos.
El punto de partida es el Guggenheim y en la misma entrada del autobús se puede adquirir el ticket para quien no lo haya hecho antes a través de la página web.
Durante la hora del recorrido los turistas ven desde las alturas los emblemas de Bilbao. Además del mencionado museo, no pueden faltar San Mamés, el Palacio Euskalduna, el Azkuna Zentroa o el Teatro Arriaga, entre otros.
A tenor de Díez, personas de muchas nacionalidades hacen uso de este servicio. «Sobre todo franceses, pero nos encontramos de todo: mucha gente de Sudamérica, incluso de Estados Unidos», asegura. Dentro del ámbito nacional, Cataluña se lleva la palma, aunque está bastante repartido con otras comunidades. «Siempre que puedo vengo al norte de vacaciones. Tenía ganas de venir a Bilbao y verlo desde las alturas», dice Alberto, vecino de la localidad manchega de Almansa.
Nadie duda de que el Casco Viejo de la villa posee una magia especial. Sus calles han sido testigo del paso de los siglos y de relatos míticos y curiosidades bien conocidas por los guías turísticos que llevan las rutas por esta zona. En la atmósfera que rodea el entorno de las Siete Calles se respira pura historia, sobre todo medieval. La calle de Ronda da buena cuenta de esto, ya que conserva parte de la primitiva muralla que protegía la villa.
Eriz, guía de la empresa Free Tour Bilbao, es licenciado en Historia del Arte por la Universidad del País Vasco y se encarga desde hace un par de años de mostrar a los turistas el encanto que tiene esta parte de la ciudad. Ataviado con ropa y calzado cómodo, además del paraguas corporativo de la compañía, asegura que «no existe un guión, hacemos las rutas y paradas que consideramos de interés para los turistas». Entrelazando un tono formal con sus chascarrillos, Eriz cuenta cómo fue la fundación de la Villa de Bilbao, en 1300, de la mano de Diego López V de Haro. Y, acercándose más a la historia reciente de la ciudad, cómo fueron las inundaciones de 1983 y dónde están instaladas algunas de las placas que recuerdan ese momento.
La sensación al finalizar el tour era muy similar entre los asistentes. «Nos ha parecido muy interesante la ruta y cómo lo cuenta el guía, no se me ha hecho nada pesada», comentaba Clara, una joven murciana de 30 años. Lorena, su acompañante, aseguraba que «esta es la mejor forma de descubrir un lugar en poco tiempo». Cerca de ellas se encontraba un matrimonio que coincidía con la opinión de Clara. Barceloneses de 51 años, Cristina y José explicaban que son muy aficionados a este tipo de visitas: «Siempre que estamos en una ciudad que no conocemos, venimos a los tours, de hecho mañana tenemos reservado otro en Vitoria. Funcionan muy bien».
A pie. 10.000 turistas hacen un free tour al año en Bilbao.
En autobús. Unas 250 personas se suben al día en temporada alta a Bilbao City View.
Tarifas. Los free tours no tienen precio cerrado. La ruta en bus cuesta entre 7 y 15 euros.
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