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El primer local de ambiente que recaló en Barrenkale, en plena pandemia, fue el Modesto. Al año siguiente, Zigor Ordorika acondicionó al lado Manolita La ... Primera. A no más de 20 metros, pero en la otra acera, se sumó luego Pepe por Dios. Un establecimiento que lleva el sello de Oscar del Hoyo, uno de los grandes agitadores de la noche bilbaína, también detrás del Dominante de Lersundi.
En junio del año pasado, irrumpió el Pavoneo, de Mikel Madariaga, un hostelero que lo mismo sirve copas que 'pincha' la música «más comercial» en apenas 28 metros cuadrados. Pese a su reducido tamaño y llevar solo seis meses, se ha dejado notar. Estos establecimientos reconocen que han hecho piña y contribuido a crear una zona gay en Barrenkale.
Algo que creen que necesitaba Bilbao, aunque sin necesidad de transformar este tramo del Casco Viejo en «un gueto», opina Ordorika, que explota también desde finales del año pasado, junto a su socio, Ion Aguirregomezcorta, el Badulake de la calle Hernani, un cuarto local igualmente dirigido al público homosexual. «Aquí cabe todo el mundo, aunque la mayoría de los clientes son gais. No nos cerramos a nada», esgrime Ordorika. Entre el 80% y 90% de la gente que entra en «en mi bar son homosexuales», precisa Madariaga, que no oculta el temor con que arrancó su aventura empresarial.
«Empezamos con mucho miedo. Había una gran incertidumbre económica ante el temor de que el público no respondiera. Bilbao es una ciudad muy pequeña. Esto no es Madrid ni Barcelona, pero estamos muy contentos de cómo nos están yendo las cosas», agradece.
A su favor cuentan con la «fidelidad» de una clientela que «repite todas las semanas», explica Anakoz Merikaetxebarria, que lo mismo trabaja de transformista que se le ve moviendo barriles de cerveza o atiende las barras del Modesto y Manolita la Primera. «Lo bueno del cliente homosexual, que es el que yo conozco, es que es muy fiel. Será infiel para otras cosas. Eso de que no corre el dinero en la noche bilbaína es un bulo. La gente está deseando que llegue el viernes para poder desconectar y salir a tomar una copa», esgrime.
Todos estos negocios están cortados por patrones similares. En los cuatro suena música muy parecida. Los Dj's mezclan pop y «temas actuales», desde Lady Gaga a Ariana Grande. Sin embargo, Alaska y los «pelotazos de los 80, 90 y 2000 continúan siendo imprescindibles», según Madariaga.
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Hay más coincidencias. Jóvenes hosteleros promueven estos negocios, que han puesto el foco en el mismo segmento de edad. No en veinteañeros, sino en una clientela «a partir de 30 años» y de cierto poder adquisitivo. Estos bares y pubs trabajan también los mismos días: levantan la persiana de jueves a sábado y vísperas de festivos. El Pavoneo supone una excepción al ampliar la franja horaria y extender la actividad a la tardes dominicales en las que es fácil encontrarse un gran número de turistas.
La presencia cada vez mayor de viajeros nacionales y extranjeros -especialmente de Estados Unidos y del norte de Europa- ha elevado la «rentabilidad» de estos locales. «Cuando decidí identificar en las redes sociales al Pavoneo como bar gay constatamos que los que más nos buscaban eran turistas. Muchos viajeros llegan aquí expresamente. Saben dónde entran, bien porque vienen recomendados o se han informado previamente», reconoce Madariaga.
«Lo bueno de este lugar es que, aunque se sepa que es una zona de ambiente, se mezclan todo tipo de ambientes. La diversidad es lo más divertido», se felicita Ordorika. «Casualidad o no», el sector considera más positivo «ir de la mano» y concentrar el ambiente hostelero gay en un área concreta que «desperdigarse por la ciudad», fundamentalmente por cuestiones de «seguridad». «Es bueno que la gente se sienta libre porque a lo mejor en otros sitios no puede soltarse», expresa el dueño del Pavoneo.
«Aquí pueden ser ellos al 100% y no se sienten juzgados», resalta Merikaetxebarria. «Cuando llegamos, esta zona estaba un poco muerta y la hemos levantado con esta intención», defiende Ordorika, que reclama al Ayuntamiento una mayor «flexibilidad» horaria para aumentar los ingresos. Salvo Pavoneo, que opera hasta las cuatro y media de la mañana, el resto debe bajar la persiana sobre la dos y media ante la reiterada negativa del Ayuntamiento a la ampliación de horarios.
La próxima apertura en Muelle Marzana de un hotel gestionado por la cadena gay Axel puede marcar un punto de inflexión en la noche de Barrenkale. «Moverá otro tipo de turismo, como pasa en todas las ciudades donde llegan, y esos clientes no querrán ir a dormir tan pronto. A lo mejor empieza a resurgir la noche entre semana», desea Ordorika, que reivindica el «buen rollo» vecinal reinante en la calle. «Barrenkale -concretan clientes del Pavoneo- es una arteria de toda la vida y de fiesta. Cuando vienes aquí ya sabes lo que te puedes encontrar».
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