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Hace mucho que se habla del nuevo sistema de acceso al Casco Viejo, pero ahora parece que sí va tomando forma. Y es ... visible. El Ayuntamiento de Bilbao está instalando las cámaras que controlarán a los vehículos que entran en el barrio y, de hecho, ya están colocadas «28 de las 30 proyectadas», asegura el concejal de Movilidad y Sostenibilidad, Alfonso Gil. Una en cada acceso.
En realidad, al segundo teniente de alcalde no le gusta hablar de 'cámaras' por las implicaciones que puede tener el término en cuanto a cuestiones relacionadas con la intimidad. Prefiere hablar de «lectores de matrículas». Es lo que son porque su función es precisamente esa, identificar a los vehículos que circulan por la zona. Eso sí, no estarán operativas, igual que todo el sistema que depende de ellas, hasta que una ordenanza específica regule su actividad. Algo que ocurrirá «en el último trimestre de este año», avanza el portavoz socialista.
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El asunto viene de largo y tras varios bandazos se reactivó en 2018. «Entonces hubo un proceso participativo muy intenso en el que tomaron parte hosteleros, comerciantes, hoteleros, vecinos...», recuerda Gil. Fruto de aquello se decidió implantar este nuevo modelo de acceso. Se trata de que un sistema de cámaras lea las matrículas de los vehículos que entran en el Casco Viejo y sancionen a quienes lo hagan sin permiso. Es decir, a quienes ni son vecinos, ni repartidores, ni clientes de hoteles, ni cuentan con una autorización previa para acceder a una zona de preferencia peatonal.
Como se ve, hay mucho que afinar antes de la entrada en servicio porque son varios los agentes implicados. En un principio la idea era que todo el sistema estuviese funcionando en febrero de 2020 pero eso no fue posible. Luego llegó la pandemia y el asunto se torció aún más en términos de plazos. ¿Cuál es la cuestión fundamental? «Elaborar una ordenanza sobre zonas de preferencia peatonal», incide Gil.
El concejal se refiere a una regulación que ya se está preparando, donde se darán las pautas para ordenar «los flujos de personas y vehículos» en calles en las que la preferencia es para el peatón, pero por donde también circulan furgonetas de reparto o coches de vecinos hacia los garajes. Es el caso del Casco Viejo, pero también de muchas otras zonas (y cada vez más) de la ciudad. En esa ordenanza se recogerán asuntos como «las limitaciones horarias, el tiempo de carga y descarga o las condiciones para entrar en la zona regulada con el fin de ir a un hotel».
Desde un punto de vista práctico hay que tener en cuenta que todo va a necesitar de una aplicación en el móvil que deberán utilizar tanto los residentes como los repartidores que vayan al barrio y los clientes de los hoteles que quieran entrar con su coche. Esa herramienta informática no estará lista hasta que se apruebe la ordenanza porque deberá incluir asuntos que han de ser fijados en esa regulación. Por ejemplo, horarios de entrada, tiempos máximos de estancia...
De momento, las cámaras ya están puestas -a falta de las dos mencionadas- y eso ya ha sido un trabajo delicado porque, recuerda Gil, se trata de un entorno protegido en el que resulta peliagudo añadir elementos electrónicos y tender cables. Teniendo aún varios meses por delante, lo bueno es que «vamos a tener bastante tiempo para probarlas».
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