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La capital vizcaína cuenta desde ayer con un espacio propio de homenaje y recuerdo «a todas las víctimas del terrorismo y la violencia política». Se ... trata de un importante conjunto escultórico de 22 toneladas. Una obra de José Ramón Anda realizada en metal y con cinco bancos de piedra alrededor, situada en el centro de Bilbao, en la explanada ajardinada de Alameda Mazarredo que lleva al Guggenheim. Un lugar que quiere invitar «al encuentro y el diálogo» y que lleva tiempo reclamando el Foro para la Paz y la Convivencia, la herramienta municipal para impulsar políticas públicas de memoria histórica bajo los principios de verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición.
La obra -que con el nombre 'Atalase' es el primer lugar de Euskadi de estas características y dimensiones dedicado a la memoria- fue inaugurada ayer en un acto solemne presidido por el lehendakari, Imanol Pradales, el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y las víctimas representadas por Dori Monasterio e Inés Núñez de la Parte. En el caso de Dori, se trata de una de las hijas de Fermín Monasterio, taxista asesinado a tiros el 9 de abril de 1969 por un miembro de ETA, convirtiéndose en la primera víctima civil de la banda terrorista. En lo que respecta a Inés, es la hija de Francisco Javier Núñez Fernández, quien falleció el 30 de mayo de 1977 por abusos y maltrato policial.
Las representantes de las víctimas quisieron poner en valor que espacios como el ayer inaugurado representan «el reconocimiento de unos hechos que durante años han estado ocultos». De esta manera, dijeron, que la escultura esté ubicada en un ligar abierto en Bilbao implica «visibilizar unos hechos dramáticos que nunca debieron suceder y solo trajeron sufrimiento durante demasiado tiempo».
El lehendakari, Imanol Pradales, centró gran parte de su discurso en la importancia de trabajar «políticas de memoria» entre las generaciones más jóvenes. «Invito a la sociedad a la reflexión, a hablar sin tapujos. A contar a nuestros hijos lo que vivimos. Nos estamos jugando el futuro de las generaciones que vendrán», aseguró para después llamar a evitar «cometer los mismos errores que nuestras amamas y aitites, que evitaron hablar del franquismo y la Guerra Civil». Así, considera que el conjunto escultórico inaugurado ayer «es un ejemplo de la memoria crítica que queremos construir. Nos pone frente al espejo obligándonos a reflexionar».
Con un tono similar, el alcalde Aburto definió la obra como «un símbolo que representa el dolor y las lágrimas derramadas ante una herida que no acaba de cerrar». «Queremos que esta lugar sea un trocito de la ansiada paz. Un espacio que invite al reconocimiento, la reflexión y el encuentro. A la justicia, la reparación y el recuerdo para que nunca más se vayan a repetir estos sucesos», añadió.
La obra se completa con una placa con un listado con «los nombres de todas las víctimas de la violencia y el terrorismo» que han nacido o fallecido en Bilbao. Se trata de un listado en el que están agrupados por diferentes categorías, en función de si «la vulneración del derecho a la vida» la ha causado ETA, las fuerzas de seguridad o aparatos de la guerra sucia del Estado como los GAL. Así, esta escultura se suma a otros elementos de menor envergadura que recuerdan a las víctimas en la ciudad, como las placas en memoria de los asesinados o el monolito del parque de Doña Casilda.
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