Bilbao brinda con cerveza
Como la espuma ·
Miles de visitantes convierten la feria de la cerveza de Bilbao en el 'Oktoberfest' del norte de EspañaComo la espuma ·
Miles de visitantes convierten la feria de la cerveza de Bilbao en el 'Oktoberfest' del norte de EspañaBilbao está para tomarse una cerveza. ¡Y lo que haga falta, claro, que para algo es Bilbao! La villa se ha transformado este fin de semana por segundo año consecutivo en una réplica de Munich y ha logrado convertirse en la capital de la cerveza ... de España. Mantendrá el título, al menos, hasta la semana próxima, cuando se celebre el Barcelona Beer Festival, que es su referencia y su hermano mayor. Más de 10.000 personas estima la organización que acabarán pasando por la feria Bilbao Bizkaia Beer (BBB) cuando se clausure hoy, después de tres días a golpe de caña.
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Con ella, el Guggenheim tiene ya a su lado, en el Palacio Euskalduna, otra referencia de origen alemán, un auténtico 'Oktoberfest' donde estos días es posible degustar hasta 116 cervezas diferentes, elaboradas con el mimo de 73 pequeñas empresas artesanales procedentes de 17 países diferentes. «No soy muy cervecera, la verdad; pero nos ha parecido una buena idea la de acudir hoy a Bilbao a tomar unas cañas», cuenta Vanesa Mateos, que se ha venido desde Abadiño acompañada de dos amigas.
«He elegido ésta porque es extranjera. No entiendo mucho, pero me gusta». explica. Con eso seguramente basta. Vanesa ha elegido una 'Schlenkerla Rauchbier Marzen', una cerveza negra alemana ahumada, elaborada en una de esas fábricas de Bamberg donde aún se trabaja con destilerías avivadas por fuego de leña. De los 40 grifos instalados en el centro de congresos y de la música de Abandoibarra brota birra procedente de países con tanta tradición cervecera como Bélgica, Alemania y Reino Unido.
También de las 17 firmas asociadas en la Euskal Garagardo Elkartea. «La cerveza se ha convertido en el maridaje perfecto para cualquier situación de la vida», argumenta Eduardo Saiz, de Cervezas La Salve y uno de los promotores de la feria de Bilbao, con la que colabora EL CORREO. «Antes era difícil pensar en que llegaría el momento en que puedes tomártela charlando con tu pareja, para celebrar un triunfo del Athletic o leyendo un libro. ¡Ese día ha llegado!», proclama. Tres maestros cerveceros vascos cuentan en este reportaje su odisea en el mundo de la malta, el lúpulo y la levadura.
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Miquel Rius | Promotor de las ferias de Bilbao y Barcelona, y cervecero
La empresa cervecera La Pirata Brewing, de Barcelona, está hoy (por ayer) de fiesta. Su promotor, Miquel Rius, se la va a perder. Un 8 de octubre como el de este sábado salieron de sus alambiques los primeros litros de la firma y sus trabajadores van a celebrarlo con lo que los profesionales del sector llaman un taproom. La empresa tira de sus grifos y organiza una fiesta con su propia cerveza. A Miquel le ha tocado estar en Bilbao. Además de cervecero, es promotor del Barcelona Beer Festival y del Bilbao Bizkaia Beer.
Tiene una teoría social que habla del auge que la bebida que fabrica ha adquirido en los últimos años. «El lenguaje se adapta al entorno. En el trabajo, los empleados hablan de ir a tomar un café, pero en su tiempo libre se plantean tomar unas cañas. Es curioso, porque lo que antes se decía era ir a tomar unos vinos o, en el País Vasco, unos potes».
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La cerveza vive su momento dorado como bebida de ocio, que se está extendiendo a otros ámbitos de la vida. Pero el sector no pasa por alto que lo que la chavalería bebe de los botellones no son litros de caña. «La pregunta que nos hacemos es si estamos conectando con las nuevas generaciones. En parte, sí, aunque tenemos que estar vigilantes».
- ¿Por qué?
- Un promotor del festival BBK Live lo explicó muy claro el año pasado. Si tocan Fito y su banda, agotan la cerveza contratada, pero si viene Bad Bunny o un cantante de reguetón no venden ni medio barril. Eso está pasando.
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Cada generación tiene su bebida. Los mayores son de vino, los jóvenes (según la OMS se es hasta los 35) prefieren cerveza y los más jóvenes beben lo que les echen. En mayor o menor graduación, todas alcohólicas. Rius se sincera al hablar de esta cuestión. «¿Es la cerveza una bebida cardiosaludable? ¡Pues depende de quien pague el estudio!», afirma contundente. «El alcohol, sano no es, pero resulta mejor tomado con moderación y criterio. La nuestra no es la cultura anglosajona, donde beben hasta caer rendidos».
- ¿Y la mejor cerveza? ¡Mójese!
- Solo o acompañado, la mejor es la que te tomas más a gusto.
¡Salud!
Jabi Ortega | Cervecero en San Sebastián y gestor de la asociación vasca
«No queremos ser más ricos, estamos hablando de sobrevivir». Jabi Ortega lleva adelante desde hace diez años una empresa de cerveza artesanal en Gipuzkoa, la Gar & Gar. Pero cuando habla del sector lo hace como gestor de la asociación de cerveceros vascos, la Euskal Garagardo Elkartea, que aglutina a 17 de los 20 negocios que compiten en Euskadi. Entre todos ellos, según cuenta, elaboran unas 200 cervezas especiales. Muchas de ellas desaparecen después de una campaña. Otras en cambio se mantienen desde hace una década, cuando comenzó a despuntar esta pequeña industria.
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La guerra en Ucrania ha colocado sobre ella una espada de Damocles. El problema más conocido de los cerveceros es el del precio de la malta, que ha subido hasta un 25%. Las bodegas vascas no consumen especialmente cereal procedente de este país del Este. La invasión rusa, sin embargo, ha desencadenado una subida general del precio de las materias primas, que les ha colocado a todos ellos contra las cuerdas.
La que más les ha dolido ha sido el precio de la electricidad, que para la producción de cerveza resulta tan vital como respirar.
El proceso de elaboración de la birra es muy complejo, con momentos en que la bebida ha de ser tratada a 70 grados bajo cero y otros, como el de la fermentación, en que ha de subirse hasta los 10º o 20º. Por eso, el consumo eléctrico, 24 horas al día, con unos requerimientos así, resulta -según Ortega- muy elevado.
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Y no se vayan todavía, que aún hay más. El sector es aún tan joven que la mayoría de todos estos pequeños empresarios aún no ha terminado de pagar los prestamos que pidieron para impulsar sus negocios. Para muchos de ellos, la crisis ucraniana puede ser la puntilla. «Hace 20 años no existíamos ninguno de nosotros. Estamos generando empleo y riqueza; y estamos siendo seriamente dañados por esta situación mundial. Necesitamos ayuda», clama.
Tiene un mensaje final: «Se puede vivir sin una cerveza, pero seguro que la vida es más triste»
Arnau Estrader | Gestor del único restaurante vasco con fábrica propia
Nació para cocinero y se forjó con los mejores, pero ha acabado siendo una referencia en el mundo de la cerveza vasca. Arnau Estrader es un catalán afincado en Euskadi desde hace ya más de 17 años que procede de una familia con tradición por los fogones. Estudió para continuarla en Barcelona, pero con 17 años se vino a Euskadi y trabajó, primero en el Etxanobe que Fernando Canales regentó en el Palacio Euskalduna y después en el restaurante de Karlos Arguiñano en Zarautz.
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Su espíritu inquieto le llevó a abrir en el barrio donostiarra de Gros en 2019 -un año antes de que se parara el mundo- el Baga Biga Faktoria, la primera cervecera de Euskadi con espíritu de sidrería. ¿Que qué es eso? Muy fácil... En el mismo local donde se elaboran sus birras se ofrece al cliente servicio de bar y restaurante. «De los tanques a tu jarra. El que viene sabe que es imposible beber una cerveza más fresca», argumenta.
Cuenta que su desembarco en el mundo de la cerveza fue, «en realidad», una consecuencia natural de su tradición hostelera, que heredó de sus padres. Tras pasar por los fogones del popular cocinero de Zarautz se convirtió en sumiller y montó su propia vinatería. El auge de la cerveza artesanal que se dio en Euskadi hace una década, más o menos, le llevó a zambullirse en ella y crear su propia firma, la Zarautz Beer Company, germen de su actual proyecto.
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La cerveza, según cuenta, vino para quedarse. «Lleva años desplazando al vino. Hay jóvenes que lo beben, pero es un porcentaje muy bajo. La mayoría de la gente entre 18 y 35 años bebe cerveza. Sin embargo, las generaciones por encima de esa edad continúan alternando con vino».
En barras y restaurantes hay espacio para ambas bebidas. «Nuestra pelea -argumenta- no está con los viticultores, sino con la gran industria cervecera, que vende un producto al que no puede llamarse cerveza».
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- ¿Cómo dice?
- Nos diferencia la materia prima, no el envase. Usamos lo mejor de lo mejor, sin escatimar y, al final, el resultado es diferente».
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