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No hace falta mirar Bilbao desde las alturas, como en la foto de aquí arriba, para notar que es una ciudad mecida por un océano verde. Se aprecia casi desde cualquier calle y cualquier plaza. Incluso desde el centro mismo se ven las masas boscosas ... y brillantes en las laderas de los montes próximos. Pocas poblaciones de este tamaño pueden presumir de algo así.
Lo malo es que vivimos un poco de espaldas a esa riqueza natural. Es decir, que pateamos poco las cuestas de Artxanda, al norte, y el Pagasarri, al sur. Esos son los principales entornos naturales. También están los montes Arraiz, Arnotegi y Avril. Por todos ellos se extiende el anillo verde que rodea Bilbao y que el Ayuntamiento lleva tiempo queriendo potenciar. Lo que busca es aumentar y mejorar las rutas que lo recorren, crear espacios de estancia, miradores, pequeños lugares donde pueda estar la gente. «Se trata de hacer un uso extensivo, no intensivo del entorno», dice Fran Víñez, director de Proyectos Estratégicos. No quiere masificaciones en un punto, sino que los vecinos recorran el conjunto y disfruten de manera uniforme, cada cual en la zona más próxima a su barrio. ¿En qué otra ciudad puede uno calzarse las botas en casa y, tras caminar media hora o menos, estar en el monte?
Ese es el plan, pero para ejecutarlo hace falta que el anillo verde tenga una continuidad con la que ahora no cuenta. «Hay 'calvas'», constata Mikel Ocio, director de Urbanismo. Está hablando de parcelas de propiedad privada que son como islas en medio de suelos públicos. Este problema trata de resolverlo el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que el Ayuntamiento aprobó inicialmente el pasado mes de febrero, y que estará vigente a partir del año que viene.
¿De qué estamos hablando? De que, según los cálculos municipales, el anillo verde de Bilbao tiene una extensión de 1.045 hectáreas de parques forestales. La mayoría de ese espacio, 757, ya son de propiedad municipal; pero el resto, 288, es privado. Y esos son los terrenos que el Ayuntamiento prevé adquirir durante los próximos años. Según sus cálculos, invertirá en ello unos once millones de euros. No es mucho porque se trata de suelos rústicos y a menudo improductivos. Por supuesto, en ellos no se puede construir. Se ha calculado, según Ocio, que valen de media cuatro euros el metro cuadrado. Los que tengan aprovechamiento agrícola costarán más. Los desmontes abruptos, menos.
El director de Urbanismo matiza que para hacerse con esas fincas, ya sea mediante compraventas o por expropiaciones, no siempre va a ser necesario echar mano de la caja. Gastar dinero. «Puede haber permutas». Es decir, compensar a los propietarios con participaciones en fincas edificables, ya que el Ayuntamiento tiene derecho sobre el 15% del incremento de la edificabilidad urbanística en las nuevas obras. En fin, que en ciertas ocasiones no hará falta que haya un flujo de caja directo.
Al final, la idea es armar una red de caminos más eficiente y extensa que la actual, que ya es importante: Fran Víñez recuerda que en estos momentos existen 35 kilómetros de senderos por el anillo verde de Bilbao. Además, se van a crear «zonas de estancia y juego».
También se pretende conectar el sistema con el Camino de Santiago. Y en la parte norte, la de Artxanda, la idea es dar continuidad a los caminos por los municipios vecinos de Sondika y Zamudio, aunque para esto será necesario actuar de manera conjunta con esos ayuntamientos. ¿Cuándo ocurrirá todo eso? Poco a poco. La base la sentará el PGOU que, tras muchos años de trabajo, está a punto de ver la luz.
Esta estrategia tiene como fin hacer florecer el anillo verde para su uso público, pero también protegerlo desde el punto de vista ambiental. En el texto del PGOU aprobado inicialmente en febrero se menciona que el ánimo es «incrementar la presencia pública en el medio natural como medida para garantizar su adecuada preservación». Incluso su recuperación. En este sentido, el avance del Plan ya mencionaba que se habían detectado zonas «que requieren un especial cuidado», como «las laderas del Peñascal» cuya «inclusión en el anillo verde puede permitir un tratamiento más adecuado de las mismas».
Todo esto va muy en la línea del PGOU, que está afrontando el último tramo de su tramitación. En él, por primera vez, no sólo no se consume suelo en el municipio (los nuevos desarrollos urbanísticos ocuparán parcelas industriales), sino que se recupera suelo para espacios naturales. En concreto, hay 36,3 hectáreas que se recalificarán para devolverles su condición de no urbanizables.
1.045 hectáreas es la superficie que, según los cálculos municipales, tiene el anillo verde de Bilbao en parques forestales.
757 hectáreas de ellas son ya propiedad del Ayuntamiento. El resto, 288, son las que deberá adquirir por compraventa o expropiación en los próximos años.
La estrategia va más allá de mejorar el anillo verde, que está cosido por el Gran Recorrido (GR) de Bilbao. Lo que pretende el Ayuntamiento es, además de eso, unir estos espacios naturales con el principal icono de la ciudad: la ría. Es decir, crear corredores urbanos que conecten el centro de la villa y los distintos barrios con las laderas de los montes.
Esto, desde un punto de vista cartográfico, no tiene mucho misterio. Es decir, lo mismo se puede subir al Pagasarri iniciando la caminata desde Zabalburu y siguiendo por Juan de Garay, que a Artxanda desde Moyua por Alameda Rekalde. Y a ambos montes también se llega a través de distintas calles de los barrios altos. «La idea es que en estas vías gane peso el espacio peatonal y las zonas arboladas», explica el director municipal de Urbanismo, Mikel Ocio.
Corredores urbanos
En este asunto hay que ser muy cuidadoso, porque cualquier innovación puede tener sus riesgos. No vaya a ser que pongamos árboles en ciertas zonas urbanas y sus ramas acaben entrando en las habitaciones de los vecinos del primer piso. «Ya estamos analizando la tipología de arbolado para esas calles», tranquiliza Fran Víñez. El objetivo es, insiste, crear «corredores urbanos verdes» modificando, además, el espacio público. Eso supone cambiar la fisonomía de las vías, esencialmente, dando más protagonismo al peatón. Pero con cuidado, porque no siempre se pueden quitar zonas de aparcamiento ni mucho menos peatonalizar.
Además de las calles antes mencionadas, Víñez menciona varias arterias periféricas que van a ser potenciadas como caminos urbanos con vocación verde: Vía Vieja de Lezama, la parte alta de Basurto hasta el monte Arraiz, la vía desde monte Caramelo al Pagasarri... Todo, para acercar el anillo verde a los barrios.
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