Con la llegada de la primera ola de calor del verano a Euskadi todos los bancos a la sombra están cotizados en Bilbao, el sol aprieta en la ciudad y provoca que las personas que pasean cerca de la ría busquen cobijo. No es difícil hallarlo para quien está informado: el Ayuntamiento bilbaíno puso en marcha una red de refugios climáticos, un mapa de los lugares donde poder estar fresco, aunque muchos lo desconocen. Y eso que son nada menos que 131 espacios o edificios de los que la ciudadanía puede hacer uso para sobrellevar las consecuencias del calor extremo: 65 de ellos interiores, por ejemplo, El Corte Inglés y algunos museos; y 66 exteriores, por lo general plazas y espacios a la sombra o con fuentes que refrescan el ambiente.
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Para dar a conocer la ubicación exacta de estos lugares, se editó un folleto informativo en el que se reflejan cada una de las ubicaciones, que también están disponibles en la web municipal. Además, desde el principio del verano se puso en marcha una campaña informativa para mostrar esta red de espacios a la sombra. Los bilbaínos pueden observar en el suelo unos códigos QR que remiten precisamente al mapa de espacios a la sombra. Un termómetro que parece que se derrite en el Arenal también sirve para llamar la atención sobre este plan.
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¿Funciona? «Conozco lo que son los refugios climáticos, pero no sabía que este era uno de ellos», narraba esta mañana Fanny Muñoz, una francesa que se encuentra jugando con el agua de los chorros del Guggenheim junto con su hijo. Elena y Marcos, una pareja joven en el Parque de Doña Casilda, admiten su desconocimiento: «Ni idea de que es eso de los refugios climáticos». Las personas buscan la sombra como algo normal: «Es lógico que busques cualquier sombra para sobrellevar el calor», comenta Jorge García, que pasea a su perro por el muelle de Ripa. Para Fanny que haya estos espacios es algo importante: «Que la gente se dé cuenta de que sin árboles no se puede vivir y que se necesitan en días como hoy».
El desconocimiento de la ciudadanía por estos lugares a la sombra es evidente. Por ello te dejamos 10 refugios climáticos, 5 exteriores y 5 interiores, para sobrellevar el calor en días como hoy.
Los refugios climáticos interiores son instalaciones como bibliotecas, centros cívicos, equipamientos deportivos, estaciones de transporte, museos, salas de exposiciones y centros comerciales. Es decir, edificios por lo general climatizados, que disponen de agua y zonas en las que refrescarse.
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En la Alhóndiga los trabajadores observan una afluencia habitual un día de verano soleado, que es poca, en comparación con los que suelen refugiarse en el centro cultural cuando llueve, por ejemplo: «El único que puedo decirte que estaba huyendo del calor es un aita con un bebé que ha estado dando vueltas todo el rato. Esto está muy vacío». Los turistas entran y se van tras contemplar las columnas, el sol y el resto de atractivos del centenario inmueble. Otros ciudadanos caminan por el vestíbulo del ahora Azkuna Zentroa de camino, o de vuelta, a la piscina o el gimnasio. Son pocos los que descansan en los bancos del atrio. Es el caso de la pareja formada por Carla Lourenço y Daniel Colacios. Él, que es de Barcelona, confiesa que no conocía el edificio y ha venido animado por su amiga bilbaína porque «quería enseñarle las columnas tan bonitas» y se han quedado porque están frescos, «así que mitad y mitad». En el banco de al lado, Tamara da de comer a su hija de dos años recién salida de la piscina porque ahora tiene que marchar a trabajar. «Lo hago aquí pero no por nada en especial que haya pensado mucho, pero sí que es verdad que calor no se pasa».
Normalidad también en la Biblioteca Foral. «No hemos notado ninguna diferencia con la subida de temperatura», relata la recepcionista Yolanda López. Asegura que hace unos años se editó una guía de los refugios climáticos y la plantilla recibió formación de cómo atender a las personas y reaccionar ante lipotimias, por ejemplo. Pero nunca lo ha tenido que poner en práctica, reconoce mientras acceden unos turistas. Una de ellas reconoce que sabe que es un refugio climático, pero que acude a visitarlo para conocerlo.
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Otra de las alternativas que el consistorio bilbaíno propone para escapar de las altas temperaturas son los mercados municipales y las tiendas y centros comerciales como El Corte Inglés, que acoge a su clientela habitual. Aunque los paseantes de la Gran Vía admiten que se está «fresquito» en los comercios, para algunos hasta demasiado, explican que no es la razón que les trae hasta ellos. «Vengo porque tengo que comprar, si no estoy mejor en casa con el aire acondicionado», apostilla Amaia a la salida del mercado del Ensanche.
Pero el listado de refugios climáticos en Bilbao requiere de una actualización, ya que anuncia espacios a los que no se puede acudir. Como es el caso de la Sala Rekalde, cerrada por obras hasta el último trimestre del año pero que sigue apareciendo en el catálogo de opciones para reposar lejos del sol.
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Los refugios climáticos exteriores en la ciudad son áreas verdes que, gracias a su vegetación y sombra, el calor se suaviza. Cuentan con fuentes que ayudan a refrescarse y mantenerse hidratado.
El paseo del Arenal es la primera ubicación exterior recorrida en la mañana del lunes en la que el calor fue el principal protagonista. Este refugio climático está situado en el centro de Bilbao y tiene aproximadamente 18.800 metros cuadrados, de los cuales 4.500 corresponden al Paseo que discurre paralelo a la ría en un nivel inferior. Fuentes y bancos, pero sobre todo, numerosos árboles dan sombra a los valientes que han salido a la calle a dar un paseo o pasar un buen rato con familiares y amigos. Clara columpia a su nieta en el parque del Arenal, detrás de ella un termómetro derretido marca 30º: «No me había fijado en él, he venido pronto porque si no el columpio empieza a quemar», explica. La mejor manera para llevar el calor es «buscar la sombra, abanico y agua», sentencia Clara.
El Puente del Ayuntamiento (Ripa), es otro de los lugares que el Ayuntamiento establece como refugio climático. Aunque hay quienes son reacios a pensar que este sea uno ellos: «Hay alguna sombra, pero no veo que esto sea un lugar para estar a salvo del calor, cada vez es menos viable estar en la calle con estas temperaturas», narra Emilio Sánchez mientras pasea sin camiseta por este lado de la ría. Esta recta al borde del Nervión cuenta con bancos, árboles y alguna que otra fuente por la que numerosos turistas y, sobre todo, bilbaínos suelen pasear en cualquier época del año.
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Si seguimos el paseo por la ría llegamos al Guggenheim, establecido en el mapa de refugios climáticos como plaza de agua. Allí nos encontraremos multitud de chorros donde los más pequeños se refrescan en días como hoy. Y los no tan pequeños. «No hay mucho árbol, pero el hecho de que haya agua está muy bien», opina Fanny mientras juega con su hijo y con otras familias. Este emblemático museo tiene a su alrededor, aparte de estos chorros, un parque, fuentes, un pequeño bar y una hilera de bancos a los cuales algunos les da la sombra.
Alejados un poco del Nervión tenemos el parque de Doña Casilda, más conocido como el parque de los patos. En un paseo por los senderos del parque podréis admirar una gran muestra botánica, integrada por más de 1.500 árboles pertenecientes a 71 especies originarias de todo el planeta que dan sombra a todo aquel que se acerque: «Nosotros hemos venido aquí para aprovechar el buen tiempo, pero estando frescos, siempre que podemos comemos aquí haciendo un picnic», comentan Elena y Marcos, una pareja joven tumbada en el césped. «Vengo siempre a pasear al perro, no sabía que era un refugio, pero que hagan esa iniciativa me parece superbién», explica Idoia. El Parque de Doña Casilda fue durante varias décadas la única zona verde de esparcimiento público de Bilbao. Actualmente, es la más grande y, aunque existen otras, continúa siendo el espacio centenario más conocido por sus vecinos.
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Una veintena de plazas bilbaínas son protagonistas también en este mapa. En particular destacamos la plaza Indautxu, que por su ubicación, mucha gente pasa por ella y algunos aprovechan a descansar en los bancos que forman un gran círculo central de 40 metros de diámetro. Además hay árboles dando su toque verde, y cómo no, su sombra. Por último, y no por ello menos importante, cuenta con alguna fuente en la que poder saciar la sed en los días calurosos.
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