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Ahora las calles de Bilbao están divididas en siete categorías fiscales. La primera es donde supuestamente están los pisos más caros y, por lo tanto, las rentas son más altas y hay más riqueza. La séptima, todo lo contrario. Y entre medias, la escala de ... grises. Es importante estar ubicado en un sitio u otro porque de ello depende lo que se paga al Ayuntamiento por varios tributos. Es decir, en base a la categoría fiscal se fija el importe del Impuesto de Actividades Económicas (IAE), la tasa de basuras, la de apertura de negocios y la de ocupación de la vía pública (vados, terrazas, etcétera). Quienes viven en las zonas más ricas pagan más.
Lo que ocurre es que el sistema actual, dice el Consistorio, se ha quedado desfasado y se va a cambiar. Lo explicó este viernes la concejala de Hacienda, Marta Ajuria, en una comisión a petición propia para dar cuenta de la reforma que se está preparando. De hecho, se está trabajando sobre este asunto desde 2017. El sistema actual data «de 1987». Ya en 2019 se daba por inminente la reforma, pero llegó la pandemia. Y más tarde se optó por esperar hasta ahora, cuando la Diputación va a actualizar los valores catastrales que serán fundamentales para dibujar la nueva situación en las calles de Bilbao. Ambas cosas entrarán en vigor en 2025.
La concejala hizo ver que desde 1987 la ciudad ha cambiado mucho, y no solo porque hayan aparecido zonas entonces inexistentes como Miribilla, Mina del Morro y todo el entorno del Guggenheim. También porque se ha «homogeneizado» y ha aumentado de manera notable la calidad de vida tanto por las inversiones públicas como por el mismo avance de los tiempos y el aumento de la riqueza.
Por supuesto que en todo este tiempo ya ha habido modificaciones puntuales en las ordenanzas fiscales para integrar a los nuevos barrios en el mapa que determina lo que se paga por las tasas e impuestos mencionados. Lo que llega ahora es un cambio en la clasificación y en todo el sistema, que pasa de siete a cinco categorías. Quizás lo más llamativo es que la primera, que ahora prácticamente se limita a la calle Gran Vía, se va a extender por buena parte de los barrios de Abando e Indautxu. De hecho, pasa de afectar al 1% de los portales de la ciudad, al 7%. Eso tiene su incidencia en la segunda categoría, en el sentido de que la encoge, al bajar del 16% de los portales al 8% del total.
Como se pasa de siete a cinco escalones, y cambian también los valores mínimos del suelo (los que marcan el paso de un escalón a otro, que se determinan en base a la actualización del catastro que aún no es pública), no se puede hacer una gran comparativa entre lo que hay y lo que viene. Sí puede decirse, por ejemplo, que el 71% de los portales están en las dos últimas categorías, una proporción similar a la que ahora se integra en las tres últimas.
Pero lo realmente relevante es cómo va a afectar esto a la recaudación, de qué modo van a mejorar los ingresos municipales, y cómo se dará traslado de esta nueva situación al cálculo de los pagos que deberá hacer la ciudadanía en 2025, que es cuando entrará en vigor el nuevo sistema. Es decir, cómo le va a afectar la cosa directamente al vecino. Sobre este asunto no ha dado cuenta el gobierno municipal, que se remite a una comisión que tendrá lugar la semana que viene.
Mientras tanto, lo que se puede es echar un vistazo a las cosas que cambian. Por ejemplo, la zona de Campo Volantín dejará de estar en la primera categoría, la que se extiende por Abando, y cae a la tercera, lo que previsiblemente supondrá una rebaja fiscal para la ciudadanía que reside allí. Lo que se ha buscado, apunta Begoña Basagoiti, jefa del subárea de Valoraciones, es adaptarse a la realidad actual. Por ejemplo, tiene poco sentido que ahora en la segunda categoría estén equiparadas Colón de Larreátegui, una de las vías más cotizadas de Bilbao, con Labayru, al otro lado de Autonomía, y con calles de Amézola. Así que aquí también hay cambios porque la primera queda en la categoría más alta, y la segunda nada menos que en la cuarta (con lo que eso, supuestamente, conllevará de contención fiscal para sus residentes).
Aquí va otro cambio curioso en el sentido de corregir un absurdo: el parque de Doña Casilda, donde se concentran los hogares con más renta de la ciudad, está ahora en la sexta categoría, lo mismo que barrios como Otxarkoaga, Bolueta y Zorroza. Pasará a ser de primera. Y la isla de Zorrozaurre, que actualmente está en la séptima categoría, la más barata, junto con las zonas rurales, pasa a estar en la cuarta, igual que San Ignacio, Basurto, Rekalde y Santutxu.
Los tres grupos de la oposición asumieron que ya es hora de cambiar las cosas, que una clasificación elaborada en el muy lejano 1987 se ha quedado vieja. Pero no acaban de ver claro el modo en el que el área de Hacienda lo ha hecho. María del Río, portavoz de EH Bildu, echó en falta que junto con los valores catastrales se tomen en cuenta otros aspectos a la hora de determinar las diferentes categorías.
Para Del Río sería interesante «incorporar ciertos elementos correctores» porque observando únicamente los valores catastrales tienen la misma consideración zonas donde hay profusión de vivienda protegida aunque sean muy dispares. Por ejemplo, «Miribilla, el Peñascal y Otxarkoaga». Tampoco está de acuerdo la coalición soberanista con que Zorrozaurre siga teniendo «una categoría muy baja (la cuarta)» cuando es una zona con nuevas promociones bastante caras.
Olga Barrio, directora de Hacienda, explicó que tomar en cuenta criterios diferentes aparte de los valores catastrales que serían más difícilmente cuantificables podría abrir la puerta a alegaciones y procesos judiciales que generarían cierta inseguridad jurídica.
Esther Martínez, del PP, puso el foco en que «lo importante será la incidencia que tenga todo esto en los impuestos que tengan que pagar los bilbaínos». Preguntó a la concejala por el impacto en este sentido, y se le remitió a la comisión que tenga lugar la próxima semana, cuando también se celebrará otra comisión y pleno extraordinario sobre la zona de bajas emisiones (ZBE), juntándose así en un breve periodo temporal dos debates muy sensibles para la ciudadanía y también para el gobierno municipal.
Por parte de Elkarrekin, Xabier Jiménez echó en falta una mayor participación en el proceso que ya se ha llevado a cabo y destacó que al pasar el sistema de siete a cinco escalones «se pierde progresividad» en las políticas fiscales.
Todos esos cambios pueden parecer muy lógicos, pero las técnicas municipales han buscado que la reforma no se basase en intuiciones más o menos aceptadas, sino en «datos objetivos». Tras analizar diferentes alternativas, para llevar a cabo la clasificación se ha tomado en cuenta el valor catastral tanto de la vivienda como de las zonas comerciales en distintos puntos. A veces en una misma calle hay tramos con distinta clasificación. La cuestión es que la gente del Ayuntamiento se ha reunido con sus pares forales, quienes elaboran el catastro, y han contado con la información de la revisión que se conocerá a finales de año.
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