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Qué maravilla acudir a un restaurante y que lo primero que te pregunte el camarero es '¿desea comer con babero?'. Shock. Esta escena se repite a diario en el Asia Chic de El Ensanche. Lo mismo en el interior que en la terraza. Aunque resulte ... chocante, cada vez más establecimientos de la capital vizcaína ofrecen a sus clientes la posibilidad de comer con esta prenda. ¿Para qué? Pues para lo mismo que se los ponen los niños. Nadie está libre de esa desagradable mancha. De cualquier clase, aunque siempre pensemos en el lamparón de salsa de tomate. Horror.
Para salir airosa de estos lances comensales como la guipuzcoana Raquel toman sus precauciones. Como hizo hace varias semanas en el chino de Ledesma. Era un sábado de temperaturas muy agradables. Sobraba casi todo, pero Raquel venía preparada. Se trajo la pinza, no puesta, que siempre le acompaña. La sacó de su bolso y se puso a comer junto a una amiga.Se la veía a gusto con el enorme babero blanco. Cortesía de la casa. Comió ajena a todo tipo de miradas, incluso las más indiscretas, que las hubo.
Cuidado con los espaguetis
«Con la pinza el babero ya no se te cae», explicaba a este periodista, sentado en la mesa contigua. «Es muy recomendable. ¡Ni te cuento cuando comes marisco! Por no hablar de los espaguetis. Siempre los como con tenedor. Pero, por mucho y bien que los enrolles, se bambalean antes de llevártelos a la boca. Así que nadie está libre de que salte una gota en el plato y te salpique», advierte.
En los restaurantes que no tienen la costumbre de dispensar esta prenda, esta decoradora con tienda en Durango –Tandem– se sujeta la servilleta –«me coloco dos si hace falta», matiza– con «la pinzita. De que salgo de casa por la mañana, ya no vuelvo hasta la tarde y a nadie le apetece ir con una mancha encima», subraya.
En el Asia Chic empezaron repartiendo estas piezas de tela cuando todavía tenían en funcionamiento la plancha. Un 'grill' amenazante. Era un espectáculo ver cómo los cocineros manejaban cuchillos y tenedores a la vista de un público que en más de una ocasión se llevó alguna mota de recuerdo.sobre todo, cuando preparaban langostinos teppanyaki o raciones de ternera Szechuan .
Selfies con ellos puestos
En Dando la Brasa, el exitoso local del barrio de San Francisco, comandado por el argentino Natxo y Silvana, sus baberos se han convertido en una verdadera atracción. En un fenómeno viral. Acaban en las redes sociales de la cantidad de selfies que se hace la gente con ellos. «Aparecen en numerosas stories de Instagram», reconoce Natxo.
Dando la Brasa arrancó esta costumbre hace ocho años repartiendo los baberos entre los clientes que optaban por la carta o por platos que se suelen comer con las manos. Que si tacos, empanaditas... «Me pareció tan atractivo que dije '¿por qué no extenderlo a todo el servicio?'», apostilla. Desde hace tres años han llegado también a los clientes que optan por el menú del día.
Los baberitos resultan de lo más aparentes. Muy 'cool'. Se entregan bien «enrolladitos». Muchos clientes, después de lucirlos, se los llevan a casa. De recuerdo. Forman parte ya del atrezzo de lo bonitos que son. Siempre de color negro, que resultan más sufridos que los de color blanco.Y divertidos, porque llevan impresa la expresión 'No manches! sobre el dibujo de una chica horrorizada gritando por la explosión de una mancha.
Así se las gastan cada vez más hosteleros bilbaínos. En la marisquería Perana de Plentzia, ya cerrada, también los daban. Lo recuerda Raquel. «Ni te cuento el cuidado que hay que tener con el marisquito». Que es un placer, pero no tanto con lamparones.
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