Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hace poco más de un año las cosas en las calles de Bilbao estaban muy claras: fundamentalmente, había gente en las aceras y coches en el asfalto. Sencillo. Un equilibrio natural consolidado tras décadas sin alteración alguna. Un ecosistema estable. Pero el panorama ha dado ... un vuelco con la eclosión de la bicicleta como medio de transporte y la llegada de los patinetes. Muchos cambios en poco tiempo. Como siempre que eso ocurre, florecen los conflictos. Aquí, el campo de batalla son las aceras. Sí, está claro que en teoría se trata de un terreno reservado para los peatones. Pero la práctica es diferente. Y no hace falta encargar ningún estudio que lo demuestre. Basta con abrir los ojos.
Nos damos un paseo por Bilbao. Ya en el kilómetro cero, frente al Ayuntamiento, hay una perfecta muestra de lo que estamos hablando: más de la mitad de las bicicletas que circulan lo hacen por zonas reservadas a peatones. De las que van por el asfalto, ni una respeta el semáforo en rojo. Fin del estudio. Bueno, en realidad continuamos. Cruzamos el puente, subimos a Jardines de Albia, Ledesma, Moyúa, Ercilla, Indautxu, Alhóndiga, Autonomía, Hurtado de Amézaga... Vemos lo mismo que ve usted, lector, cada día. También patinetes por la calzada adelantando a bicicletas a una velocidad muy superior a los 20 kilómetros por hora que tienen como límite; por la acera, caracolean entre caminantes que sólo sienten su presencia, como un suspiro, cuando pasan a su lado.
Por supuesto, hay quien cumple las normas. En Autonomía un ciclista espera, al frente de la fila de coches, a que un semáforo se ponga en verde. Por cívico y exótico, merece una foto. Pero antes de poder sacársela, aburrido por la espera, cruza el paso de cebra y se va.
«Es normal que esto ocurra», asume Anna Merino, experta en Movilidad y consultora de la multinacional PWC. Sobre todo, cuando las nuevas formas de movilidad irrumpen tan rápido y con tanta fuerza. En el último año el uso de la bicicleta se ha disparado un 54% en Bilbao. Debido, sobre todo, al impulso del servicio público Bilbaobizi, estrenado en octubre de 2018. Desde la llegada de los aparatos eléctricos los viajes se han multiplicado por seis y los usuarios se han duplicado, hasta los 24.000. «Es genial que una ciudad acoja tan bien la bicicleta. En Barcelona ocurrió hace diez años y la movilidad cambió totalmente».
Mientras eso ocurría también comenzaban a proliferar otros cacharros singulares: patinetes eléctricos, hoverboards, e-skates, onewheels... «Aún estamos estudiando esta multimovilidad que se ha generado en muchas ciudades, y no va a ser sencillo pacificar la convivencia», admite Rafael Hernández, arquitecto urbanista y director del máster de movilidad urbana en la Universidad Camilo José Cela. Apunta dos factores esenciales para evitar conflictos: el civismo, evidentemente; y la regulación. «Es más sencillo adaptar los vehículos a la ciudad, que la ciudad a los vehículos».
Pero Bilbao ha hecho ambas cosas. Primero, ha acondicionado las calles para facilitar la movilidad que se quería conseguir con la implantación del límite de 30 kilómetros por hora en el 87% de las calles. Así, con el tráfico pacificado, circular en bici es más cómodo. Lo segundo que ha hecho ha sido regular. La normativa para la bicicleta estaba clara: no puede ir por la acera. En cuanto a los patinetes y demás elementos de movilidad, el mes pasado aprobó una instrucción en la que también se sacan de las zonas peatonales los vehículos de movilidad personal (VMP).
Aquí el Ayuntamiento ha estado ágil estableciendo a tiempo una norma, porque en Bilbao este tipo de artilugios aún no es un gran problema. No se ha disparado su uso. Sobre todo, porque «sólo los utilizan los particulares», certifica Iosu Ramírez, director de la consultora Leber, que asesora al Consistorio en materia de movilidad. Se refiere a que en otras urbes han llegado empresas de alquiler, lo que ha creado problemas porque los patinetes públicos se amontonan en las aceras.
Resumiendo: en el último año la movilidad en Bilbao ha cambiado, y hay una regulación que ordena la situación. ¿Asunto zanjado? No. Porque el panorama es el reflejado en el arranque de estas líneas. Bicicletas y patinetes zigzaguean entre coches y peatones. Hay que tener en cuenta que cuando alguien no habituado utiliza estos medios por primera vez tiende a asumir los peores vicios de los conductores (creerse el rey de la calzada) y de los peatones (colarse por todo resquicio buscando la línea recta entre dos puntos).
«Con la llegada de las bicis eléctricas hay mucha gente que ha empezado a usarlas muy alegremente», advierte Javier Umaran, portavoz del colectivo Biziz Bizi, que lleva un cuarto de siglo promoviendo la movilidad a dos ruedas en Bilbao. Los nuevos ciclistas, a menudo, «se sienten más seguros por las aceras», así que el lío está servido. ¿Cómo solucionarlo? «Concienciando a la gente y dando cursos sobre cómo ir por la calzada». El Ayuntamiento ya los imparte y el plan es obligar a los usuarios de las bicis públicas que no tengan carné de conducir a realizar un curso de educación vial.
Además, tanto Anna Merino como Iosu Ramírez mencionan la necesidad de divulgar la normativa, ya que a veces ciclistas o patinadores que van por las aceras no tienen conciencia de estar haciendo nada malo. También es importante incidir en la señalética (dejar claro con profusión qué zonas son exclusivamente peatonales, por ejemplo). Y, además, hay que dar tiempo para que las cosas vayan encajando. «Todas las situaciones nuevas generan fricciones. Debemos relajarnos, aprender a convivir...», apunta Ramírez.
¿Y si no somos tan civilizados? Ambos expertos asumen que hay que echar mano de las sanciones. Para los patinetes que lo hagan mal no hay multas aún porque llegarán en la ordenanza que se publicará el año que viene. Para las bicicletas que van por la acera, sí: 150 euros. Pero apenas hay casos. Fuentes de la Policía Municipal admiten que no es un asunto al que se le preste demasiado atención salvo en la campaña de vigilancia, que viene a ser una semana en mayo. En 2018 se apercibió a 98 ciclistas y se multó a 28.
Por último está el tema del casco. El accidente mortal de un joven el mes pasado ha puesto sobre la mesa el debate sobre su obligatoriedad en vías urbanas. Desde Biziz Bizi la rechazan, ya que, a su juicio, únicamente consigue poner trabas al uso de la bici. En el Ayuntamiento tampoco lo ven porque haría inviable el servicio de alquiler público. Además, miran a las grandes ciudades europeas y al resto de España, donde no es preceptivo. Pero nada impide que la gente lo utilice voluntariamente.
El 'boom' Un fenómeno mundial: este tipo de artilugios se ha impuesto en todo el mundo en muy poco tiempo y su regulación es difícil porque hay varios tipos: patinetes eléctricos, hoverboards, e-skates, onewheels.
La regulación Primer paso: en Bilbao se les prohíbe circular por zonas peatonales, parques y jardines, salvo en rutas expresamente señalizadas. Pueden ir por bidegorris y calles limitadas a 30. Multas: el incumplimiento aún no tiene sanción. Llegará el año que viene, con una ordenanza.
El 'boom' Bilbaobizi: La llegada de las bicis eléctricas, en octubre de 2018, multiplicó por seis los usos del servicio público. Efecto arrastre: La utilización de la bicicleta en general creció en Bilbao en un año un 54%.
La regulación Por dónde ir: O por los bidegorris, o por la calzada con los coches. Nunca por las aceras. La multa: 150 euros por circular en zonas prohibidas. La Policía está siendo tolerante y apenas está imponiendo sanciones a los infractores.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.