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Las barracas piden una oportunidad
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La falta de permisos para instalar sus atracciones condena a un sector que emplea en Bizkaia a 200 familiassergio llamas
Sábado, 22 de agosto 2020, 00:12
Las luces de colores y la música alegre de las barracas no ha sonado este verano en ningún municipio de Bizkaia. Las más de 200 ... familias feriantes que viven en el territorio no han podido instalar sus atracciones desde que estalló la pandemia, y la mayoría ya da todo el año por perdido. Para ellos, que viven de alimentar las fiestas de ciudades y pueblos, eso significa no tener ningún ingreso en 2020, a pesar de que «siguen llegando las facturas de los seguros de responsabilidad civil, de los parkings y pabellones» en los que guardan sus equipos, y de las «revisiones obligatorias». «Otro año a estas alturas nos sobrarían sitios para instalarnos en las fiestas de Gernika, Llodio, Portugalete o Bilbao», lamenta el secretario general de la Asociación de Feriantes Autónomos de Euskadi (AFADE), Alberto Domínguez.
Aunque el colectivo entiende la prudencia de cancelar las fiestas patronales, no comparte la prohibición de instalar sus barracas. Más cuando AFADE había presentado a los Ayuntamientos un protocolo con un listado de medidas de seguridad, que incluía limitaciones de aforo para mantener la distancia de seguridad en los vagones, vallas para limitar la entrada del público, personal de seguridad, mascarillas obligatorias, desinfecciones constantes tras cada viaje, cierres puntuales para llevar a cabo limpiezas en profundidad y una mayor separación entre las atracciones.
«No nos han ofrecido ninguna alternativa. Simplemente nos han dicho que no podíamos instalarnos o directamente no nos han contestado. Lo único que pedimos es que nos den la oportunidad de trabajar», subraya Domínguez, que no descarta acudir a otras instancias como el Defensor del Pueblo para denunciar la situación «crítica» que atraviesan muchas familias. «Ya hay compañeros que están acudiendo a Cáritas. Mucha gente lo está pasando verdaderamente mal», remarca el secretario general de AFADE.
A él le entristece especialmente ver que otros servicios y espacios, como los parques infantiles públicos, sí están abiertos sin todas las medidas que ellos ofrecen, como las desinfecciones tras cada uso. «Comprendo que todos los sectores necesiten salir adelante. Pero nosotros también», razona. Según expone, en otros lugares, como Valencia o en algunos municipios de la vecina Cantabria, por poner dos ejemplos, algunos compañeros sí han podido colocar barracas. Incluso en Zarautz (Gipuzkoa) había estos días varias instaladas.
Para Juan Luis González las perspectivas «son cada vez más negras». Él es feriante desde el año 1994, aunque la profesión lleva más tiempo en la familia de su mujer. En toda su trayectoria ninguno de ellos ha vivido una situación como la actual. «La última feria la tuve en octubre del año pasado. Íbamos a estar en Santurtzi para mediados de abril, pero ya nos prohibieron montarlo todo», recuerda el trabajador, que cuenta entre otras atracciones con una noria infantil, camas elásticas y una 'olla' para niños. No sólo toda su familia vive de este trabajo. Todos los años contrata a varias personas para poder atender el negocio. «También tenemos ingenieros que nos hacen las revisiones, instaladores para la electricidad, personas que vienen a certificar el funcionamiento...», enumera.
González asume que si los ayuntamientos les permitieran instalar sus atracciones la recaudación sería más baja. «Pero es que tenemos que vivir», remarca el hombre, que conoce a algunos compañeros que acababan de comprar nuevas barracas que ni siquiera han podido recoger de la fábrica. «Hemos tenido que ir a los bancos a pedir que nos retrasen los préstamos sin saber cuándo vamos a volver a trabajar. Cada vez la bola se nos hace más grande», advierte.
Así está también Juan Carlos Méndez, otro feriante vizcaíno miembro de AFADE. «Ya lo tenía todo preparado para salir: los seguros, las ITVs y hasta la gente contratada. Tuve que anularlo todo en Semana Santa», detalla. Como para la mayoría de sus compañeros, para él la feria es un trabajo de dedicación exclusiva del que vive toda la familia. «Ya estábamos mal antes, pero me imagino el impacto económico de todo esto. Muchos van a caer», se duele, y pide que se les permita trabajar con restricciones, como a la hostelería.
En esas está también Fernando Losantos. Él había llegado a montar las barracas en las fiestas de Deusto cuando comenzó todo. «Terminé un miércoles y el jueves nos lo hicieron quitar», recuerda, sin comprender la falta de permisos en verano. «Nos tienen olvidados y tenemos muchos gastos. Al final vamos a acabar todos embargados», alerta.
De no ser por el covid, a estas alturas el parque Etxebarria de Bilbao sería un mosaico de luces y complejas estructuras desafiando la gravedad. El año pasado, desde el 9 de agosto hasta el 1 de septiembre, la zona sumó 72 barracas y casetas, contando la popular noria. Este 2020, en cambio, no habrá nada de eso ya que no se ha llegado a publicar el pliego de cláusulas y condiciones reguladoras por el que se conceden las autorizaciones de uso del dominio público para los puestos y atracciones del ferial, que normalmente se publican ya en el mes de mayo.
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