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Bernar está al frente de la asociación Zabalketa de Getxo desde su fundación en 1991. Borja Agudo
El hombre que ha invitado a 3.000 cafés

El hombre que ha invitado a 3.000 cafés

Los Formidables de Bizkaia (V) ·

Jaime Bernar está detrás de SolidaridUP en Getxo, iniciativa en la que cualquier persona puede dejar pagado un café o un corte de pelo, entre otros, para quien lo necesite. El «milagro» del proyecto ha sido «integrar a todos con el objetivo común de hacer una sociedad más justa y solidaria»

txema izagirre

Getxo

Lunes, 16 de diciembre 2019, 00:51

Jaime Bernar no se ha dedicado a la hostelería, pero ha puesto miles de cafés en Getxo. Este vizcaíno, dedicado desde hace décadas a la cooperación, está detrás de SolidaridUP, una iniciativa que arrancó en 2013 en esta localidad de la Margen Derecha para ayudar a personas sin recursos. El proyecto se basa en algo tan sencillo como tener «pequeños gestos»; que aquellos vecinos con más suerte en la vida dejen pagada una consumición o un corte de pelo para quien no pueda permitírselo. Quería, junto con Zabalketa, asociación local de la que es director de proyectos, «conseguir que la sociedad civil se implicara de forma activa en ayudar a la gente con menos oportunidades».

Y lo lograron con creces. En el último año y medio han conseguido ofrecer más de 3.000 cafés. «Eso quiere decir que, por un lado, ha habido ese número de personas motivadas a tener ese pequeño gesto de dejarlo pagado a alguien desconocido. Y, por otro, para la persona que lo percibe es un modo de empezar a recuperar la dignidad», dice orgulloso. Pero lo que más satisfacción le da es la amplia red colaborativa que han tejido: comercios, ONGs, clubes deportivos y de tiempo libre... Hasta 40 colectivos participan en SolidaridUP, y proponen diferentes ideas, desde facilitar entradas de cine hasta dar masajes. Ahora, Bernar y Zabalketa son el catalizador que «integra a todos con el objetivo común de hacer una sociedad más justa y solidaria»; ese es «el milagro».

Además, el proyecto se ha extendido a otros municipios como Sestao y Leioa, e incluso lo van a exportar al extranjero. «Hemos construido una propuesta para impulsar a nivel europeo este concepto. Getxo, Sestao y Leioa actuarán de municipios tractores a los que se sumarán otros de la Bretaña francesa, Italia y Portugal», avanza.

A su juicio, ese cambio de mentalidad era algo «necesario». Él lo tuvo hace casi tres décadas. Abogado de formación, pronto se interesó por el desarrollo local, y se especializó en explotaciones agropecuarias después de darse cuenta, junto con cuatro amigos, de que algo no iba bien en el mundo. «No podemos ir por la vida cerrando los ojos a las necesidades de los demás», defiende. Ellos las vieron lejos, en Perú. «En los años 90 hubo una epidemia de cólera y pusimos en marcha un programa de urgencia sanitaria, con pocos medios y mucha ilusión», recuerda. «La situación era terrorífica, con una mortalidad infantil y una falta de asistencia sanitaria brutal. Eso nos hizo pensar que había que trabajar de una forma estructural contra esas vulnerabilidades; había que implicarse de una manera seria y rigurosa en la cooperación», detalla.

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Desde entonces, cuando crearon el colectivo, no han perdido esas ganas iniciales, y trabajan en once países, entre ellos Bolivia, Colombia, Jamaica y Nigeria. Con miles de kilómetros a sus espaldas (además de en los citados estados ha trabajado en períodos más cortos en México, Guatemala, Argentina, Ecuador, Kenia, Líbano y Costa de Marfil), puede estar satisfechos con su aportación: 28 proyectos con los que han conseguido ayudar a 250.000 personas. «Hemos tenido un impacto tremendo, que ha cambiado muchas vidas y ha sembrado esperanza donde no la había durante mucho tiempo», celebra. Pese al preciso repaso que hace de la evolución de la ONGD, no es amigo de «echar la vista atrás»; hay demasiadas necesidades como para abandonarse a la autocomplacencia. Eso sí, siempre se toma un tiempo para plasmar lo que ha vivido, para escribir las historias de algunas de esas personas que no tenían nada y salieron adelante.

Ayudando a crear esas historias de superación fue precisamente como se dio cuenta –o le ayudaron a darse cuenta– de que en casa también había mucho trabajo por hacer. Un terremoto, seguido de un tifón, dejó 10.000 muertos en Filipinas y desplazó a 10 millones de personas hace seis años. «Se puso en marcha una operación de emergencia y se nos sumaron casi 100 comercios de Getxo, y al terminar nos dijeron: '¡Qué bien nos hemos sentido pudiendo ayudar de esta manera!'», rememora. Ahí fue realmente consciente de que «había que ayudar a cambiar la sociedad local; aunque todo el mundo tuviera los mismos derechos, percibíamos que no todos tenían las mismas oportunidades».

Devolver la «dignidad»

Pone en valor Bernar –que ha sido miembro del Consejo Asesor de Cooperación del Gobierno vasco y actualmente es el tesorero de la Junta de Gobierno de la Coordinadora de ONGD de Euskadi– el trabajo de los Servicios Sociales, y que es «su responsabilidad atender las necesidades de la gente, que está muy bien», pero puntualiza que, «de alguna manera, nosotros dejamos de implicarnos», algo que debe cambiar. Por eso su objetivo a nivel local es «poner en conexión a personas que nunca se habían tratado y ayudar a implicarse en los problemas del otro; entender que en el entorno más cercano hay gente que no puede pagarse un café o un corte de pelo y facilitar que tenga acceso».

A veces, lamenta, «no vemos estas pequeñas cosas que devuelven a las personas su derecho y su dignidad», y anima a colaborar porque, para otros, puede ser «enternecedor; te devuelve la esperanza en el mundo». Su empeño, por ello, también es visibilizar que «hay gente dispuesta a hacer un mundo mejor» en una sociedad en la que «vamos con tanta prisa por la vida». En ese caos, considera, «encontrarnos con una de esas cadenas de favores nos hace reflexionar o nos vuelve a situar ante nuestra posibilidad de hacer el bien». Porque ese es su objetivo, hacer el bien, luchar cuando parece que no hay nada que hacer. Y, así, hace suya una letra de Fito Cabrales: «¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón».

Zabalketa

  • Contacto 94 464 36 94.

  • Objetivo Conseguir justicia social, tanto a nivel local como a través de proyectos de cooperación en otros países.

  • Dónde está Andres Larrazabal 3, 2º Izquierda. Getxo.

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