«Voy a bailar el aurresku porque tengo respeto y admiración por mi pueblo». El 15 de agosto es un día marcado en rojo en el caldendario de todos los alcaldes de Bilbao. No solo por el momento en el que se rinde tributo a la 'Amatxu' de Begoña, patrona de Bizkaia, sino también porque el primer edil interpreta frente a la Basílica la danza en honor a la ciudad.
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La de este jueves fue especial. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, bailó por novena vez consecutiva ante los bilbaínos tras un año convulso para él, ya que el pasado 23 de enero fue intervenido de la cadera por unas molestias de arrastra desde noviembre de 2020. La operación y su posterior recuperación le mantuvo alejado de la Alcaldía hasta finales de marzo, plazo durante el que Amaia Arregi, teniente de alcalde y concejala de Seguridad Ciudadana, ocupó sus funciones.
Una vez reincorporado y en pleno proceso de rehabilitación, Aburto confesó a este periódico en una entrevista publicada el pasado junio que intentaría «por todos los medios» bailar el aurresku. «Sé que no soy dantzari, que no lo hago bien, pero hago un esfuerzo y es una cosa muy bonita bailarle a tu pueblo», aseguró entonces. Son, prácticamente, las mismas palabras que ha utilizado este jueves ante los periodistas cuando se le preguntó por la actitud con que se enfrentaba al baile de este año.
Aburto bailó visiblemente emocionado de la mano de su profesor, Ramón Bañuelos, que ha entrenado a todos los alcaldes de Bilbao desde hace 29 años. ¿Y cuándo han ensayado? Pues empezaron a hacerlo el lunes. «Tenía dudas sobre si iba a poder salir a bailar, pero es una persona muy metódica», cuenta. Para que el aurresku de este año haya podido salir adelante han tenido que hacer más calentamientos de los habituales. Y, aunque con el paso de los días «cada vez estaba más cargado», finalmente lo consiguieron.
El alcalde aprovechó sus declaraciones ante los medios, realizadas a la salida de la Eucaristía y antes del aurresku, para reivindicar Bilbao como una ciudad que «une modernidad con tradición». Una villa que, a las puertas de la Aste Nagusia, considera «una ciudad de acogida» en la que debe primar «la convivencia entre diferentes».
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De esta manera, quiso poner en valor el trabajo de su equipo de Gobierno y pidió a la Virgen «fuerzas para que podamos enfrentarnos a los retos de la mejor manera posible». También quiso recordar «a los que no pueden estar y quienes por razones de enfermedad o por motivos económicos lo están pasando mal». En este sentido, quiso recordar «a un amigo que ha sido un gran servidor de Bilbao y otras administraciones» y que, según sostuvo, está atravesando un mal momento. Sin embargo, prefirió guardar su identidad en secreto.
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