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El Ayuntamiento de Bilbao asume que no puede cerrar la polémica discoteca Moma, pese a que solo el año pasado acumuló 55 denuncias -siete más que en 2018 y 35 más que en 2017- por delitos de agresiones, riñas y atentado contra ... la autoridad ocurridos en su exterior y a superar en una decena de ocasiones el nivel permitido de ruido. Álvaro Pérez, adjunto al área de Movilidad y Sostenibilidad, detalló que la sala de Rodríguez Arias dio positivo en 10 de las 16 sonometrías realizadas en 2019 por agentes de la Policía Municipal. «A pesar de todo, se ha reducido la contaminación acústica», se justificó el edil socialista.
La responsable de Seguridad Ciudadana, Amaia Arregi, mostró su rechazo a la petición del PP, que exigió «el cierre de una vez por todas» del local, al recordar que cuenta con licencia de actividad. La jeltzale defendió las medidas aplicadas por el Ayuntamiento a fin de hacer «compatible» el derecho al ocio con el «descanso vecinal» y remarcó el «respeto» a los recursos judiciales. «Vivimos en un estado de derecho garantista y hay unos procedimientos que seguir», recalcó.
Moma, que abrió sus puertas en enero de 2017, lleva contabilizadas en estos tres años 190 quejas ciudadanas. Razones que llevaron ayer a Carlos García a reclamar, por primera vez, la clausura «inmediata» de una sala «causante de reyertas, peleas y botellones, crear graves problemas de salud pública a los vecinos y comprometer la viabilidad económica del hotel Ilunion». El edil del PP censuró también la «ineficacia» de la política municipal en una comparecencia en la que la oposición en bloque se mostró partidaria de la revisión de las normativas municipales, ya que los expedientes sancionadores «no se traducen en soluciones y el conflicto tampoco puede judicializarse eternamente», aseveró la portavoz de EH Bildu, Jone Goirizelaia.
Ajustarse a la ley
El PP fue más lejos y tachó de «piratas» a los dueños del Moma «por incumplir todas las medidas de sonido, aforo y seguridad» y se preguntó si el Ayuntamiento está esperando a que ocurra «una tragedia para tomar medidas tajantes». Recordó las clausuras del Privèe, de San Ignacio, en 2005, tras la muerte de un joven de 20 años, y de otro club de Deusto donde, en 2007, fue degollada una muchacha colombiana. «Que no nos vuelva a pasar», advirtió. Carmen Muñoz, de Elkarrekin Podemos, insistió en que los vecinos se merecen «descansar» y acusó a los responsables de la sala de «hacer lo que les da la gana. No podemos permitir que incumplan muchas veces las normativas», subrayó.
22 mayo de 2017, a los cuatro meses de su apertura, el Ayuntamiento precintó por primera vez el equipo de música de la discoteca.
Luis Ángel Rodríguez, dueño del Moma, lamentó ayer que su discoteca se haya convertido en el «'pim pam pum'» de la política municipal. «Todos intentan sacar rédito electoral con nosotros, pese a que jamás se ha producido una agresión dentro del local. Es el precio que tenemos que pagar por ser la sala con más público de Bilbao. Todo lo que sucede en la calle y fuera de los establecimientos hosteleros es competencia de la Policía Municipal», recordó Rodríguez tras anunciar que todos los trabajadores del local se disfrazarán de piratas en los carnavales y le enviarán una foto a Carlos García. «El tendría que saber cómo están los expedientes y cómo se ejecutan, pero nosotros trabajamos mucho y bien». También arremetió contra EH Bildu, a quien recordó «cuando su gente quemaba contenedores. Pero es más bonito cargarse una discoteca y querer llevar a la ruina a familias que crean puestos de trabajo».
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