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La carretera de La Avanzada, que une Rontegi con la rotonda de Artaza a lo largo de 4,5 kilómetros, de los que 3,2 discurren como una cremallera por el centro de Leioa, acaba de cumplir 30 años de su ampliación. En junio ... de 1988 se abrieron sus dos primeros carriles y en diciembre los dos últimos, aunque las obras de remates y urbanización se prolongaron durante otro lustro. Antes, era un vial de pueblo, de un carril por sentido sin aceras, jalonado por campas y unos diseminados bloques de viviendas. Como ahora, convertida en una de las autovías más usadas de Bizkaia, ya se saturaba. Era el paso natural entre Getxo y Bilbao y había colas diarias y muchísimos accidentes. «La ampliación era muy necesaria», asegura Federico Bergaretxe, que dirigió el desdoblamiento cuando asumió el mando del departamento foral de Obras Públicas en 1987. El tajo, ideado en la Transición, había empezado un año antes para tratar de aliviar el tráfico. Y desde el principio, fue muy problemático. Titánico para la época, estuvo plagado por las demoras, disensiones entre las adjudicatarias, Agroman y Dragados, y las movilizaciones de los propios vecinos por el «atropello urbanístico» que supuso para Leioa. Su coste se duplicó: de los 3.000 millones presupuestados terminó requiriendo 5.700. «La Avanzada se llevaba casi todo el dinero que había para carreteras», recuerda el exdiputado del PNV. «La obra fue un desastre tremendo. Me quitó el sueño y más, y cuando dejé la Diputación todavía coleaban flecos. Dio mucho trabajo. Tuvimos problemas con todos: con el Ayuntamiento, con las contratas, que querían dejar la obra porque no les daban los números, con los usuarios... Porque hubo que hacerla manteniendo el tráfico, a trozos. EL CORREO la llamaba 'La Retardada' en vez de La Avanzada».
La autovía pronto se quedó pequeña. Antes del desdoblamiento la usaban 25.000 automóviles a diario. Al año siguiente de su inauguración informes forales ya decían que estaba «saturada». Cinco después, la cruzaban 50.000. Hoy circulan por ella casi 115.000 por jornada, de los que el 3% son pesados. Es la columna vertebral de una comarca que ha ganado más de 25.000 vecinos desde que se inauguró. Los conductores sufren unas 200 horas de caravanas al año y los atascos son rutina. Se extienden en colas de hasta siete kilómetros. La autovía registra un siniestro cada dos días, y cualquier suceso agrava la nefasta circulación. Los vehículos invaden las vías laterales a gran velocidad y el resto de arterias de Leioa, que se convierte en una ratonera. La Diputación asegura que el doble túnel que atravesará la ría por Lamiako liberará de 38.000 coches al municipio.
Federico Bergaretxe (exdiputado): «La obra ha sido importantísima para el desarrollo residencial y económico de la comarca»
Mari Carmen Urbieta (alcaldesa): «El subfluvial va a quitarle impacto. Estudiamos soluciones combinadas para la contaminación»
Bergaretxe cree que La Avanzada, y su posterior prolongación, el Corredor de Uribe Kosta, está estrechamente unida a la pujanza residencial y económica de la comarca. Que son un binomio. «Es una infraestructura importantísima. Sin adecuadas comunicaciones, su crecimiento no hubiera sido posible». El exdiputado también puntualiza que cuando él se hizo cargo del proyecto «iba entera en superficie. Se cubrió parte a petición de los vecinos». ¿Se hubiera ejecutado ahora del mismo modo, atravesando el pueblo y tan cerca de las viviendas? «No lo sé, pero sí que se hubiera hecho con más implicación del Ayuntamiento y de los residentes», explica. La alcaldesa, Mari Carmen Urbieta, cree que «ha vertebrado una parte importante de Bizkaia y posibilitado el desarrollo». Eso sí, Leioa ha pagado el peaje sin recibir nada a cambio. «Somos el único pueblo con una autopista en medio y el metro en las afueras», reivindican los vecinos. Miles sufren ruidos que superan los límites legales -75 decibelios por el día a pie de carretera- y han tenido que poner de su bolsillo para insonorizar las casas. «Es un zumbido que te saca de quicio», destaca Josean Ibarra, uno de los afectados. También soportan malos humos y de CO2: respiran los gases de miles de coches. Por no hablar de la seguridad vial y de la cicatriz urbanística. «Leioa está partida en dos. Hay gente que no va de vinos al otro lado por no cruzar». Así que siguen reclamando el soterramiento prometido y la Variante de Unbe. Llegaron a recoger 2.000 firmas y a empapelar la localidad. Hace diez años, el entonces diputado de Obras Públicas, Iñaki Hidalgo, anunció que se prolongaría el tramo en túnel otros 300 metros. El estudio costó 2,3 millones y se encargó a Sener y a Idom. La obra se calculó en 40 millones. Nunca más se supo. El proyecto decayó por «falta de interés político» y la plataforma local que lo reivindicaba murió de cansancio.
200 horas de caravana al año soportan los conductores habituales. Antes de las obras, pasaban por allí 25.000 coches al día. En 1993, ya eran 50.000. Ahora, 115.000, el 3% de ellos pesados, recorren Leioa por La Avanzada.
Accidentes. El primero grave fue en 1993, con tres muertos. Hay unos 175 accidentes de media al año en la BI-637 (también en el tramo de Erandio) y más de 470 personas implicadas, según la Ertzaintza. Un centenar son de chapa: el año pasado, hubo 78 heridos leves y uno muy grave.
25.000 son los habitantes que ha ganado la comarca. En Leioa hay 7.000 más. Getxo se mantiene y los siete municipios de Uribe Kosta (desde Berango hasta Lemoiz) suman más de 35.000, el doble que hace 30 años.
El presupuesto. Se elevó hasta los 5.700 millones de la época, sin contar la urbanización del bulevar en el casco urbano (otros 100 millones), los remates y la pasarela instalada hace 10 años. Prolongar el soterramiento costaría 40 millones de euros.
«Tal vez se planteó, pero se quedaría en proyecto. No forma parte del plan de esta legislatura», confirma un portavoz foral. Paliar los ruidos figuraba entre los presupuestos participativos de este año de Leioa, pero aún no se han tomado medidas. «Estamos trabajando con la Diputación para estudiar soluciones combinadas para la contaminación», concreta la alcaldesa. A su juicio, el subfluvial va a quitar impacto a La Avanzada y el soterramiento «no está descartado». Pero nadie lo contempla.
Para los vecinos de La Avanzada, la carretera es un problema de salud pública. Aseguran que las instituciones eligieron la opción más barata y que el municipio, y ellos en concreto, son los paganos. «A nadie le importamos», lamentan. El resultado es una barrera urbanística que divide a los residentes, niveles de ruido que «según los especialistas pueden provocar alteraciones del sueño, falta de concertación, agresividad...». Vanessa Félix vive a su lado. «El ruido es horrible por el día y por la noche. Intento no abrir la ventana, pero si estás cocinando hay que hacerlo. Estás en la cama y oyes la moto pasar. Tengo que cerrar las puertas, pero siempre se cuela. Es un ruido continuo y constante y cuando vas a otros pueblos te das cuenta de que allí no lo sufren». La polución tizna las persianas y los cristales y penetra dentro de las casas. Su garaje tiene salida en una de las vías laterales, «pero es un peligro, porque los coches vienen a toda velocidad». Y con las caravanas, todo se colapsa. «Ya no hay quien ande por Leioa y si quieres ir a otro sitio, hay que mirar si hay atasco». «Podrían poner badenes en los laterales, radares, mamparas... O quitar La Avanzada», dice. Si no fuera «porque toda mi cuadrilla vive en Leioa, ya me hubiera ido. Es insoportable».
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