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Aromas de diversas especias, ajo, cebolla o pimiento; banderas de Ghana, Nicaragua, Nigeria, Marruecos…; decenas de fogones cocinando jugosos arroces; y cientos de personas decididas a compartir e intercambiar su cultura. La 21 edición de Arroces del Mundo ha vuelto un año más a llenar ... la mañana de este sábado la bilbaína plaza Corazón de María de colores y sabores, pero con un alimento que los une: el arroz.
Arroces hay muchos, pero este evento pretende traer desde hace años al corazón de San Francisco los más particulares. Bailando al ritmo de la música y con una bebida en la mano, Laure Nausica Wandyi se dispone a cocinar la especialidad de Camerún, más concretamente del municipio de Bangangté. En su puesto ya está todo preparado para comenzar a cocinar: «Ya hemos picado la zanahoria, la cebolla, el pimiento y el ajo. Tenemos a remojo en agua el pescado seco y en un plato las gambas secas. Y la carne de ternera en taquitos. Estamos ya listos para empezar».
Nausica, junto a otras mujeres que se van dando instrucciones en francés, comienza poniendo una cazuela con aceite al fuego, y añade la carne, la cebolla, el pimiento, la zanahoria, el ajo y un poco de sal, «para que se vaya haciendo». Pasados unos minutos es el turno del ingrediente estrella, pero junto al arroz también se añade el agua del pescado seco «para darle sabor» y el pez, que viene directamente desde Camerún. «Es como una sardina, pero las de allí son más grandes y tienen más carne».
Llegados a este punto, agrega las gambas secas además de un ingrediente especial: «Es un pequeño pimiento picante que echamos entero. Luego servimos uno en cada plato para que quien quiera que el arroz pique más lo abra y esparza sus semillas». Según va avanzando la cocción, y ya casi al final, añade una pastilla de caldo Jumbo, y deja que el plato se termine de hacer a fuego lento.
Mientras el arroz de Bangangté se va haciendo, Laure Nausica cuenta cómo llegó hace 17 años a Bilbao. Cuando tan solo tenía 8 años su padre falleció, y poco después también una de sus hermanas debido a que «mi madre no tenía dinero para llevarla al médico». Nausica habla de un Camerún lleno de corrupción, donde solo sobrevive «quien tiene dinero, si no te mueres de hambre, o por enfermedad, o ambas».
«En Bilbao siempre se han portado muy bien conmigo, es un lugar maravilloso en el que vivir». Pese a la felicidad que le puede aportar la villa, Laure Nausica sufre por la distancia con sus dos hijos: «Estoy trabajando duramente para poder traerlos aquí». Pero mientras tanto, les manda dinero para que se mantengan y estudien, y viaja a su país cada año para verlos.
Tanto para la camerunesa como para otros muchos participantes de Arroces del mundo, es una oportunidad para enseñar la cultura de sus pueblos. «Nos encanta y lo pasamos fenomenal. La gente se mezcla y se conoce, no puede haber nada mejor que eso». Y tras 35 minutos cocinando y el relato de unas vivencias, el arroz al estilo Bangangté está listo para comer.
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