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El parking del Ensanche se cerró a finales de abril para comenzar con su obra de ampliación. Pero es ahora cuando llega el tajo serio. La próxima semana, con cierto retraso sobre las fechas inicialmente manejadas, va a arrancar la demolición de la estructura. Recordemos: ... hay que tumbar las tres plantas actuales, retirar los escombros y excavar dos niveles más para pasar a cinco alturas. Eso supondrá que la capacidad sube de las anteriores 351 plazas a 549. Uno de los pisos, el más bajo, será para residentes, que hasta ahora no tenían espacios reservados.
Son esos mismos residentes quienes deberán soportar las penalidades que implica una obra de estas dimensiones que se desarrolla en pleno corazón de Bilbao. Aunque se va a apostar por una técnica que minimiza el impacto acústico, no se van a librar de los camiones. En concreto, según fuentes oficiales, en ciertos momentos llegarán a circular por la zona 40 vehículos pesados al día para llevarse el escombro. Entrarán por Ibáñez de Bilbao y saldrán cargados por Henao. Un trasiego que habrá que ver cómo afecta al tráfico.
Esa profusión de vehículos pesados se producirá más o menos a partir de la segunda mitad de este mes. Lo que arrancará esta semana son las demoliciones internas de parte del forjado para, con ese escombro, construir una rampa interior que llegue hasta la planta -3. En este primer momento se utilizan máquinas pequeñas porque la estructura es angosta y no hay demasiado espacio para maniobrar. Pero cuando la rampa esté expedita hasta la cota más profunda podrá llevarse hasta allí una retroexcavadora «con pinzas y cizallas» en su brazo articulado que irá troceando toda la estructura de las tres plantas de manera simultánea. Y será entonces cuando los camiones tengan que ir llevándose los restos. Luego comenzará la excavación de otras dos plantas que también requerirá intensos desalojos de material.
¿Y qué se ha hecho desde abril hasta ahora? Los trabajos previos. Lo primero fue dejar expedita la superficie en la calle: desde mover el kiosco de prensa hasta picar aceras. También se hicieron modestas demoliciones preparatorias en el interior de la instalación que consistieron en echar abajo la tabiquería y los elementos más livianos y no estructurales.
Como desempeño más complejo hasta el momento ha estado reforzar los muros perimetrales, es decir, preparar la estructura para que soporte la demolición que llega. Los expertos que dirigen los trabajos explican que los muros de esa especie de 'cajón' que es un parking subeterráneo están sostenidos en la actualidad por la propia estructura, es decir, por los forjados y los pilares. Como todo eso se va a tumbar, ha habido que fijar esas pantallas de hormigón al terreno mediante anclajes.
Tras abordar la faena en las plantas -1 y -2 llegó el momento de actuar en la -3. Y fue ahí donde ha habido más complejidades de las previstas, por lo que la demolición no arrancó a mediados de septiembre, como estaba previsto, sino que lo hará ahora. En concreto, el retraso ha venido dado porque en la cota más profunda se encontraron con zonas de roca que hicieron más difícil dar continuidad al muro.
La cuestión es que tanto la demolición que ahora arranca como el desescombro se prolongarán durante unos tres meses, según explican fuentes oficiales. Luego habrá vía libre para comenzar a excavar las dos plantas extra. A medida que se vaya avanzando se irán ampliando hacia abajo los muros perimetrales que sostienen el terreno para evitar su natural tendencia a cerrar el hueco que va quedando abierto.
Esa fase durará más o menos un año. Luego vendrá la construcción de la cimentación y los nuevos forjados que conformarán las distintas plantas. Y por último llegará la urbanización de la plaza que coronará el parking. Se pretende que sea más verde y funcional que la anterior, que siempre había estado muy desaprovechada, cosa que tenía delito en un entorno tan falto de zonas verdes. Este nuevo espacio público también será más grande, ya que se cortará al tráfico el vial izquierdo, el que iba frente al restaurante alemán, para que pase a formar parte de la plaza. Todo se estrenará, si no hay problemas, en otoño de 2026.
Quien está llevando a cabo la obra es una UTE liderada por Viuda de Sainz, la firma que ya explotaba la instalación antes de su cierre. El tajo costará 18 millones de euros. Aunque la propiedad será pública, la firma constructora podrá rentabilizar la inversión explotando durante tres décadas cuatro de las cinco plantas de aparcamiento (la última, como ya se ha dicho, será para residentes). Además, abonará al Ayuntamiento un canon anual total de 680.000 euros.
Como en el transcurso de treinta años pueden pasar muchas cosas en términos de movilidad, y quizás se requiera más espacio para habilitar aparcamientos de residentes, el Consistorio podrá rescatar para este fin plantas inicialmente reservadas para rotación. El precio por planta oscila entre los 4,35 y los 5 millones de euros, cantidades que se irían reduciendo a medida que vaya pasando el tiempo.
La ampliación de este parking se enmarca dentro de una política de movilidad en Bilbao que pasa por reservar más espacios en la calle para los peatones a costa de quitárselos al coche. Es decir, las peatonalizaciones y el ensanchamiento de aceras quitan plazas de aparcamiento en superficie. Aunque la voluntad es que cada vez lleguen menos coches, eso no ocurre de la noche a la mañana, de modo que hay que darle soluciones tanto a los que llegan como a los que pertenecen a los vecinos. En esta filosofía se enmarca también la construcción de un nuevo parking subterráneo en La Nueva Casilla.
Desde que se anunció la obra de ampliación del parking del Ensanche hay un poco de miedo por cómo van a afectar esos trabajos a la vida en una zona tan céntrica, densamente poblada y comercial como es este pedazo de Abando. De momento, en estos últimos meses, el impacto se ha limitado al cierre al tráfico de las dos calles laterales de la plaza. Pero en cuanto comience la demolición y luego la excavación llegará el momento potencialmente crítico.
El agua jugará un papel importante a la hora de contener las molestias. Por un lado, con el fin de reducir la salida de polvo por vía aérea, se instalarán nebulizadores que eviten la propagación de esas nubes sucias. Por otro lado, habrá que limpiar las ruedas de los camiones para que no dejen la calle Henao hecha un barrizal.
En cuanto al ruido, para contenerlo se han hecho cortes en los forjados para evitar la transmisión de vibraciones al entorno; previamente se han analizado los edificios próximos para, en caso de que aparezcan grietas, se pueda determinar que no estaban ahí antes de las obras. Por otra parte, la maquinaria empleada para fragmentar la estructura evitará voladuras y martillos. Además, el Ayuntamiento aseguró que llevará a cabo mediciones de decibelios.
Pero quizás lo que más preocupa es el impacto que va a tener en el tráfico la entrada y salida de hasta 40 camiones al día; en este sentido, se va a regular el tránsito de vehículos con señales específicas y se tratará de que los momentos de más movimiento no coincidan con hora punta.
Con todo, una obra es una obra, y cuando se desarrolla en un espacio angosto, residencial y muy transitado genera impactos lógicos e inevitables. Para mantener al corriente a la gente, y se supone que también para calmar los ánimos y contener los enfados, se ha habilitado una figura, el 'comunicador de obra', que actuará como interlocutor entre la empresa y todos los actores afectados. Tendrá «una presencia continuada» en el tajo y se habilitará «una caseta» para atender las consultas ciudadanas.
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