Aquellos vecinos que daban la cara por los barrios de Bilbao
Memoria democrática. ·
Una jornada reconoce hoy en Otxarkoaga «la aportación de las clases populares» al avance de la sociedad bilbaína: «Aquello sirvió de escuela y se ramificó en muchas otras cosas»
La historia que estudiamos suele quedarse en los grandes nombres, esa gente a la que se acaban dedicando calles e incluso estatuas, y deja a un lado a otras muchas personas que dedicaron tiempo y esfuerzo a mejorar esta sociedad y empujarla hacia este presente ... nuestro, imperfecto pero mejor que muchos pasados. Ese olvido se vuelve especialmente grave en periodos como el tardofranquismo o la Transición, cuando hubo que pelear muchas cosas en la calle. La jornada 'Barrios y memoria democrática', que celebra este miércoles su cuarta edición en el centro cívico y el mercado de Otxarkoaga, aspira a corregir esa visión parcial y «dar visibilidad a la aportación de las clases populares». Organizada por la asociación Cultura Abierta y el grupo Civersity de la UPV, entregará los reconocimientos Víctor Urrutia a varios veteranos de la lucha vecinal.
«Aparte de Don Diego y los sucesivos alcaldes de Bilbao, aquí ha habido mucha gente que hizo lo que pudo»
Javier del Vigo
Rekalde
«A mí me gustaría dar un montón de nombres propios que a nadie le importan, que nadie conoce: aparte de Don Diego y los sucesivos alcaldes de Bilbao, aquí ha habido mucha gente que hizo lo que pudo», recalca el historiador Javier del Vigo, uno de los homenajeados por su papel en la asociación de Rekalde. Siempre que se habla de esto, conviene hacer memoria y preguntar qué les llevó a movilizarse. «En Rekalde, había muchos niños y ninguna escuela», resume Javier. «Otxarkoaga se construyó en once meses con materiales malos. Alguien dijo que lo único bueno era el cemento. Enseguida empezaron las humedades, los tejados se deterioraron, y encima no había pisos de distintos tamaños», dice de su barrio otro de los protagonistas de la jornada, Jokin Revilla. Y Karmele Ikazuriaga evoca un Atxuri que estaba «dejado de la mano de Dios, como todos los barrios, con el Paseo de los Caños hecho un barrizal».
Las asociaciones empezaron a surgir en 1964, a raíz de la llamada Ley Fraga. «Yo era muy joven y no tenía ni idea de nada. Los mayores asistían a aquello alucinados. Pero lo que sí teníamos eran ganas, ilusión y poca vergüenza», sonríe Karmele, que recuerda con qué estupefacción solían mirar los concejales de la época a aquellas muchachas insolentes. «No teníamos un margen muy grande de acción, pero, si estábamos dentro de las normas, podíamos hacer cosas. En los 70, el movimiento ganó peso porque los burócratas del franquismo querían congeniarse con lo que viniese después, que no sabían qué era. Recuerdo cómo, en los tiempos iniciales de la Transición, bajábamos en manifestación con burros hasta el Gobierno civil y el gobernador civil nos recibía. Ya como historiador, he ido buscando en los archivos y todos los de la junta directiva de la asociación teníamos nuestra ficha», explica Javier. ¿Y se ha visto bien perfilado en la suya? «Sí, muy bien, ¡me daban como totalmente desafecto al régimen, ja, ja...!».
«Ha perdurado una sensación de unidad, de que merecía la pena luchar, y siempre ha habido entidades y colectivos que han seguido haciéndolo»
Jokin Revilla
Otxarkoaga
Aquella reivindicación pionera, todavía sin costumbre, dio lugar a momentos inolvidables. El más sonado fue el encierro de vecinos de Otxarkoaga en el Ayuntamiento, en 1976. Allí estaba Jokin y todavía se emociona al contarlo: «Fue una experiencia inolvidable ver a gente de más de 50 años participando en aquello. Prohibieron que nos entraran comida, pero nos la subían por detrás en un saco y la pasábamos por los váteres. Cuando nos echaron, después de seis días, fuimos en manifestación a Otxarkoaga y se decidió volver a la mañana siguiente, y así lo hicimos, desayunamos en el hall del Ayuntamiento. Nos volvieron a echar, claro». Él atesora recuerdos hilarantes (aquel vecino guasón y audaz que adornó con un cigarrillo el busto de Franco) y otros con un punto conmovedor, como la trabajadora municipal que les prestaba apoyo 'desde dentro' y les pasaba a máquina los comunicados.
«¿Cantamos 'La Internacional'?»
Karmele no ha olvidado aquella vez que un constructor le ofreció un piso a cambio de su silencio, porque los vecinos se oponían a que se edificase en la principal zona verde de Atxuri: «Me sentí tan ofendida que hasta me costó contarlo en la asociación». Y Javier tiene muy presente la que se montó en Rekalde cuando los vecinos osaron enfrentarse al Obispado, nada menos: «La plaza de Rekalde es como es gracias a que entendimos que no solo había que pelear en la calle, también había que meterse en el tinglado y utilizar métodos judiciales. El Obispado empezó a construir la iglesia en el centro de la plaza y los jueces lo paralizaron, previo depósito por nuestra parte de un aval de un millón de pesetas. Si no hubiese salido la sentencia como esperábamos, a lo mejor seguíamos pagando».
«Aquello sirvió de escuela, de aprendizaje para mucha gente. También para muchas mujeres, que empezamos a ser atrevidas, a ganar confianza en nosotras mismas, a discutir»
Karmele Ikazuriaga
Atxuri
«Hubo un momento en el que las asociaciones eran lo único legal, porque los partidos eran clandestinos. Cuando teníamos reuniones, había uno que siempre acababa diciendo 'qué os parece, ¿cantamos 'La Internacional'?'», se ríe Jokin. ¿Qué quedó de aquella efervescencia? «En Otxarkoaga ha perdurado una sensación de unidad, de que merecía la pena luchar, y siempre ha habido entidades y colectivos que han seguido haciéndolo. La huella quedó en muchas cosas: por ejemplo, que en los autobuses pusiese Otxarkoaga con tx también fue un logro de la asociación».
«Lo más importante –concluye Karmele– es que sirvió de escuela, de aprendizaje para mucha gente. También para muchas mujeres, que empezamos a ser atrevidas, a ganar confianza en nosotras mismas, a discutir. Aquella primera experiencia se fue ramificando en muchos sentidos: el feminismo, el ecologismo, la defensa del euskera, el antimilitarismo... De aquello se derivaron muchas cosas».
Un museo virtual sobre la aportación de los barrios obreros
'Barrios y memoria democrática' servirá para presentar en público el
Bilbao Bizkaia People's Museum
, un museo virtual que aspira a reflejar «la contribución aún no reconocida de los barrios obreros en la recuperación de la democracia». Cuenta con secciones dedicadas a los distintos barrios de Bilbao, así como una biblioteca y una filmoteca centradas en la lucha vecinal durante el franquismo y la Transición.
En la jornada, abierta al público (miércoles a las 11.00 en el centro cívico de Otxarkoaga y a las 18.00 en el mercado), participarán entre otros el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López; el viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación, Jose Antonio Rodríguez Ranz, y la diputada foral de Empleo e Inclusión Social, Teresa Laespada.
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