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El aperitivo es la oración de la tarde de los franceses, como decía Paul Morand en su libro 'Abierto de noche'». Esta mañana he reencontrado la frase en las primeras páginas de la maravillosa Metafísica del aperitivo de Stéphan Lévy-Kuentz. Cuando lean esto será ... lunes. Puede que medio día y la hora del vermú. Todas las terrazas llevan alma de aperire. Así llamaron en Roma al trago de vino con miel que abría el estómago antes del banquete

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Algunos lo hemos mejorado. Solo entendemos el aperitivo largo. Para poder viajar en el tiempo y sentarnos, por ejemplo, en La Concordia. Anuncian lluvia, pero nos quedamos en la terraza. Viajemos a su inauguración. Al 25 de marzo de 1913.

Fecha y datos los aporta Txabi Segovia, nieto de Elías Segovia. Cuñado, para más inri, de Azul Tejerina, voz inconfundible de Radio Bilbao. Elías fue clave en La Concordia. Pero antes de llegar hasta él volvamos a su arranque. O antes. Cuando La Bilbaina decidió alquilar las lonjas de la parte baja a Francisco de Echezortu, con la idea de montar allí un café.

Elegante, no podía ser de otra manera, recibía a lo más selecto de la sociedad bilbaina, ilustres foráneos y, es lo que tiene la hostelería, a gente variopinta. Unos por aquí, otros por allá. Formando parte de la decoración, ocupando rincones entre billares, barra y mesas. No faltaban los limpiabotas, ni el camarero equilibrista capaz de mantener la bandeja y la comanda.

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Una concordia vital y diaria que subrayaba la razón de su nombre. Tanto la estación de trenes como este local, y no eran los únicos, fueron llamados así en honor al acuerdo obtenido en un caso relacionado con una suspensión de pagos entre compañías de ferrocarril, inversores y trabajadores. No fue fácil y de ahí lo de bautizarlos como La Concordia. Quizá contagiado por ello, la vida de este café-restaurante fue bastante tranquila en los cambios de manos. En 1923 Francisco de Echezortu traspasa el local a los dos Jesús. Arrese y Garagorri. Cuando fallece Garagorri, Arrese se queda como único dueño.

Pero en abril de 1936 ofrece a dos de sus empleados el negocio. Eran Elías Segovia y José María Azpeitia. No resultaba fácil y aún menos barato. Gracias a su buena relación con la 'La Cervecera del Norte' obtienen de ella un préstamo de 305.000 pesetas, que pagarán a lo largo de los siguientes 12 años. Bien lo sabe el rey de la documentación, Miguel Ángel Santos, que apunta este detalle en su magnífico blog 'La Cerveza en Bilbao'.

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Cantidades bárbaras

Por eso era habitual avistar carteles publicitarios de Oro en sus paredes. El caso es que así nacía la 'Sociedad Azpeitia y Segovia' que regentaría La Concordia hasta que, en 1948, Elías se queda solo al frente del negocio. Hablamos de un hombre nacido en Talavera de la Reina y renacido en Bilbao, a los 20 años, tras pasar por Madrid, Algeciras y Donostia. Un visionario que puso de moda el lunch a lo grande en nuestra villa. Bancos, astilleros, eléctricas o los mismísimos Altos Hornos recurrían a él para dar de beber y comer a sus empleados y accionistas. Hablamos de cantidades bárbaras para la época. Pero eso es solo la punta de la pajarita de Elías.

Su historia botxera bien merece un Bilbainos exclusivo. Será el próximo lunes. Hoy nos quedamos en La Concordia. Lo bueno de recordar es que podemos sentarnos en una de sus mesas y que todo cambie. Salvo la algarabía. Siempre hubo ruido. Agradable. De vasos, voces y platos. Así fue desde el principio. Y aún más cuando en 1981 ceden una parte del espacio para abrir un bingo. Hubo que apretarse más. A veces, tomando el aperitivo, nos parecía escuchar las tertulias de los Aresti, Celaya, Unamuno, Castresana, Maeztu, Otero y tantos otros. Al fin y al cabo no somos romanos, ni tomamos vino con miel. Quizá por ello nuestro aperitivo no abre estómago, sino la puerta de la memoria.

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