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«En las condiciones actuales, por motivos de salud, el aforo de la basílica es limitado. Otros años decenas de miles de personas vienen hasta aquí, hoy se acercan con el corazón». Así ha resumido el obispo, Mario Iceta, al inicio de la misa de ... las 12, la situación que se vive hoy, día de la Asunción, en Begoña. Es una de las dos grandes fiestas de la Amatxu y en un escenario normal, tanto el templo como los alrededores estarían abarrotados. Pero la nueva normalidad que ha traído la pandemia es cualquier cosa menos normal. Esta mañana, desde primera hora, ha podido comprobar otro ejemplo de esto cualquiera que se haya acercado a las inmediaciones de la iglesia. Es 15 de agosto, pero en la explanada frente al templo no hay puestos de venta de rosquillas, ni txosnas, ni música. Y apenas hay gente frente al templo.Se ven unos pocos turistas sueltos, a los que la festividad les ha pillado por sorpresa, y también unos cuantos fieles, que van llegando en un continuo goteo y entre los que no faltan quienes no sabían que hoy, a misa, había que venir con reserva. «Le ha pasado a una señora que venía del Goierri», explicaba antes de la misa de las 10 uno de los voluntarios de la Cofradía de Begoña que se encargan de orientar a quienes vienen a las eucaristías o simplemente quieren visitar a la Amatxu.
La de las diez ha sido una de las ocho misas que se va a celebrar hoy. El aforo, reducido a 255 personas, estaba completo, como en la de las 8 y la de las 12, la que ha presidido el obispo, Mario Iceta. Pero en el resto hay plazas libres. Sin embargo, en las tres se han abierto huecos de última hora. Así que quienes se han acercado con intención de asistir a las celebraciones pero no tenían reserva, han acabado entrando.
En todo caso, está claro que el número de personas que se va a acercar hoy a visitar a la Amatxu estará muy alejado de los 150.000 fieles y peregrinos que cada año suele estimar la Cofradía de Begoña, que sí está presente en el exterior del templo. Este año se le ha encomendado la custodia de la basílica a la hora del almuerzo y el apoyo en el control de las visitas. Roberto, uno de sus cofrades, lleva desde las tres y media de la madrugada orientando a los peregrinos. «Y todavía estaré hasta las dos de la tarde», explica frente al atrio de la iglesia, dispuesto para quienes quieren visitar a la Amatxu. Aquí, los fieles hacen cola guardando distancias y separados por vallas y cintas de quienes van a misa o salen de homenajear a la Virgen de Begoña. «La gente se está portando muy bien. Todo el mundo guarda orden y no ha habido ningún problema. Sí que hay despistados que no sabían que no se podía entrar libremente en el templo, pero no ha habido ningún incidente», explica, mientras en los soportales laterales se forma la otra cola, la de quienes van a misa, con plaza reservada, que se identifican con el DNI.
Finalizada la misa, la iglesia se vacía con rapidez por la puerta del lado del evangelio. Después, un operario protegido con un EPI completo fumiga los bancos. Finalizada la limpieza, el templo comienza a llenarse de nuevo. Solo tres fieles ocupan cada banco, dejando un espacio libre entre ellos. Debido a la pandemia, la iglesia ha permanecido cerrada por la noche. No ha habido misas de madrugada para los primeros peregrinos. Los feligreses más madrugadores, los que han venido a la misa oficiada a las seis de la mañana por el obispo auxiliar, Joseba Segura, sí se han encontrado con la caseta informativa de la Cofradía, abierta desde las 5.30 horas, y dedicada, además de a ofrecer información, a la venta la popular Lotería de Navidad de esta hermandad. Eso es todo en la explanada. Así que el ambiente dista mucho de lo festivo y, desde luego, no es multitudinario.
El alcalde de Bilbao no bailó este sábado su tradicional aurresku junto a la basílica de Begoña. Fue uno de los actos que tuvo que ser suspendido como medida preventiva ante la pandemia. Juan Mari Aburto asistió a las eucaristía de las 12.00 horas, después de la cual quiso hacer un llamamiento a la responsabilidad ciudadana, «porque nos jugamos mucho», insistió.
Tras mostrar su solidaridad y apoyo a las familias de los afectados y fallecidos por la enfermedad, el alcalde agradeció a la ciudadanía su «comportamiento cívico y responsable en este día tan especial para tantas personas». Además, Aburto hizo una llamada a la responsabilidad. «Quiero que entendáis las medidas que adoptan las instituciones y las autoridades sanitarias. Quiero pediros que cumpláis con esas medidas porque nos estamos jugando la salud y la economía. Nos estamos jugando el presente y el futuro». «Os pido que, con esperanza, ilusión, solidaridad y respeto actuemos todos juntos para salir de esta situación», finalizó.
El obispo Mario Iceta ha presidido la misa de las 12, a la que han asistido el consejero y portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka; la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto -que este año no ha podido bailar el tradicional aurresku-, la teniente de alcalde Gotzone Sagardui; y los concejales Nekane Alonso, Álvaro Pérez y Raquel González. En su homilía, el obispo ha expresado a las instituciones su «profundo agradecimiento por la dedicación» que han mostrado «frente a estos desafíos», en referencia a los efectos de la pandemia. Iceta ha ofrecido «la colaboración de la Iglesia en todo aquello en lo que podamos servir para aliviar a nuestros hermanos y hermanas en este momento de dificultad».
«La pandemia que padecemos, sus consecuencias sociales y económicas, es fuente de sufrimiento y nos interpelan profundamente», ha dicho el obispo de Bilbao en su homilía. Ha invitado a «intentar leer este momento que vivimos desde el misterio de Cristo», que sufrió en la cruz, pero cuyo «misterio es de vida y de resurrección. Tras la tormenta, el frío y la intemperie, volverá la luz, volverá la esperanza». EL prelado ha enmarcado la pandemia de Covid-19 en «el misterio del mal. Tengamos la certeza de que Dios no nos abandona, siempre está de parte del que sufre, se hace uno con él».
«No nos dejemos abatir por la desesperanza», ha llamado Iceta. «En estos momentos oscuros, en los que parece que se oscurece la percepción del amor de Dios, no nos dejemos abatir. Confiemos en Dios y confiemos en nosotros, porque Dios ha puesto en nuestro corazón el mandato del amor y el mandato de cuidarnos los unos a los otros». El obispo ha destacado «tantas muestras que se han dado de solidaridad y entrega de tantas personas volcadas en hacer el bien incluso con el riesgo de perder sus propias vidas». En estos momentos «queremos acompañar con delicadeza a quienes lloran la pérdida de familiares y allegados. Ofrecemos esta eucaristía por todos ellos», ha añadido.
Ante esta crisis «económica y social en la que vivimos inmersos, hay que redoblar esfuerzos en austeridad personal, generosidad y compromiso». En estos momentos «necesitamos seguir adoptando medidas personales y sociales de prevención del contagio. Las autoridades proponen las medidas para evitar los contagios. Son medidas que tenemos que aceptar con responsabilidad», ha subrayado Mario Iceta en la misa, cuyo colofón ha sido una breve actuación de nueve espatadantzaris de la agrupación Beti Jai Alai, que ha venido a sustituir al gran alarde que suele realizarse normalmente en el exterior de la basílica.
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