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Los estragos económicos de la pandemia parecían superados a comienzos de este año. Pese a ello, Cáritas alertaba de que unos 100.000 vascos tenían graves problemas de subsistencia. Lo hacía, por casualidad, el 24 de febrero. Unas horas antes Putin había lanzado la «operación ... militar especial en Ucrania». Y siete meses después la entidad diocesana sostiene que la pobreza en Bizkaia «no es coyuntural, sino estructural». Tanto ellos como otras organizaciones sociales alertan de que, con la vuelta de las vacaciones, los usuarios de sus recursos crecen y los presupuestos no dan.
Los colectivos coinciden en señalar lo que más afecta a las personas que recurren a ellos: sueldos bajos, la cesta de la compra más cara desde 1988, el precio de la energía y el encarecimiento de la vivienda. Ya el último Deustobarómetro, publicado a finales de junio, reflejaba que el pasado invierno, antes de la guerra, un 42% de la población había reducido los gastos en calefacción y electricidad y uno de cada cinco dedicaba a comer menos dinero que antes.
¿Cómo es posible gastar menos cuando todo es más caro? Parte de la respuesta la ofrece Luis Crovetto, presidente del Banco de Alimentos de Bizkaia, cuando asegura que «la gente ya no compra fruta, leche, huevos... productos básicos que han subido muchísimo». En el almacén de Basauri están con la vista puesta en la Gran Recogida de finales de año, de la que dependerá en buena parte que no tengan que reducir el tamaño de los lotes. Atienden a 25.500 personas, «una burrada». Es un ligero aumento respecto a agosto, cuando solicitaron ayuda 24.800, aunque lo que más preocupa al responsable de la organización es el futuro. «La gente con trabajo está muy asfixiada, porque algunos tienen sueldos muy pequeños».
Los voluntarios de Sortarazi también han apreciado que los usuarios «van creciendo» desde el inicio de la guerra. En marzo recurrieron al servicio 308 vecinos de Leioa y Erandio; en julio, un centenar más. En el centro que gestiona la Sociedad San Vicente de Paúl en Rekalde atienden a unas 1.300 personas al mes, donde aseguran que hay más gente con necesidades, pero salen del sistema por «no presentar la documentación».
En Cáritas reparten cheques para adquirir alimentos a 4.300 vizcaínos, unas ayudas que, subraya Ana Sofi Telletxea, responsable del Observatorio de la Realidad Social de la entidad, «no les dan para cubrir la cesta de la compra». De ahí que sobrevivan «haciendo recortes en comida, vivienda y suministros». La organización, explica la coordinadora de la intervención, Idoia Pérez Mendiola, tenía planificado «volver a finales de este año a la situación anterior», ya que con la pandemia duplicaron su presupuesto e incrementaron las ayudas. Sin embargo, dudan de que pueda ser así y se están «replanteando cómo afrontar esta crisis». La situación de las familias que atienden, lamentan, es crónica. Pero creen, como Crovetto, que más pronto que tarde atenderán a ese perfil de «personas que hace un año llegaban bien a final de mes pero ahora están en el umbral de la pobreza por la carestía de la vida».
La vuelta al cole ha agravado, además, tras el verano la situación de estos hogares. La asociación vasca de consumidores y usuarios EKA/ACUV, cifró el coste por hijo del regreso a las aulas en 480 euros, «el más caro en 20 años». En Sortarazi, por primera vez, han puesto en marcha un plan de apoyo a la compra de material escolar con el Ayuntamiento de Leioa que llegará a 20 menores. Otra veintena de familias de Otxarkoaga ha podido contar con mochilas, libros y cuadernos de la mano de la Sociedad San Vicente de Paúl, que también ofrece refuerzo escolar.
En el caso de Save The Children, atienden a unos 500 niños en Euskadi, con los que trabajan en actividades de ocio educativas ya que sus padres no pueden pagar extraescolares. Charo Arranz, directora de la entidad en el País Vasco, lamenta que no llegan a todos y que hay «en lista de espera» 130 menores -70 en Bizkaia- de familias que «necesitan comida y ayudas que les permitan hacer cosas como poder pagar el alquiler y evitar un desahucio o poder pagar la luz». En previsión de que muchos no puedan hacerlo, Cruz Roja ha entregado a sus usuarios 200 edredones nórdicos.
25.500personas comen gracias al Banco de Alimentos. En agosto eran 24.800.
3millones de euros destina Cáritas a ayudas de primera necesidad, el doble que en 2019.
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