Los alcaldes veinteañeros de Bizkaia

Eso sí, todavía no son muchos. Si analizamos el mapa consistorial, veremos que 45 de las alcaldías corresponden a personas de entre 50 y 59 años (el 40%) y otras 37 se sitúan entre los 40 y los 49 (el 33%). Esas son las franjas dominantes en el poder municipal. Hay, además, dos regidores que ya han superado los 70 y diez sexagenarios. Por el otro lado, nos encontramos con catorce treintañeros y solo cuatro alcaldes veinteañeros, los protagonistas de estas páginas. Son todos del PNV y, en muchos casos, compatibilizan juventud y experiencia: dos de ellos están ya en su segundo mandato, otro ya ha sido concejal y solo el cuarto debuta ahora en la gestión.

La idea es preguntar a los regidores más jóvenes cómo surgió en ellos la vocación política, pero, en el caso de Mikel Magunazelaia -y en el de otros de nuestros entrevistados-, casi sería más lógico plantearse cómo habría podido dar esquinazo a ese destino: «Entré de concejal con 18 años, en 2015. He vivido la política en casa como algo natural: el abuelo también fue alcalde de Forua, amoma participó activamente y fue una militante estupenda, ama, los tíos... Y un bisabuelo fue fusilado por ser nacionalista, así que ese compromiso siempre ha existido», aclara. En cualquier caso, él no cree que estén en lo cierto quienes reprochan a los jóvenes un particular desinterés por la política: «No va con la edad, es algo general. Creo que, después de la pandemia, la tendencia es a ser más egoístas, más invididualistas, a pensar más en nuestro bienestar que en lo colectivo: eso ya estaba ahí pero se ha acentuado».

Del mismo modo, el alcalde de Forua considera que la juventud no supone un obstáculo a la hora de convencer a los votantes: «Sí que en 2019, la primera vez que salí alcalde, quisimos tener un equipo con bastante experiencia para complementar mis carencias. Ahora, en cambio, hemos ido a rejuvenecer el equipo y casi la mitad de la lista hemos sido jóvenes». Mikel, profesor de Primaria y amante de la montaña, ha quedado satisfecho con su primer mandato: «Fue entrar de novato y encontrarme con la pandemia, con el baile económico de la guerra de Ucrania... Hemos tenido que lidiar con cosas nunca vistas, pero ha sido una legislatura fructífera y ahora hemos mejorado los resultados».

Resulta un poco extraño hacerle un reportaje a Julen Karrion por ser el alcalde más joven de Bizkaia con 24 años, dado que, en las anteriores elecciones municipales, ya salió como alcalde más joven de Bizkaia con 20. «Yo siempre he dicho que las cosas más importantes de la vida no tienen edad: dependen del momento y la actitud de cada uno, y surgió así». Ya se ha acostumbrado a que, cada vez que se constituye una mesa de edad de algún órgano institucional, le toque a él: «En estas elecciones estuve mirando a ver si salía alguno más joven, pero ahí volveré a estar, y eso tampoco es positivo: la gente joven tiene que dar el paso, sería mejor que hubiese algún otro más joven, para demostrar que se puede, que la gente confía en nosotros y que la política refleja la sociedad», apunta el alcalde de Murueta y, además, juntero.

También Julen viene de familia militante («aita y ama fueron concejales») y también él discrepa de que el distanciamiento de la política sea cosa de jóvenes: «Ya se ven las participaciones que hemos tenido. La sociedad va cambiando y, como no todo el mundo en política ha estado a la altura debida, la desafección se va acentuando. Los que estamos tenemos una responsabilidad muy importante». Graduado en Derecho Económico por Deusto, ahora está cursando el máster de Gobernanza y Estudios Políticos en la UPV, además de cultivar sus dos grandes pasiones: el fútbol («he sido jugador, árbitro y, hasta mitad de la temporada pasada, entrenador») y el mar («tengo un bote pequeñito con el que salgo a pasear, hasta Mundaka como mucho»). ¿Qué balance hace de ese primer mandato que empezó con solo 20 añitos? «La experiencia me sorprendió para bien, porque desde dentro se pueden cambiar un montón de cosas».

En la lista de alcaldes de Zamudio ya figuraba un Aretxabaleta, Nicolás. «Era el bisabuelo de mi aita y, a raíz de aquello, la familia siempre ha estado involucrada en política: mi aitite, por ejemplo, estuvo en Juntas», explica Lander. Su familia, al fin y al cabo, se caracteriza por cierta continuidad a lo largo del tiempo, no solo en este terreno: «Tenemos una bodega y mi hermana y yo vamos a ser la sexta generación. Vengo de ahí. Llevo toda la vida trabajando de agricultor y compaginando mis estudios con la bodega».

Ahora le toca ocupar el puesto central, pero Lander llevaba ya cuatro años de concejal de Cultura y Deportes. Seguramente, en un campo como el cultural sí se nota la diferencia de enfoque entre un veinteañero y un sexagenario, ¿no? «Sí, la cultura es viva y se ve desde distintos puntos de vista, pero se trata de enfoques que pueden ser complementarios. Además, seas joven o mayor, la responsabilidad es la misma, por más que las formas puedan ser diferentes y se puedan adecuar a los tiempos». Aficionado al fútbol («dejé de practicarlo por lesiones») y al frontón, el alcalde de Zamudio considera que faltan modelos que animen a su generación a participar más activamente: «Es importante que los jóvenes se impliquen para garantizar un buen futuro. Quizá vean una cierta barrera, quizá les parezca un poco lejano, porque miras un poco y ya ves, solo somos cuatro alcaldes veinteañeros de todos los que hay. Queremos acercarnos a esa juventud que ve la política como una cosa de mayores».

A estas alturas de reportaje, a lo mejor ya va siendo hora de adaptar la pregunta: ¿qué relación tiene su familia con la política? «Mi abuelo y mi tío han sido afiliados al PNV toda la vida, pero en casa no se comentaba mucho el tema. Aunque yo me pasaba muchas horas en el batzoki con mis abuelos, tomando el café, nunca me hablaban de política», puntualiza Iker Santocildes, un gestor inmobiliario que tiene experiencia en la estructura del partido pero debuta en la gestión pública directamente como alcalde. ¿Por qué se animó a dar este paso? «Lo pensé mucho y decidí que era el momento adecuado: lo bueno de ser joven es que todavía no estás asentado y te puedes permitir equivocarte. Si resulta mal, sales con 31 años y te queda mucha vida por delante».

Iker es muy consciente de la singularidad de tener en la Alcaldía a alguien que aún no ha cumplido los 30. «En campaña he escuchado algún comentario de 'este, como es joven, no va a mirar por los mayores'. Pero creo que tenemos otra forma de hacer política y se ha visto: hemos dado un giro de 180 grados a la hora de llegar a la gente». Vinculado desde siempre al baloncesto («entreno a un equipo sénior femenino y eso me ha salvado en campaña, me ha permitido pensar en otra cosa»), el nuevo regidor de Orduña es también aficionado a la lectura, sin descuidar las salidas de viernes y sábados con los amigos. «Estoy viendo a los jóvenes supercontentos de que alguien los represente. Hay que tomárselo como una reivindicación: ¡somos jóvenes y estamos preparados! Entre la gente de mi edad cada vez se percibe menos apego a la política, por lo que pasa en el circo de Madrid, pero los Ayuntamientos tenemos que transmitirles que esto no es lo mismo, que aquí se trabaja por el bienestar de la gente».