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Ya antes de la pandemia los botellones eran un problema enquistado y prueba de ello es que cíclicamente resurgía la polémica impulsada por las quejas vecinales. Luego llegaba el mal tiempo y el asunto se tranquilizaba. Pero ahora los tumultos nocturnos han alcanzado una nueva ... dimensión por dos aspectos fundamentales: su masividad y las actitudes violentas y vandálicas en las que a menudo culminan las noches.
Los alcaldes vizcaínos asumen que semejante panorama es uno de los efectos indeseados de las restricciones pandémicas. Lo que algunos expertos califican de 'efecto descorche': que grupos de jóvenes dan rienda suelta y de manera desordenada a ímpetus largamente contenidos. El problema es que la pandemia aún colea, el riesgo de contagio existe en un colectivo (entre 20 y 29 años) que es el más rezagado en materia de vacunación, y las actitudes violentas protagonizadas por algunos de los participantes en las aglomeraciones parecen haberse vuelto casi rutinarias.
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Da la impresión de que el único modo de evitar altercados es que las policías asistan a las fiestas callejeras sin intervenir en ellas. Este es un argumento esgrimido a menudo por los responsables institucionales: mejor hacer la vista gorda que intentar disolver multitudes y terminar en batalla campal. Es algo que ha ocurrido a menudo este verano, lo que de manera paralela ha generado un debate sobre valores y respeto a la autoridad.
El portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, ya asumió recientemente que la Ertzaintza va a tener que pensar en cómo hacer frente a estas situaciones. Y en lo mismo andan los Ayuntamientos. El alcalde de Bilbao evitó ayer pronunciarse sobre el asunto pero fuentes municipales explicaron que en el Consistorio están inmersos en un proceso de reflexión. Hay que tener en cuenta que la regulación de los botellones es de competencia municipal, y las policías locales son quienes suelen estar en primera línea en estas intervenciones. De hecho, otra de las polémicas del momento es cómo articular esa reacción. También de qué manera diseñar operativos preventivos que eviten congregaciones masivas antes de que se vuelvan incontrolables.
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Los alcaldes y alcaldesas que aparecen en estas páginas se mueven entre el temor a criminalizar a una juventud que, mayoritariamente, se comporta, y la necesidad de contener unos botellones para al menos evitar que terminen en actos vandálicos. Tras un verano convulso, no hay recetas unánimemente compartidas: van desde trabajar con más énfasis la concienciación de la juventud junto con los agentes implicados, hasta imponer sanciones para hacer frente a unos gastos, los derivados del vandalismo, que penalizan las cuentas municipales. En definitiva, que se trataría no tanto de erradicar los botellones, algo en lo que se lleva fracasando años, como de evitar que desemboquen en actos incívicos.
1.100litros de alcohol fueron decomisados el sábado en las 'no fiestas' de Las Arenas.
Textos elaborados con información de Sergio Llamas, Marina León, Diana Martínez, Leire Pérez, Gorka Seco, Andrea Cimadevilla, Iratxe Astui y Manuela Díaz.
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