borja olaizola
Lunes, 15 de marzo 2021, 02:12
¿Merece la pena invertir 400 euros en un airbag de moto? Los familiares de los usuarios de vehículos de dos ruedas no tienen muchas dudas al respecto. El fallecimiento en las últimas semanas de seis motoristas en las carreteras vascas, el último un ... hombre de 48 años el sábado en la AP-8 tras perder el control y chocar contra un guardarraíl a la altura de Mendaro, ha encendido las luces de alarma en muchos hogares.
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Los accidentes mortales de San Sebastián, Irún, Elgoibar, Urduliz, Bérriz y el último en Mendaro han vuelto a poner de manifiesto la extrema vulnerabilidad de los motoristas y han engordado unas estadísticas que traen de cabeza a los responsables de la seguridad vial. Aunque en términos globales hay una clara tendencia a la baja en la cifra de muertos en carretera, el apartado de las dos ruedas se resiste a mejorar: 466 motoristas fallecieron en 2019 en España, un 11% más que el año anterior.
Las autoridades no saben muy bien cómo atajar esa sangría. Hace ya años que el casco, que empezó a ser obligatorio en 1992, pasó a ser una prótesis de la que los moteros solo se desprenden cuando aparcan su vehículo. Los fabricantes de motos también han dado un notable salto adelante en materia de seguridad con la generalización de sistemas como el ABS o los controles electrónicos de tracción. Sin embargo, todos esos avances se han revelado insuficientes ante el crecimiento del parque motociclista en los últimos años. La única esperanza para frenar el aumento de víctimas es el airbag de moto, un dispositivo que ha experimentado un importante desarrollo técnico en los últimos años y que ha confirmado su efectividad tanto en las simulaciones como en la realidad.
Popularizado entre los aficionados gracias a los grandes premios, donde su uso es obligatorio y donde también se ha puesto de manifiesto su efectividad a la hora de minimizar las lesiones en las caídas, el airbag de moto es, sin embargo, un accesorio aún minoritario en las vías públicas. El Real Automóvil Club ha dado a conocer en una encuesta que solo el 4% de los motoristas lo usa de forma habitual pese a que un estudio propio revela que reduce hasta un 50% los daños en el tórax y hasta un 75% en la espalda.
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Euskadi no es una excepción en esa estadística. Los comercios especializados lo venden con cuentagotas. «Es un dispositivo del que todavía no se sabe mucho y que además tiene un precio elevado, lo que siempre hace que el cliente se retraiga», apunta Juan Miguel Urcelay, responsable de Automoto Eguía.
En Batanero, otro de los concesionarios tradicionales de Euskadi, calculan que «habremos despachado unas dos docenas de airbags». El perfil del cliente, detalla Nahikari Idigoras, «es el de usuarios de entre 45 y 60 años que lo compran para utilizarlo en moto grande. Entre los jóvenes no hay demanda porque la conciencia del riesgo es mucho menor».
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Hay dos tipos de airbags. Mecánicos y eléctricos. Los primeros son más baratos. Unos 400 euros: «Básicamente es un chaleco del que sale un cable que se engancha con un pequeño mosquetón a alguna pieza de la moto. Si se produce un accidente y el motorista sale despedido, el cable salta y hace que se hinchen las cámaras de aire del chaleco con un cartucho de gas». Una de sus ventajas es que «es reutilizable siempre que las cámaras de aire no hayan sido dañadas por la caída y se mantengan en buen estado», indica Idigoras.
Los electrónicos son más caros -a veces se van hasta los 1.200 euros- y equipan una serie de sensores que se encargan de activar el dispositivo cuando se produce un accidente. Hay varios modelos, pero generalmente están diseñados para ser introducidos en unas chaquetas que tienen habilitados huecos para su acomodo.
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