silvia osorio
Jueves, 19 de enero 2023, 13:55
«Hace dos días una amiga exdiputada fue asesinada brutalmente en su casa y no sabemos por qué. Otra me ha dicho hace muy poco: 'Yo voy a ser la siguiente, ayúdame a salir'». Un silencio imponente se ha apoderado este jueves de la sala ... del Palacio Euskalduna que acoge estos días Emakumeak, el congreso sobre feminismo e igualdad que organiza el área de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia, cuando la activista de los derechos de las mujeres y la política afgana, Fawzia Koofi, ha recordado el reciente atentado en el que fue asesinada a tiros Mursal Nabizada, el primer crimen a una expolítica desde el regreso del régimen talibán. «Las están matando», ha advertido en una desesperada petición de auxilio a los gobiernos europeos.
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Escuchar de primera mano la cruel realidad que viven las mujeres de Afganistán es un ejercicio necesario para poner en valor la resistencia y la valentía de unas auténticas luchadoras de guerra que, jugándose el pellejo, tratan de evitar que décadas de progresos en igualdad de género y de derechos de las mujeres desaparezcan de golpe y porrazo. Superviviente -y no es fácil serlo- de un mundo en el que las mujeres son ciudadanas de segunda categoría, Fawzia Koofi es una de esas lideresas que ejerce como altavoz de sus compatriotas brutalmente silenciadas por el regreso de los talibanes al poder. «Las mujeres se despiertan por la mañana y saben que no pueden salir de sus casas. Si lo hacen, tienen que ir acompañadas de un hombre, porque no se fían de ellas», ha afirmado.
El pasado 15 de agosto de 2021, la vida dio un giro de 360 grados para las mujeres afganas. Se vieron desprovistas, bajo amenaza de muerte, de derechos fundamentales tan básicos como la educación, ir al trabajo, salir a la calle, votar o participar en las decisiones políticas de su país convertido en una jaula humana de la que el grueso de las mujeres no han podido liberarse.
Según ha explicado, en estos 15 meses de régimen opresor, los talibanes han aprobado hasta 35 leyes que vulneran los derechos de las féminas «porque su prioridad es la guerra contra las mujeres». El pasado mes de diciembre les prohibieron ir a la universidad de forma definitiva. «Tienen miedo al poder de las mujeres. Creen que si nos educamos vamos a ser suficientemente fuertes para decidir sobre nuestro destino o si somos dependientes a nivel económico, vamos a llega a puestos de poder».
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En la década de los 90, la joven sufrió en sus carnes, la pérdida de derechos cuando estudiaba Medicina. «Millones de sueños se quedaron destrozados en mil pedazos», ha lamentado comparando aquellas dificultades, que son las mismas que ahora sufren las mujeres afganas. Tras unos primeros meses en los que trataron de mostrar al exterior una imagen más moderada, los talibanes han recuperado la esencia de aquel primer emirato. «Hoy nos va a desbordar la emoción», anunciaba la diputada Teresa Laespada al inicio de la conferencia. No se equivocaba. Koofi participó en las negociaciones de 2020 para el proceso de paz siendo declarada objetivo de los terroristas. Anteriormente, cuenta con una dilatada trayectoria política, que le llevó en 2005 a lograr un escaño como diputada y llegó a ser la primera mujer vicepresidenta de la Asamblea Nacional.
A pesar de todo su trabajo, incansable y admirable, ha confesado que siente una gran «frustración». «No es fácil hablar con alguien que ni siquiera cree en tu existencia y ni te mira a la cara», ha asegurado. Y más en una sociedad que «no mira nuestro talento, mira más si nos pintamos los labios». La activista afgana, además, ha reprochado a Estados Unidos su retirada definitiva, que permitió la entrada de los talibanes. «El ejército americano nos dejo solos y las mujeres nos sentimos traicionadas». Y también ha instado a la comunidad internacional a no olvidar la situación de «crisis humanitaria» que se está viviendo en Afganistán, en donde «los talibanes quieren erradicar a las mujeres».
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Por ello, ha pedido que se les sancione y se les prohíba viajar a Europa. «El mundo tendría que ejercer más presión sobre los talibanes. Allí todo el mundo lleva pistolas y sus hijas sí estudian en la universidad, en otros países. ¡Qué hipocresía!», ha exclamado provocando el aplauso atronador de todo el público, que se ha puesto en pie al finalizar la intervención. La mujer, que ha recibido el premio Zigarriak honorífico que concede el departamento foral de la Diputación junto a Tamana Zaryabi Paryani -que no ha podido viajar desde Alemania por problemas burocráticos-, ha puesto la guinda a su duro testimonio reivindicando la otra cara de su país de origen, su cultura y sus tradiciones: «Somos un pueblo abierto, tenemos una gastronomía estupenda, unas montañas tan preciosas como las de Bilbao. Afganistán no son solo los talibanes», ha zanjado.
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